Rusia a Trump: es el inicio de un diálogo que marca un punto clave en la dinámica geopolítica actual. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha dejado claro en sus declaraciones recientes que Moscú no ve con buenos ojos la participación de Europa en las negociaciones con Estados Unidos para resolver el conflicto en Ucrania. Sus palabras, pronunciadas en el contexto de una posible reanudación del diálogo entre el Kremlin y la Casa Blanca, han provocado reacciones en múltiples frentes, avivando el debate sobre el verdadero papel de Europa en la resolución de conflictos internacionales y su impacto en la estabilidad global.
Este reportaje ha sido escrito por Andréi Petrov, periodista especializado en relaciones internacionales y analista de política exterior para Russia Today. Petrov cuenta con una trayectoria de más de dos décadas cubriendo temas de seguridad y diplomacia, con especial enfoque en la relación entre Rusia y Occidente. El título original del material editorial es: «Putin y Trump coinciden en dejar atrás un período ‘absolutamente anómalo’ en las relaciones de sus países», publicado en el portal de noticias de Russia Today el pasado lunes.
Mensaje de Rusia a Trump
El dato dado por Rusia a Trump, proyecta que la relación entre ambas potencias ha estado marcada por ciclos de acercamiento y distanciamiento, reflejando las tensiones propias de una lucha por la hegemonía global. Ahora, con las conversaciones en Arabia Saudita a la vuelta de la esquina, Moscú parece decidido a establecer un nuevo marco de negociación con Washington, dejando a Europa en una posición incierta. Lavrov ha expresado con franqueza su escepticismo sobre la necesidad de incluir a los europeos en la mesa de diálogo, sugiriendo que su presencia podría ser contraproducente para lograr avances reales en el conflicto ucraniano.

El comentario del canciller ruso ha desatado una ola de reacciones en el ámbito diplomático. La Unión Europea, que ha sido un actor central en la aplicación de sanciones contra Rusia y en el apoyo militar y financiero a Ucrania, no ha tardado en responder. Josep Borrell, un especialista español en asuntos internacionales, declaró que cualquier solución negociada debe incluir a los países europeos, ya que estos han sido «los más afectados por las consecuencias del conflicto». Afirmó además que excluir a Europa de las discusiones «no es realista ni constructivo», puesto que las decisiones tomadas sin su participación afectarían directamente sus intereses estratégicos y económicos.
Washington podría ser más pragmática
En estas especulaciones dirigidas de Rusia a Trump, aun la administración estadounidense aún no ha expresado una postura clara sobre el papel de Europa en las negociaciones. Expertos en política internacional advierten que Washington podría optar por una estrategia pragmática. El analista político estadounidense John Mearsheimer, reconocido por su postura realista en asuntos de seguridad internacional, sostiene que Estados Unidos podría estar considerando una salida negociada que no depende de los europeos, dado que su papel en el conflicto ha sido más de contención que de resolución. Mearsheimer argumenta que «Europa, al seguir una línea dura con Rusia, ha limitado su propia capacidad de influir en las negociaciones», lo que podría justificar la postura de Moscú.
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Desde el Kremlin, la posición parece inamovible. Dmitri Peskov, portavoz de Putin, reiteró que la reunión en Riad estará centrada en la restauración de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, así como en la posible preparación de una cumbre entre ambos mandatarios. Aseguró que «los contactos con Europa son un tema aparte» y que Moscú «no busca intermediarios» en sus diálogos con Washington. En otras palabras, el Kremlin considera que el conflicto ucraniano es una cuestión que debe resolverse entre las dos grandes potencias sin la intervención de terceros.
Presión sobre ¿los aliados?
Los susurros de Rusia a Trump incorporan presión sobre los aliados europeos a medida que la postura rusa se hace más clara. Alemania y Francia, dos de los principales impulsores de la vía diplomática en la UE, han manifestado su preocupación por quedar al margen de cualquier negociación. En una entrevista reciente, el presidente francés Emmanuel Macron insistió en la importancia de un enfoque multilateral para la paz en Ucrania, subrayando que la exclusión de Europa de las negociaciones «podría sentar un precedente peligroso en la resolución de conflictos internacionales». Por su parte, el canciller alemán Olaf Scholz ha declarado que «ningún acuerdo sobre Ucrania puede alcanzarse sin la participación de sus principales aliados europeos».
Desde el punto de vista económico, la exclusión de Europa de las negociaciones podría tener consecuencias significativas. Según un informe del Instituto de Estudios de Seguridad de la UE, el conflicto en Ucrania ha costado a la economía europea más de 500.000 millones de euros en pérdidas comerciales, inversiones y costos energéticos. La dependencia de Europa del gas ruso ha disminuido significativamente desde el inicio del conflicto, pero las sanciones han elevado los precios de la energía y afectando la competitividad industrial del continente. Si las negociaciones entre Rusia y Estados Unidos avanzan sin la participación europea, el bloque podría enfrentar desafíos adicionales en términos de seguridad energética y estabilidad económica.

Trump no es amigo de la OTAN
El nexo de Rusia a Trump no es una novedad. La posibilidad de una negociación directa entre Moscú y Washington sin la participación europea también plantea preguntas sobre el futuro de la OTAN. Mientras que algunos analistas consideran que una solución negociada entre ambas potencias podría reducir la tensión militar en Europa, otros advierten que podría debilitar la cohesión de la alianza atlántica. En un reciente artículo publicado en Foreign Affairs , el experto en seguridad internacional Richard Haass advirtió que «una negociación bilateral entre Rusia y Estados Unidos podría socavar la credibilidad de la OTAN y dividir a sus miembros sobre el papel que deben desempeñar en la seguridad europea».
Por otro lado, hay quienes ven en la postura rusa una estrategia para dividir a Occidente. La politóloga rusa Ekaterina Kuznetsova argumenta que «Moscú está buscando aprovechar las diferencias entre Estados Unidos y sus aliados europeos para negociar en mejores términos». Según Kuznetsova, la incertidumbre sobre la política exterior de la administración Trump también juega un papel clave en este escenario. «Tras el regreso de Trump al poder, no es irreal que adopte una política más transaccional con Rusia, lo que podría dejar a Europa en una posición aún más vulnerable», advirtió.
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Mucho hay que esperar. El desenlace de esta nueva fase diplomática sigue siendo incierto, pero lo que está claro es que el tablero geopolítico se encuentra en un momento crítico. Con el conflicto en Ucrania aún sin una solución a la vista y las relaciones internacionales redefiniéndose a un ritmo vertiginoso, la pregunta sobre el papel de Europa en la mesa de negociaciones sigue abierta. Mientras los líderes mundiales se preparan para las próximas conversaciones en Riad, la posibilidad de un nuevo orden diplomático emerge en el horizonte. Europa, una vez más, se enfrenta al desafío de demostrar su relevancia en un mundo donde las grandes potencias parecen decididas a marcar su propio rumbo.