En una reunión de trabajo, durante un examen crucial o en plena conversación cotidiana, la experiencia es desconcertante e incómoda: cuando el cerebro se queda en blanco, la mente se sumerge en un vacío repentino, incapaz de recuperar ideas o palabras, generando una breve pero intensa frustración. Este fenómeno, percibido a menudo como un simple lapsus, ha intrigado profundamente a la ciencia cognitiva. Diversos investigadores intentan descifrar qué ocurre exactamente en esos segundos en los que el cerebro parece suspender su actividad consciente.
Miguel Ángel Criado, cofundador de Materia y especializado en temas como tecnología, inteligencia artificial y antropología desde 2014, abordó recientemente esta cuestión en un artículo titulado: “El cerebro se ‘duerme’ cuando se queda en blanco”, publicado en EL PAÍS de España. Criado, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, sintetiza los avances más recientes sobre este estado cerebral, destacando que las investigaciones sugieren que el cerebro entra en una condición muy similar al sueño, caracterizada por patrones específicos de actividad neuronal y por una alteración en la conectividad entre distintas zonas cerebrales.
Cuando el cerebro se queda en blanco
La ciencia señala que cuando el cerebro se queda en blanco, no simplemente deja de pensar, sino que ingresa en un patrón único y diferenciado de actividad cerebral, distinto a cualquier otro estado mental. Athena Demertzi, directora del Laboratorio de Fisiología del Conocimiento de la Universidad de Lieja, Bélgica, y coautora del estudio publicado en Trends in Cognitive Sciences, explica que este fenómeno podría tratarse de un tipo de intrusión local del sueño. Durante estos lapsus, se ha observado en los electroencefalogramas la aparición de ondas cerebrales lentas similares a las registradas durante las fases más profundas del sueño.
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Este estado peculiar de interrupción de la actividad mental activa sugiere que cuando el cerebro se queda en blanco, algunas regiones neuronales se encuentran al borde de la somnolencia, actuando de manera menos eficiente, mientras el individuo permanece despierto. Es como si una pequeña parte del cerebro estuviese dormitando, interfiriendo temporalmente en los procesos normales del pensamiento y la memoria. Estos episodios podrían vincularse a una especie de “sobrecarga” momentánea, donde las redes neuronales sufren un exceso de conectividad, generando breves períodos de desconexión cognitiva.
Fatiga extrema, estrés o privación de sueño
El fenómeno de “mente en blanco” no solo ocurre durante actividades intensas de concentración mental. Thomas Andrillon, investigador del Instituto del Cerebro de París y coautor del estudio, menciona que cuando el cerebro se queda en blanco, también puede estar relacionado con momentos de fatiga extrema, estrés o privación de sueño, factores comunes en la vida cotidiana. Las investigaciones destacan particularmente cómo individuos con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) presentan mayores índices de estos episodios, relacionados con los frecuentes trastornos del sueño que acompañan a esta condición.
Desde la Universidad de Edimburgo, Adriana Alcaraz aporta otro ángulo interpretativo: cuando llega un lapsus mentis podría estar ingresando en lo que la neurociencia denomina un “estado por defecto”, similar a cuando la mente divaga libremente sin fijarse en nada específico. Este estado por defecto se vincula a momentos en los que no existe una tarea clara que realizar, dejando al cerebro “en reposo”, pero alerta. Alcaraz subraya la importancia de este enfoque, señalando que explorar qué sucede cuando no hacemos nada nos ofrece un acercamiento único para comprender la base fundamental del funcionamiento cerebral.
¿Y la meditación?
Estos estudios son relevantes porque, además de revelar cómo opera la mente durante breves interrupciones cognitivas, permiten investigar estados cerebrales más complejos como la estados cerebrales profunda o ciertos estados del sueño difíciles de explorar en condiciones experimentales. Cuando el cerebro se queda en blanco, además de incomodar o desconcertar, ofrece a los científicos un fenómeno invaluable para entender mejor el espectro completo de la actividad cerebral humana, desde la vigilia alerta hasta los estados más profundos de relajación o somnolencia.

Otro aspecto fascinante del estudio de estos lapsus mentales es cómo se producen en contextos variados. Según datos experimentales, cuando el cerebro se queda en blanco ocurre con una frecuencia de hasta el 10% del tiempo durante tareas cognitivas realizadas en laboratorio. Estas cifras, aunque iniciales, muestran que es un fenómeno frecuente en condiciones controladas, lo que podría extrapolarse a la vida cotidiana con implicaciones significativas en contextos laborales y educativos.
Ayudar a mitigar su impacto
Comprender mejor estos lapsus también podría ayudar a mitigar su impacto. Las estrategias derivadas de estos estudios podrían incluir recomendaciones prácticas sobre la gestión del estrés y la optimización de los ciclos de sueño para reducir su incidencia. Además, para personas diagnosticadas con TDAH, estos estudios podrían ser clave en la creación de intervenciones que minimicen los efectos disruptivos de los episodios frecuentes de quedarse en blanco.
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La investigación de Demertzi, Andrillon y sus colegas sugiere asimismo que cuando el cerebro se queda en blanco, la mente está potencialmente beneficiándose de un breve “reinicio”. Esta pausa, aunque involuntaria, podría ser una reacción adaptativa, permitiendo al cerebro recuperarse rápidamente y reconectar con mayor eficacia tras un breve descanso forzado.
Acerca del descanso mental
Finalmente, el interés científico por el fenómeno refleja también una creciente conciencia social sobre la necesidad de otorgar importancia al descanso mental en una época caracterizada por la sobrecarga informativa. Cuando el cerebro se queda en blanco, quizá esté ofreciendo una señal para recordar la importancia de detenernos ocasionalmente, permitiendo que la mente tenga espacio para recuperarse y reorganizarse, enfatizando así la importancia de la pausa como una práctica saludable.
En conclusión, cuando el cerebro se queda en blanco, lejos de ser un simple accidente mental sin explicación, representa un complejo mecanismo neuronal que permite al cerebro reorganizarse en medio de tareas exigentes o situaciones de estrés. Estos lapsus no solo informan sobre cómo funciona el cerebro bajo presión, sino que también abren puertas a nuevas investigaciones sobre el descanso cognitivo, el manejo del estrés y la optimización del rendimiento mental en múltiples contextos de nuestra vida diaria. La ciencia continúa estudiando estos intrigantes episodios, revelando que cada vez que la mente experimenta este breve vacío, se ofrece una oportunidad única para conocer mejor los misteriosos rincones de la cognición humana.