Caso USAID: China y Rusia llenan el vacío cuando EE.UU. da un paso atrás

La decisión de reducir el financiamiento y desmantelar progresivamente la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha generado un intenso debate en la esfera política y geoestratégica. Para muchos analistas, este retiro de la asistencia internacional estadounidense representa no solo un debilitamiento del liderazgo global de Washington, sino que también allana el camino para que otras potencias ocupen el espacio que Estados Unidos deja vacante. China y Rusia llenan el vacío, fortaleciendo su influencia en regiones clave mediante proyectos de infraestructura, inversiones económicas y acuerdos estratégicos que amplían su presencia en el mundo en desarrollo.

El análisis de esta situación ha sido expuesto recientemente por Charles W. Dent, excongresista republicano por Pensilvania y colaborador de The Hill, quien en su artículo titulado: «El cierre de USAID es una victoria para China y una pérdida para Estados Unidos«, alerta sobre las implicaciones que tiene esta retirada para la seguridad nacional y la competitividad global de EE.UU. Dent, un defensor del papel de la diplomacia estadounidense, sostiene que USAID no es solo un instrumento de cooperación, sino una herramienta clave para la estabilidad y el liderazgo estadounidense en el escenario internacional.

China y Rusia llenan el vacío

El argumento central de Dent se basa en la premisa de que el desarrollo es uno de los tres pilares fundamentales de la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos, junto con la diplomacia y la defensa. En este sentido, el cierre de USAID supone que la responsabilidad de proyectos de desarrollo recaerá sobre los departamentos de Estado y Defensa, entidades que no cuentan con la misma capacidad ni enfoque para gestionar estos programas de manera eficaz. China y Rusia llenan el vacío, utilizando su propio modelo de asistencia exterior, con estrategias que combinan préstamos de infraestructura, acuerdos de cooperación y un enfoque de poder blando que busca reforzar su influencia en África, América Latina y Asia.

El cierre de USAID supone que la responsabilidad de proyectos de desarrollo recaerá sobre los departamentos de Estado y Defensa, entidades que no cuentan con la misma capacidad ni enfoque para gestionar estos programas de manera eficaz. Ilustración MidJourney

La iniciativa de China a través de la Ruta de la Seda ha sido un claro ejemplo de cómo Pekín ha sabido capitalizar los espacios que Washington ha ido dejando. Con inversiones multimillonarias en infraestructura, telecomunicaciones y energía, China ha consolidado su presencia en economías emergentes, muchas de ellas históricamente alineadas con EE.UU. Rusia, por su parte, ha extendido su influencia mediante acuerdos estratégicos de defensa y cooperación energética en zonas clave. China y Rusia llenan el vacío, desplazando progresivamente la influencia estadounidense en el desarrollo global y consolidando un orden multipolar donde la hegemonía de EE.UU. es cada vez más cuestionada.

Impacto imperceptible en la economía

Desde una perspectiva presupuestaria, el argumento de la administración estadounidense para el recorte de USAID ha sido el ahorro fiscal. Sin embargo, el impacto real de estos recortes en el presupuesto federal es marginal. La ayuda exterior representa menos del 1% del gasto público total de EE.UU., pero su impacto en la estabilidad global y la seguridad nacional es significativo. En contraste, la inversión en USAID ha sido una estrategia eficaz para prevenir conflictos, mitigar crisis humanitarias y promover el crecimiento económico en regiones estratégicas para EE.UU. China y Rusia llenan el vacío, ofreciendo a estos países alternativas de financiamiento que, aunque atractivas en el corto plazo, muchas veces conducen a una dependencia económica y política con Pekín o Moscú.

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Uno de los aspectos menos discutidos del cierre de USAID es su impacto en la comunidad religiosa de EE.UU. Muchas organizaciones cristianas evangélicas y católicas reciben financiamiento de la agencia para proyectos de asistencia humanitaria en comunidades vulnerables alrededor del mundo. Estos programas no solo cumplen una misión altruista, sino que también refuerzan los lazos diplomáticos entre EE.UU. y las regiones beneficiadas. La decisión de la Casa Blanca de reducir el papel de USAID afecta directamente a estas organizaciones, debilitando un frente que ha sido clave para la influencia estadounidense en diversas regiones. China y Rusia llenan el vacío, desplegando sus propias estrategias de cooperación con gobiernos locales para afianzar su control sobre recursos estratégicos y mercados emergentes.

Se prevé la compra de más municiones

La seguridad nacional de EE.UU. también se ve amenazada por esta retirada. Los estados fallidos y las zonas de conflicto son semilleros para el terrorismo, el narcotráfico y la migración masiva. La labor de USAID ha sido crucial en la prevención de crisis que, de no abordarse a tiempo, pueden derivar en intervenciones militares costosas para EE.UU. Esto es algo que el Pentágono ha comprendido con claridad. El exsecretario de Defensa, James Mattis, llegó a afirmar: «Si no financian completamente al Departamento de Estado, entonces tendré que comprar más municiones», subrayando la importancia del desarrollo como estrategia de seguridad. China y Rusia llenan el vacío , estableciendo acuerdos militares y económicos que les permiten expandir su esfera de influencia mientras EE.UU. se repliega.

En el ámbito económico, la reducción de la ayuda exterior afecta directamente a las empresas estadounidenses. Muchas de las iniciativas financiadas por USAID benefician sectores clave de la economía de EE.UU., desde la agricultura hasta la industria farmacéutica. Además, los países que han sido receptores de ayuda exterior estadounidenses han evolucionado con el tiempo en importantes socios comerciales, como es el caso de Corea del Sur y Taiwán. Si EE.UU. abandonando este papel, China estará lista para ocupar su lugar con inversiones estratégicas y acuerdos comerciales preferenciales. China y Rusia llenan el vacío, rediseñando el mapa del comercio internacional a su favor.

Muchas de las iniciativas financiadas por USAID benefician sectores clave de la economía de EE.UU., desde la agricultura hasta la industria farmacéutica. Además, los países que han sido receptores de ayuda exterior estadounidenses han evolucionado con el tiempo en importantes socios comerciales, como es el caso de Corea del Sur y Taiwán. Ilustración MidJourney.

Se debilita el “poder blando”

Desde una perspectiva diplomática, el cierre de USAID debilita el llamado «poder blando» de EE.UU. La influencia global no se basa únicamente en la fuerza militar, sino en la capacidad de generar buena voluntad y establecer alianzas duraderas. La asistencia exterior ha sido un componente clave de la estrategia estadounidense para mantener su liderazgo global. Sin ella, Washington se arriesga a perder terreno frente a sus adversarios geopolíticos. China y Rusia llenan el vacío, promoviendo modelos alternativos de cooperación que debilitan la posición de EE.UU. en foros internacionales y reconfiguran el equilibrio de poder global.

El debate sobre el destino de USAID no solo tiene implicaciones estratégicas, sino que también plantea preguntas sobre el futuro del liderazgo estadounidense en el mundo. Si bien la eficiencia y la transparencia en el gasto público son necesarias, desmantelar una agencia que ha sido clave en la estabilidad global parece una decisión contraproducente. China y Rusia llenan el vacío, no porque sus modelos sean necesariamente mejores, sino porque EE.UU. está optando por retirarse, dejando la puerta abierta para que sus rivales ocupen su lugar.

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El Congreso aún tiene la capacidad de frenar esta decisión y defender el papel de USAID como un instrumento clave de la política exterior estadounidense. En un contexto donde la competencia global es cada vez más feroz, reducir la presencia de EE.UU. en el desarrollo internacional equivale a ceder terreno en una batalla geopolítica que definirá el siglo XXI. El cierre de USAID no es solo una cuestión presupuestaria; es una declaración de intenciones que reconfigurará el equilibrio de poder global en los años venideros. China y Rusia llenan el vacío, y el liderazgo de EE.UU. En el mundo está en juego.

 

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