Brasil: estudiantes de familias ricas tienen ventaja significativa en el acceso a la educación superior

En Brasil, los estudiantes de familias ricas continúan gozando de una ventaja considerable en el acceso a la educación superior, a pesar de los esfuerzos realizados en las últimas décadas para reducir las desigualdades. El contexto actual refleja un sistema en el que la posición socioeconómica determina no solo las oportunidades de ingreso a las universidades, sino también las posibilidades de elección profesional, perpetuando una brecha que afecta profundamente a los sectores menos favorecidos.

El profesor Flávio Carvalhaes, reconocido académico del Departamento de Sociología del Instituto de Filosofía y Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Río de Janeiro (IFCS-UFRJ), ha dedicado su carrera al estudio de las desigualdades sociales en la educación. Autor del reciente artículo titulado: “Educación superior: la desigualdad social aún limita el acceso y condición las elecciones profesionales de los más pobres”, publicado en The Conversation Brasil, Carvalhaes detalla cómo la inequidad persiste a pesar de avances significativos. Basado en su investigación publicada en la revista Socioological Science, el análisis rastreó a 1,7 millones de estudiantes brasileños que finalizaron la escuela secundaria en 2012, proporcionando una visión clara de las barreras sistémicas en la educación brasileña.

Estudiantes de familias ricas

El Examen Nacional de Enseñanza Media (Enem) se ha consolidado como una herramienta central para el ingreso a la educación superior en Brasil. Sin embargo, su impacto es desigual. Mientras que los estudiantes de familias ricas tienen acceso a recursos educativos y oportunidades adicionales, como clases privadas y cursos especializados, aquellos provenientes de contextos de bajos ingresos enfrentan limitaciones estructurales. Esto incluye escuelas públicas con infraestructura deficiente y menos recursos familiares para costear estudios universitarios. En consecuencia, la frase “estudiantes de familias pudientes” se convierte en un eje recurrente para entender cómo las oportunidades educativas están intrínsecamente vinculadas a la posición económica de las familias.

Basado en su investigación publicada en la revista Socioological Science, el análisis rastreó a 1,7 millones de estudiantes brasileños que finalizaron la escuela secundaria en 2012, proporcionando una visión clara de las barreras sistémicas en la educación brasileña. Ilustración MidJourney

El estudio de Carvalhaes y sus colaboradores muestra que dos tercios de los estudiantes analizados participaron en el Enem entre 2012 y 2016, de los cuales el 70% logró acceder a la educación superior. Sin embargo, los datos revelan una marcada diferencia: el 76% de estos ingresaron a instituciones privadas, mientras que solo el 24% accedieron a universidades públicas, las más competitivas del país. Esto subraya una «doble ventaja» para los estudiantes de familias ricas, quienes no solo tienen mayor probabilidad de obtener altas calificaciones, sino que además cuentan con recursos para ingresar a universidades privadas si no logran resultados destacados en el examen.

Las políticas de cuotas

El impacto de estas desigualdades se extiende más allá del rendimiento académico. Las políticas de cuotas, implementadas en 2012, han sido un paso importante hacia la inclusión, permitiendo que más estudiantes de escuelas públicas accedan a universidades públicas. Sin embargo, su alcance es limitado, ya que estas instituciones representan solo una cuarta parte de las plazas disponibles en la educación superior del país. En este sentido, los estudiantes de familias ricas no solo acceden más fácilmente a estas plazas, sino que también dominan el segmento de las universidades privadas, donde las cuotas mensuales representan una barrera casi infranqueable para las familias de bajos ingresos.

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Los datos recogidos por el equipo de Carvalhaes también señalan otra dimensión crucial: la calidad de los cursos ofrecidos por las instituciones privadas. En muchos casos, los programas carecen del rigor académico necesario para garantizar beneficios profesionales significativos a los egresados, lo que afecta desproporcionadamente a los estudiantes más vulnerables que asumen deudas considerables para costear su educación. En este contexto, políticas como el Financiamiento a Estudiantes (Fies) han sido fundamentales, pero también han generado un creciente problema de deuda estudiantil, con más de 800.000 jóvenes buscando renegociar sus obligaciones económicas.

La posibilidad de elegir

A lo largo del estudio, surgen patrones claros que reflejan cómo las disparidades económicas estructuran las trayectorias educativas en Brasil. Los estudiantes de familias ricas no solo tienen mejores oportunidades de ingreso, sino también la posibilidad de elegir carreras con mayores retornos económicos y sociales. Por el contrario, los estudiantes de bajos ingresos se ven obligados a ajustar sus expectativas profesionales, seleccionando carreras menos competitivas o incluso abandonando la idea de ingresar a la universidad.

El análisis de las desigualdades educativas también abarca dimensiones raciales. Según otra investigación del equipo, publicada en Higher Education, estudiantes negros, morenos e indígenas presentan, en promedio, un rendimiento académico más bajo que sus pares blancos, incluso cuando provienen de familias con ingresos similares. Esto pone en evidencia que las desigualdades raciales no solo están mediadas por el ingreso, sino que se amplifican por procesos de discriminación y desventajas acumuladas a lo largo de la carrera escolar.

En consecuencia, la frase “estudiantes de familias pudientes” se convierte en un eje recurrente para entender cómo las oportunidades educativas están intrínsecamente vinculadas a la posición económica de las familias. Ilustración MidJourney.

Públicas basadas en evidencia científica

Frente a esta compleja realidad, Carvalhaes y su equipo destacan la importancia de continuar investigando y desarrollando políticas públicas basadas en evidencia científica. Entre las recomendaciones, subrayan la necesidad de garantizar condiciones de financiamiento más accesibles para los estudiantes vulnerables, así como de asegurar la calidad de los cursos ofrecidos por las instituciones privadas. Solo así será posible construir un sistema educativo que reduzca las desigualdades en lugar de perpetuarlas.

La expansión de la educación superior en Brasil, que pasó de 1,5 millones de matrículas en 1990 a 8,6 millones en 2020, ha sido un logro notable. Sin embargo, este crecimiento ha estado impulsado principalmente por el sector privado y la educación a distancia, lo que plantea nuevos desafíos para la equidad y la calidad educativa. Los hallazgos del estudio reflejan cómo los “estudiantes de familias ricas” no solo aprovechan estas oportunidades de expansión, sino que siguen marcando la pauta en términos de acceso y éxito educativo.

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En este escenario, el trabajo de investigadores como Carvalhaes resulta fundamental para desentrañar los mecanismos que perpetúan la desigualdad. Sus estudios no solo evidencian las brechas existentes, sino que también proponen soluciones prácticas para enfrentarlas. A través de políticas inclusivas, una mejora en la calidad educativa y el fortalecimiento del sector público, Brasil puede avanzar hacia un sistema de educación superior más equitativo y justo, donde el acceso no depende del lugar de origen o la capacidad económica de las familias.

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