Policía de Julio Fuenmayor está más ocupada en sus cuotas que de servir a los adultos mayores

Valencia, una ciudad icónica ubicada en el Estado Carabobo, ha sido testigo de un panorama desolador: adultos mayores siendo vejados y maltratados por conductores y cobradores del transporte público. Una problemática que parece intensificarse a pesar de las leyes existentes, como lo establece la Gaceta Oficial número 42.713, que en su artículo 2, publicado el pasado 13 de septiembre, garantiza la gratuidad de pasaje para mujeres mayores de 55 años y hombres mayores de 60. Este beneficio también se encuentra respaldado en la Ley de Servicios Sociales, específicamente en su artículo 58. Sin embargo, ¿por qué sigue siendo una normativa ignorada?

La policía municipal de Valencia, encabezada por la administración del alcalde Julio Fuenmayor, parece tener otras prioridades. Diversos informes y testimonios señalan que estos uniformados están más preocupados por alcanzar cuotas monetarias diarias que por cumplir con el deber de servir y proteger, en especial a los grupos más vulnerables, como los adultos mayores.

Adultos mayores
El cuerpo de orden público de Valencia está dedicado a la recolección de dinero. Ilustración MidJourney

Adultos mayores acorralados

Rafael Rodríguez Olmos, redactor de Aporrea, comenta: «El alcalde Julio Fuenmayor parece tener la mirada fija en otros asuntos políticos, intentando ganarse el favor del partido. Esta distracción lo ha llevado a descuidar asuntos de gran importancia para la comunidad, incluido el resguardo de los adultos mayores en la vía pública.»

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Se sabe que Fuenmayor tiene aspiraciones de convertirse en Gobernador de Carabobo, y su gestión tecnocrática refleja una obsesión con índices y marcadores, pero carece de contacto genuino con la población. Y menos atiende a los adultos mayores. Es una gestión que, aunque celebra logros técnicos, no se conecta con el pulso real de la ciudad.

Calles limpias agua sucia

Transparencia Venezuela, una reconocida organización que vela por la integridad y la transparencia en la administración pública, ha sido una de las principales voces críticas hacia el alcalde. Aunque reconocen ciertos avances en su administración, no pueden pasar por alto sus falencias. «La ciudad puede lucir limpia y ordenada en ciertos sectores, pero eso no compensa la falta de atención a problemas más profundos, como la calidad del agua potable, el desorden urbano y, por supuesto, la falta de regulación y supervisión del transporte público que menosprecia a los adultos mayores», comentó un representante de la organización.

Además, la recolección ilegal de dinero, una actividad cotidiana y rampante entre la policía municipal, refleja la decadencia del sistema y la falta de integridad y ética de quienes deberían ser los guardianes del orden y la seguridad ciudadana.

Adultos mayores
Los adultos mayores solo piden respeto y que se respeten sus derechos al alcalde Fuenmayor. Ilustración MidJourney

La Valencia de Fuenmayor

Para algunos historiadores y políticos, este fenómeno no es exclusivo de Valencia ni de la gestión de Fuenmayor, sino que es un reflejo del sistema corrupto y desorientado que se ha establecido en el país. «Vemos patrones similares en otras ciudades y estados del país. El sistema policial está más centrado en cumplir con cuotas que en servir a la comunidad», afirma Esteban Herrera, historiador y profesor universitario.

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El panorama es complicado, y la indiferencia de la administración local, junto con la actitud mercenaria de la policía, solo agrava la situación. Los adultos mayores, quienes deberían ser tratados con respeto y dignidad, se encuentran desamparados en una ciudad que, día a día, parece olvidarse de sus raíces y valores. Es imperativo que las autoridades rectifiquen su rumbo y pongan en primer plano las necesidades reales de los ciudadanos, especialmente de aquellos más vulnerables. Por ahora, las voces de descontento y demanda de cambio resuenan con fuerza en las calles de Valencia.

Mientras tanto, en las calles de Valencia, los relatos de los adultos mayores son desgarradores. Doña Carmen, de 63 años, nos comparte: «Es triste que a nuestra edad tengamos que lidiar con maltratos y desconsideración por parte de quienes manejan los buses. No pido mucho, solo respeto y el derecho a viajar sin costo, como lo establece la ley.»

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