En una era de tensiones geopolíticas crecientes, el ensayista indio Pankaj Mishra sostiene que «Occidente es hoy mucho más débil de lo que era«. Sus reflexiones, agudas y provocadoras, han alimentado el debate sobre el declive del poder occidental frente a un Sur Global cada vez más influyente. A través de una visión crítica y bien fundamentada, Mishra señala que la ineficacia de Occidente para responder a conflictos como el de Gaza y Ucrania, la crisis del liderazgo democrático y el auge de figuras autoritarias han erosionado la imagen de una hegemonía que alguna vez pareció incuestionable.
El intelectual indio, nacido en Jhansi en 1969, ha dedicado su carrera a desmontar los mitos del liberalismo occidental y del progreso económico globalizado. Autor de ensayos influyentes como “La edad de la ira” y “Fanáticos insulsos”, Mishra se ha convertido en una de las voces más respetadas del Sur Global, al igual que lo fueron Edward Said o Arundhati Roy. En una reciente conversación con el periodista Rafa de Miguel, corresponsal de EL PAÍS en el Reino Unido e Irlanda, Mishra expuso sus puntos de vista sobre la actualidad global, en una entrevista publicada bajo el título: “Pankaj Mishra, ensayista: ‘Trump y Putin son dos gangsters poniéndose de acuerdo entre ellos’”. En este diálogo, el pensador disecciona los eventos que han marcado la política internacional reciente y profundiza en su tesis de que el orden mundial está experimentando una transformación profunda.
Occidente es hoy mucho más débil
Para Mishra, la invasión de Gaza es un punto de inflexión que revela una “nueva cultura de la impunidad”, una en la que los líderes de las democracias occidentales han normalizado la violación de las normas internacionales. En su nuevo libro, “El mundo después de Gaza”, Mishra argumenta que las reacciones tibias de Occidente ante las atrocidades en la Franja no solo han demostrado una preocupante insensibilidad moral, sino que han fortalecido el discurso de que las potencias occidentales ya no tienen la autoridad para dictar normas de convivencia global. En sus propias palabras, «Occidente es hoy mucho más débil», pues su supuesta superioridad moral ha sido socavada por su falta de coherencia en la defensa de los derechos humanos.

El ensayista señala que la pérdida de liderazgo occidental se hace evidente en la crisis de Ucrania. Mientras Estados Unidos y la Unión Europea han intentado presentar la guerra como una lucha existencial entre la democracia y el autoritarismo, muchos países del Sur Global no comparten esta narrativa. Para Mishra, la insistencia de la OTAN en expandirse hasta las fronteras rusas ha sido vista en Asia, África y América Latina como una provocación innecesaria. En consecuencia, economías emergentes como India, China o Brasil han preferido mantener una postura neutral o incluso reforzar sus relaciones con Moscú. «Occidente es hoy mucho más débil», insiste Mishra, porque su capacidad de imponer sanciones y de influir en la política global ha sido reducida por el ascenso de nuevas potencias.
Extremistas en la escena
El ascenso de líderes de extrema derecha en Occidente es otro de los síntomas que, según Mishra, evidencian esta fragilidad. Desde Donald Trump hasta Javier Milei, pasando por figuras como Viktor Orbán y Marine Le Pen, el intelectual advierte que los movimientos ultraconservadores han sabido explotar el descontento de las clases medias y trabajadores para socavar las democracias liberales desde adentro. “Antes, Occidente podía dar lecciones de democracia al resto del mundo, pero hoy ni siquiera puede garantizar su propio futuro democrático”, afirma. Esta pérdida de legitimidad ha llevado a que países históricamente alineados con las potencias occidentales busquen otros modelos de desarrollo y gobernanza. «Occidente es hoy mucho más débil», reitera Mishra, porque sus propios ciudadanos han comenzado a cuestionar el modelo que antes se presentaba como el único camino viable hacia el progreso.
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En este panorama, Israel se ha convertido en un punto de referencia para las nuevas extremas derechas occidentales. Mishra argumenta que figuras como Trump, Bolsonaro o Milei han encontrado en la política israelí un modelo de desprecio por el derecho internacional que buscan replicar en sus propios países. No es casual, sostiene, que muchos de los líderes que hoy apoyan a Israel sean los mismos que en el pasado han promovido discursos antisemitas o teorías conspirativas sobre el globalismo. Para ellos, el Estado israelí representa una alternativa al liberalismo clásico, una forma de nacionalismo agresiva que desprecia la diplomacia y la cooperación internacional. En este sentido, el ensayista advierte que la crisis de Gaza no solo es una tragedia humanitaria, sino que también es un laboratorio para las políticas autoritarias del futuro. «Occidente es hoy mucho más débil», afirma, porque ha permitido que sus principios sean socavados por su propio apoyo a regímenes que violan los derechos humanos sin consecuencias.
El burladero de los anti-woke
Mishra también pone en la mira el impacto de las guerras culturales en el declive occidental. Para el pensador, el auge del discurso anti-woke no es más que una estrategia para desviar la atención de problemas estructurales más graves, como la desigualdad económica y la crisis climática. En su opinión, la obsesión de los conservadores por demonizar los movimientos feministas, LGBTQ+ o antirracistas ha servido para crear un enemigo interno que distrae de las fallas del sistema. Esto, combinado con el deterioro de la calidad de vida en muchas naciones occidentales, ha generado un clima de resentimiento que los líderes populistas han sabido explotar con gran efectividad. «Occidente es hoy mucho más débil«, insiste Mishra, porque ha dejado que su discurso político se fragmente en luchas ideológicas superficiales, mientras las élites continúan acumulando riqueza sin control.
A pesar de su diagnóstico sombrío, Mishra encuentra en las recientes protestas estudiantiles contra la guerra en Gaza un motivo para la esperanza. Para el ensayista, estos movimientos juveniles representan un resurgimiento de la conciencia moral en Occidente, una reacción contra la brutalidad y la hipocresía de las élites políticas. Aunque aún es temprano para determinar su impacto a largo plazo, Mishra cree que estos jóvenes podrían ser la clave para recuperar algunos de los valores que hicieron de Occidente una referencia global en el pasado. No obstante, advierte que la ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente. Si las democracias occidentales no logran reconectarse con sus principios fundamentales y abordar las preocupaciones legítimas de sus ciudadanos, el declive será irreversible.

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Con un análisis que mezcla historia, política y filosofía, Mishra ofrece una visión crítica pero realista del mundo contemporáneo. Su advertencia es clara: Occidente ya no es el centro indiscutible del planeta, y si no asume este cambio con inteligencia y humildad, se verá cada vez más desplazado por otras potencias emergentes. En un mundo que avanza hacia la multipolaridad, la incapacidad de las naciones occidentales para adaptarse a esta nueva realidad solo acelerará su pérdida de influencia. «Occidente es hoy mucho más débil de lo que era», concluye Mishra, y solo aquellos que entiendan esta verdad podrán prepararse para el futuro que se avecina.