La compleja y multifacética realidad de las economías emergentes del mundo siempre ha desafiado los pronósticos más precisos. Con la agudización de la rivalidad geopolítica y el aumento de las tensiones comerciales, el bloque BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica—, ha emergido como un potencial baluarte económico para países no alineados. Pero, ¿es esta coalición una tabla de salvación?
Desde su creación en 2006, ha demostrado ser un catalizador potente en la economía mundial. Según datos del Banco Mundial, en 2022, los países que lo constituyen representaron cerca del 25% del PIB mundial, un aumento considerable del 16% en 2006. «Estos países son fuerzas ineludibles en la economía global», señala Michael A. Peterson, economista del Peterson Institute for International Economics.
BRICS con instituciones propias
El bloque también se ha esforzado por establecer instituciones propias, como el Banco de Desarrollo de BRICS y el Acuerdo de Reserva de Contingencia, que permiten a sus miembros pedir prestado en caso de crisis financieras. Esto ofrece a países no alineados un margen de maniobra financiera sin la dependencia de instituciones occidentales, lo que se traduce en una mayor soberanía económica.
Además, la alianza ofrece un mercado de más de 3 mil millones de personas, lo que proporciona oportunidades de negocio inmensas para cualquier nación. «El potencial de crecimiento, especialmente en áreas como tecnología y energía renovable, es colosal», afirma la economista india Arundhati Das.
Sin embargo, las ventajas también vienen con desventajas. La adhesión a BRICS tiene implicaciones geopolíticas importantes que podrían llevar a conflictos con los poderes occidentales. Como apunta Paul T. Levin, experto en geopolítica en la Universidad de Estocolmo, «la membresía en BRICS puede ser vista por algunos como un rechazo al orden económico y político dominado por Occidente, lo que puede generar fricciones».
Restar fuerza al dólar
Asimismo, aunque BRICS ofrece un escape a la dependencia del dólar estadounidense, su estabilidad financiera no está garantizada. Por ejemplo, la economía de Brasil ha estado en una montaña rusa en los últimos años, afectada por la corrupción y las crisis políticas.
Además, la dominancia de China dentro de BRICS plantea dudas sobre la distribución equitativa del poder. «China, con la economía más grande del grupo, tiene una influencia desproporcionada, lo que puede generar tensiones internas», advierte Levin.
Pareciera en última instancia que aunque BRICS puede ofrecer a los países no alineados un soporte económico y una alternativa al dominio occidental, también trae consigo desafíos geopolíticos significativos. Como en cualquier estrategia geopolítica y económica, el análisis cuidadoso y la consideración de las ventajas y desventajas son cruciales. En palabras de Peterson, «BRICS no es una panacea, pero ciertamente es un jugador que ya no puede ser ignorado en el ajedrez de la economía global».
Breve historia de la alianza
A continuación, se presenta un resumen de los aspectos clave relacionados con el BRICS:
Objetivos: Tiene como objetivo principal promover la cooperación económica, financiera y política entre sus miembros. Busca fortalecer su influencia colectiva en el escenario mundial y abogar por un sistema internacional más equitativo y multipolar.
Diálogo y cooperación: Proporciona un foro para el diálogo y la cooperación entre sus miembros. Se celebran cumbres anuales, así como reuniones ministeriales y técnicas en diversos campos, para discutir temas de interés común y buscar soluciones conjuntas.
Mecanismos financieros: Ha establecido instituciones financieras conjuntas, como el Banco de Desarrollo del BRICS y el Acuerdo de Reservas de Contingencia del BRICS.
Cooperación sectorial: Colabora en áreas como comercio, inversión, ciencia y tecnología, energía, agricultura, educación y cultura. Se fomentan los intercambios y se promueve la colaboración en estos sectores para impulsar el crecimiento y el desarrollo sostenible.
Posiciones conjuntas en asuntos globales: Busca coordinar sus posiciones en asuntos globales de importancia, como el cambio climático, la gobernanza económica mundial, la lucha contra el terrorismo y la paz y seguridad internacionales. Los países miembros buscan tener una voz unificada en estos temas y promover soluciones basadas en el consenso.