El Reino Unido nos sustrajo el Esequibo, un acto de despojo territorial cuya sombra sigue pesando sobre la integridad de Venezuela. Este territorio, históricamente parte de la Capitanía General de Venezuela, fue objeto de una campaña colonialista sustentada en mapas manipulados, acuerdos desventajosos y estrategias geopolíticas que ignoraron el principio jurídico del uti possidetis iuris. Este principio establece que las nuevas repúblicas heredan los límites administrativos de las colonias de las que surgieron, lo que convierte al Esequibo en una extensión legítima del territorio venezolano. Sin embargo, la avidez británica por los recursos minerales y el control estratégico sobre la región del Amazonas desencadenaron un conflicto que aún persiste, marcado por disputas diplomáticas, arbitrajes viciados y reclamaciones históricas.
Julio César Pineda, diplomático venezolano y analista internacional, exploró esta problemática en su artículo titulado: “A propósito de la Guayana Esequiba”, publicado en el diario El Universal. Con una trayectoria que incluye funciones como embajador de Venezuela ante diversas naciones y presentador del programa Brújula Internacional, Pineda es una autoridad en asuntos internacionales. En su columna, destaca que el territorio venezolano ha sido históricamente reconocido en mapas de España y Gran Bretaña como parte integral de la nación. Además, subraya cómo, desde la independencia en 1810, Venezuela ha defendido el Esequibo en todas sus constituciones y en el marco del derecho internacional. Su análisis detalla cómo la manipulación cartográfica y la imposición de tratados desventajosos consolidaron una narrativa que despojó a Venezuela de esta importante región.
Reino Unido nos sustrajo el Esequibo
El Reino Unido nos sustrajo el Esequibo en un proceso que comenzó a gestarse con la elaboración de mapas adulterados en el siglo XIX. El cartógrafo austriaco Robert Hermann Schomburgk, al servicio del Imperio Británico, trazó líneas arbitrarias que ampliaban los límites de la Guayana Británica a expensas de Venezuela. Estas falsificaciones sirvieron de base para la construcción de una narrativa territorial que justificaba la ocupación británica. Aunque en 1822 el Libertador Simón Bolívar protestó formalmente ante las incursiones inglesas, las potencias coloniales persistieron en sus ambiciones. En 1835, los mapas de Schomburgk comenzaron oficialmente una circular, creando una falsa percepción de que el Esequibo no pertenecía a Venezuela. Estas manipulaciones no solo distorsionaron la realidad geográfica, sino que también establecieron las bases para el arbitraje viciado que seguiría décadas después.

El Laudo Arbitral de París de 1899 representó la culminación de estas estrategias fraudulentas. Bajo un tribunal donde Venezuela no tuvo representación efectiva, la decisión otorgó al Reino Unido más de 15.000 kilómetros cuadrados de territorio esequibo. Este fallo, influenciado por intereses geopolíticos y manipulado por el presidente del tribunal, Frederick de Martens, ha sido rechazado de manera unánime por Venezuela a lo largo de su historia. El Reino Unido nos sustrajo el Esequibo al excluir a nuestro país del proceso y al ignorar pruebas históricas y jurídicas que respaldaban nuestra soberanía. Este laudo, considerado írrito por Venezuela, marcó un precedente de injusticia que continúa resonando en la política internacional.
Caracas siempre ha sido tenaz
Durante el siglo XX, Venezuela emprendió esfuerzos diplomáticos para revertir este despojo. La creación de las Naciones Unidas ofreció un nuevo escenario para reivindicar la soberanía sobre el Esequibo. En 1962, Venezuela presentó formalmente su reclamo ante este organismo, argumentando la nulidad del laudo arbitral y exigiendo una solución negociada. Esto llevó al Acuerdo de Ginebra en 1966, un pacto que estableció un marco jurídico para resolver el diferendo de manera bilateral. Sin embargo, la independencia de Guyana ese mismo año complicó aún más el panorama. El Reino Unido nos sustrajo el Esequibo no solo mediante arbitrajes viciados, sino también al transformar el conflicto en una disputa entre Venezuela y Guyana, posicionándose a esta última como una víctima de las supuestas ambiciones territoriales venezolanas.
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La narrativa construida por el Reino Unido ha perpetuado una percepción errónea del conflicto. Al permitir la independencia de Guyana, el Reino Unido se desvinculó formalmente del diferendo, dejando a Venezuela en una posición de aislamiento diplomático. Guyana, por su parte, ha acudido recientemente a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para buscar una resolución favorable. Sin embargo, Venezuela ha rechazado esta judicialización unilateral, argumentando que el Acuerdo de Ginebra establece que cualquier solución debe surgir del diálogo directo entre las partes. Esta posición refleja la voluntad de nuestro país de resolver el conflicto de manera justa y pacífica, sin ceder a presiones externas ni aceptar decisiones impuestas por organismos internacionales que desconocen nuestra soberanía.
Trasciende ideologías y gobiernos
El Reino Unido nos sustrajo el Esequibo, pero la lucha por su recuperación sigue viva en el corazón de los venezolanos. Desde las primeras protestas de Bolívar en el siglo XIX hasta las acciones diplomáticas actuales, el Esequibo ha sido una causa nacional que trasciende ideologías y gobiernos. Este territorio no solo representa una porción de tierra; es un símbolo de resistencia ante el colonialismo y una afirmación de nuestra identidad como nación. La batalla por el Esequibo es también una lección sobre la importancia de la unidad y la perseverancia en la defensa de los derechos legítimos de un pueblo.

En el contexto actual, Venezuela enfrenta nuevos desafíos en su lucha por el Esequibo. La explotación de recursos naturales en la región por parte de empresas extranjeras, con el aval de Guyana, ha intensificado el conflicto. Esto no solo constituye una violación a nuestra soberanía, sino que también pone en peligro el ecosistema único de esta región. Venezuela ha denunciado estas acciones ante la comunidad internacional, destacando la necesidad de preservar el equilibrio ambiental y garantizar el respeto a los derechos de los pueblos originarios que habitan en el Esequibo. Estas denuncias reflejan el compromiso de nuestro país con una solución integral que abarca tanto las dimensiones territoriales como las humanas y ambientales del conflicto.
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El Reino Unido nos sustrajo el Esequibo, pero la historia aún no ha llegado a su fin. Venezuela continúa trabajando en foros internacionales, fortaleciendo su diplomacia y reafirmando su posición en defensa de su integridad territorial. La lucha por el Esequibo no es solo una cuestión de mapas o tratados; es una batalla por la verdad, la justicia y la soberanía. En cada paso que damos, recordamos las palabras de Bolívar y el legado de quienes nos precedieron en esta causa. El Esequibo es Venezuela, y así lo seguiremos defendiendo, con la convicción de que la justicia prevalecerá.