China ha sido objeto de crecientes críticas y temores por parte de Estados Unidos y la Unión Europea debido a su indiscutible capacidad productiva superior en una amplia gama de sectores, especialmente aquellos relacionados con la transición energética y la industria tecnológica. El gigante asiático ha logrado posicionarse como un líder global en la producción de vehículos eléctricos, baterías, paneles solares y otros productos clave para la economía verde. Este liderazgo productivo ha desencadenado una ola de acusación y medidas proteccionistas, que van desde aranceles hasta investigaciones antidumping, con el fin de contener el avance de China en los mercados occidentales.
El artículo original de Guillermo Abril, corresponsal de EL PAÍS en Pekín, titulado: «El plan de China para salvar los aranceles de Occidente: sembrar el mundo de fábricas», detalla cómo la expansión industrial de China ha generado tensiones geopolíticas. Abril, quien ha cubierto zonas de conflicto y ha seguido de cerca las dinámicas europeas desde Bruselas, ofrece en su texto un análisis profundo de cómo China está invirtiendo miles de millones de euros en fábricas y plantas de producción en países clave como España, México y Brasil. Con su vasta experiencia en el campo de los reportajes internacionales, Abril revela las estrategias de Pekín para contrarrestar las medidas proteccionistas impuestas por Occidente.
China: capacidad productiva superior
La capacidad productiva superior de China no es un fenómeno nuevo, pero se ha intensificado en los últimos años debido a la necesidad de Pekín de expandir sus mercados ante la desaceleración de la demanda interna. Este impulso productivo se ha enfocado principalmente en industrias clave para el futuro económico global, como la producción de vehículos eléctricos y energías renovables. Empresas chinas como BYD y Geely han anunciado la construcción de plantas en países de todo el mundo, lo que ha generado preocupación entre sus competidores occidentales, quienes ven amenazados sus mercados internos por esta expansión masiva.

Desde la perspectiva de Washington y Bruselas, la capacidad productiva superior de China no solo representa una amenaza económica, sino también una herramienta geopolítica poderosa. Las inversiones de China en fábricas en el extranjero no solo generan empleos y recursos en los países receptores, sino que también permiten a Pekín influir en las decisiones políticas y comerciales de estos gobiernos. Esta estrategia ha sido particularmente exitosa en el Sur global, donde muchos países ven en las inversiones chinas una oportunidad para modernizar sus economías y mejorar su infraestructura.
Temor a los enchufables
La industria automotriz es uno de los sectores donde la capacidad productiva superior de China ha causado más controversia. Las empresas chinas, lideradas por gigantes como BYD, han establecido fábricas en regiones estratégicas como México y Europa del Este, lo que ha generado una oleada de reacciones proteccionistas en Estados Unidos y la Unión Europea. Los aranceles impuestos a los vehículos eléctricos fabricados en China son una clara señal de que Occidente intenta frenar esta invasión industrial, aunque los expertos señalan que dichas medidas podrían tener efectos limitados debido a la creciente diversificación de las operaciones chinas.
Tambièn puedes leer: López Obrador esperará por el TSJ y Lula y Petro no toman posición frente a Venezuela
Mientras tanto, las compañías chinas han demostrado ser ágiles en su capacidad para adaptarse a las barreras comerciales. En lugar de simplemente aumentar sus exportaciones, han optado por construir fábricas en los mercados que imponen restricciones a sus productos. Esto les permite sortear los aranceles y continuar con su expansión global sin sacrificar su capacidad productiva superior. La estrategia ha sido clara: en lugar de chocar de frente con las barreras, las empresas chinas las rodean y se instalan en el corazón mismo de las economías que intentan bloquearlas.
Acumuladores eficientes
El caso de la industria de baterías para vehículos eléctricos es otro ejemplo claro de la capacidad productiva superior de China. La demanda global de baterías ha crecido exponencialmente, y las empresas chinas han liderado este mercado al establecer plantas en Europa y América Latina. Esto ha generado inquietud en Bruselas y Washington, que ven cómo las cadenas de suministro se están orientando cada vez más hacia Pekín. Incluso con las barreras arancelarias, la capacidad de China para fabricar estos productos clave sigue creciendo, lo que refuerza su dominio en el sector.
Las cifras respaldan esta afirmación. Según FDI Intelligence, las inversiones extranjeras directas de China en fábricas alcanzaron un récord en 2023, con más de 78.300 millones de dólares destinados a nuevas instalaciones en sectores estratégicos. Esta industrial ha permitido a China asegurar una posición dominante en áreas como la energía solar, la producción de vehículos eléctricos y la tecnología de baterías de expansión, lo que ha reforzado su capacidad productiva superior frente a sus competidores.

Sobre el cadáver de Trump
En medio de este escenario, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido uno de los críticos más vehementes de la expansión china. Durante un reciente debate con Kamala Harris, Trump advirtió sobre la construcción de grandes fábricas chinas en México, afirmando que estas plantas están destinadas a abastecer el mercado estadounidense, lo que afectaría a los fabricantes locales. Esta retórica se ha visto acompañada por una serie de medidas proteccionistas, incluyendo aranceles y restricciones a las importaciones chinas.
En Europa, la situación no es muy diferente con respecto a la capacidad productiva superior de China. La Unión Europea ha impuesto aranceles provisionales a los vehículos eléctricos chinos, aunque muchos líderes europeos han expresado su preocupación por las posibles consecuencias de una guerra comercial total con China. El primer ministro español, Pedro Sánchez, ha abogado por una solución negociada, subrayando que Europa no necesita otra guerra comercial y que es necesario buscar un acuerdo con China en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Tambièn puedes leer: Chile reaviva chimeneas del turismo con billetes renminbi llegados de China
¿Amenazas a las economías?
El dilema para Occidente es claro: si bien la capacidad productiva superior de China representa una amenaza para las economías de Estados Unidos y Europa, también es una oportunidad para modernizar sectores clave, como el de la energía renovable. Muchas empresas chinas han demostrado estar dispuestas a compartir su tecnología y conocimientos con sus socios internacionales, lo que podría ser beneficioso para las economías que buscan liderar la transición hacia un futuro más verde.
La demonización de China por parte de Estados Unidos y la Unión Europea se debe en gran medida a la capacidad productiva superior del gigante asiático, que ha logrado expandirse a nivel global a través de una red de fábricas y plantas de producción. Aunque las barreras comerciales y los aranceles intentan frenar este avance, la realidad es que China ha sabido adaptarse y continuar con su expansión, aprovechando su ventaja en sectores clave como el de los vehículos eléctricos y la energía renovable. Frente a esta realidad, Occidente se enfrenta al desafío de encontrar un equilibrio entre proteger sus mercados internos y aprovechar las oportunidades que ofrece la cooperación con China en un mundo cada vez más interconectado.

