Auto de certiorari: La semilla “antidemocrática” sembrada en la Corte de EE.UU. que salvó a Trump

En una decisión que ha capturado la atención de la nación y provocado debates intensos sobre la integridad del sistema judicial de Estados Unidos, la Corte Suprema ha otorgado un auto de certiorari, un término legal que denota la aceptación de revisión de un caso, en un asunto profundamente polarizador. Este acto no solo ha reavivado la discusión sobre la inmunidad presidencial y la interferencia electoral, sino que también ha colocado bajo el microscopio la práctica, largamente mantenida en secreto, de cómo la Corte decide qué casos escuchar. A través de este proceso, el expresidente Donald Trump parece haber recibido un salvavidas jurídico, una maniobra que algunos críticos han tildado de antidemocrática, alimentando el fuego de una batalla ideológica sobre la justicia y la transparencia en el más alto tribunal del país.

Este reportaje se inspira en la pieza de opinión escrita por Steven Lubet, profesor emérito del Williams Memorial en la Facultad de Derecho Pritzker de la Universidad Northwestern, para el portal The Hill. Titulada: “¿Qué jueces de la Corte Suprema le dieron a Trump el salvavidas de inmunidad?:”, la columna de Lubet arroja luz sobre las implicaciones profundas y las controversias que rodean la decisión de la Corte de otorgar el certiorari en el caso Trump vs. Estados Unidos. En su análisis, Lubet destaca cómo, a pesar de la percepción generalizada de que la Corte Suprema como un todo ha favorecido al expresidente, la realidad es más matizada, con posiblemente sólo una minoría de jueces a favor de revisar el caso. Esta distinción es crucial, ya que revela las complejidades y los dilemas inherentes al sistema judicial de EE.UU., especialmente en lo que respecta a las figuras políticas de alto perfil.

Certiorari: donde la mayoría no importa

El término «certiorari» proviene del latín «ser informado» y es una herramienta esencial para que la Corte Suprema de Estados Unidos ejerza su poder discrecional de revisión judicial. La decisión de otorgar o negar certiorari a un caso particular tiene implicaciones significativas, no solo para los individuos involucrados, sino también para el país en su conjunto. La controversia actual gira en torno a la decisión de la Corte de considerar la apelación de Trump, lo que podría permitirle evitar el juicio antes de las elecciones de noviembre, un movimiento interpretado por muchos como un regalo político al expresidente.

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El escrutinio del caso Trump vs. Estados Unidos resalta un aspecto particularmente controvertido de este proceso: la participación del juez Clarence Thomas. A pesar de un evidente conflicto de intereses, debido a la participación de su esposa en los esfuerzos para subvertir las elecciones de 2020, Thomas no se recusó de la decisión sobre el certiorari. Ilustración MidJourney

El proceso de certiorari, diseñado para ser un mecanismo de filtrado, se ha transformado en un foco de acusaciones de opacidad y manipulación. La «regla de cuatro», que requiere solo cuatro de los nueve jueces de la Corte para acordar escuchar un caso, ha sido tanto laudada por permitir que una minoría influencie la agenda del tribunal como criticada por su potencial para fomentar decisiones antidemocráticas. El caso de Trump ilustra cómo esta práctica puede tener consecuencias de gran alcance, potencialmente alterando el panorama político y legal del país sin un proceso transparente que permita al público comprender las razones detrás de tales decisiones.

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¿Presiones a jueces vitalicios?

La opacidad en el proceso de certiorari no es un fenómeno nuevo. Históricamente, la Corte Suprema de EE.UU. ha mantenido en secreto los votos individuales y las deliberaciones que conducen a la concesión o denegación de certiorari. Esta práctica ha sido defendida como una manera de proteger la independencia judicial y evitar presiones externas sobre los jueces, un asunto que raramente va a contravía del carácter “vitalicio” de sus cargos. Sin embargo, como señala Lubet, este secreto también ha generado críticas y llamados a una mayor transparencia, especialmente en casos de alto perfil que tienen el potencial de influir significativamente en la sociedad estadounidense.

El escrutinio del caso Trump vs. Estados Unidos resalta un aspecto particularmente controvertido de este proceso: la participación del juez Clarence Thomas. A pesar de un evidente conflicto de intereses, debido a la participación de su esposa en los esfuerzos para subvertir las elecciones de 2020, Thomas no se recusó de la decisión sobre el certiorari. Esta circunstancia ha avivado el debate sobre la ética judicial y la necesidad de criterios más claros para la recusación y la transparencia en las decisiones de la Corte.

Es “antidemocrático”

La aceptación de certiorari en casos de derecho electoral, en particular, ha movido a la Corte Suprema en una dirección que algunos críticos han calificado de «antidemocrática». Según un estudio realizado por la organización de defensa Take Back the Court, las decisiones de la Corte en esta área durante la última década han favorecido consistentemente interpretaciones que restringen el derecho al voto, limitan las regulaciones sobre financiamiento de campañas y mantienen distritos electorales manipulados. Este patrón refuerza la percepción de que el proceso de certiorari puede ser utilizado para fines políticos, socavando la confianza en la imparcialidad y la integridad de la justicia.

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Este secretismo genera sospechas y dificulta la capacidad del público para comprender y confiar en las motivaciones y acciones de la Corte, especialmente en casos con profundas implicaciones políticas y sociales. Ilustración MidJourney.

La decisión de otorgar un auto de certiorari en el caso de Trump vs. Estados Unidos ha desencadenado una compleja discusión sobre la transparencia, la ética y la función democrática de la Corte Suprema. Este caso no solo pone de relieve las tensiones entre la justicia y la política, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre el futuro del sistema judicial de EE.UU. y su capacidad para servir como un verdadero baluarte de la democracia y el estado de derecho. A medida que la nación se prepara para las próximas elecciones, el papel de la Corte Suprema y su manejo del poder de certiorari continuarán siendo temas de debate crítico, con implicaciones que van más allá de un solo caso o figura política.

El difunto juez John Paul Stevens

La revelación de que casi un tercio de todas las peticiones de certiorari concedidas recibieron «apenas cuatro» votos, como descubrió el difunto juez John Paul Stevens, arroja luz sobre la influencia que una minoría de jueces puede tener en la configuración de la agenda de la Corte Suprema. Este hecho subraya la importancia crítica de cada voto en la determinación de los casos que la Corte decide revisar, evidenciando un proceso que, aunque diseñado para ser democrático, a menudo se presta a críticas por su falta de transparencia.

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El papel de la Corte Suprema en la determinación de qué asuntos reciben atención judicial es tan significativo como sus decisiones finales. Al decidir escuchar tan solo 60 o 70 casos por mandato de miles de peticiones, la Corte no solo determina el destino de esos casos individuales, sino que también moldea indirectamente el panorama legal y político de la nación, destacando la relevancia de sus decisiones sobre certiorari.

Secretismo que genera sospechas

La insistencia de la Corte Suprema en el secreto de los votos de certiorari y las deliberaciones que llevan a esas decisiones plantea serias preguntas sobre la transparencia y la rendición de cuentas en el más alto nivel del sistema judicial estadounidense. Este secretismo genera sospechas y dificulta la capacidad del público para comprender y confiar en las motivaciones y acciones de la Corte, especialmente en casos con profundas implicaciones políticas y sociales.

La necesidad de una mayor transparencia en el proceso de certiorari es evidente, particularmente en una era de creciente escrutinio público hacia las instituciones gubernamentales. Al permitir un vistazo a los procedimientos internos de la Corte, especialmente en lo que respecta a la selección de casos, se podría fortalecer la confianza en el sistema judicial y asegurar que se perciba como un pilar imparcial de la democracia y el estado de derecho.

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