Tres palancas para acelerar el crecimiento económico en América Latina: ¿Un camino real?

Durante más de dos siglos, América Latina ha intentado sacudirse los últimos heredados de un pasado colonial que sigue haciendo sombra sobre su presente. Los constantes intentos de formular un modelo de desarrollo propio, alejado de la dependencia de materias primas y de una economía extractivista, no han logrado consolidar un rumbo sostenible. El crecimiento económico en América Latina ha sido más una aspiración que una realidad concreta, enfrentando obstáculos estructurales como la desigualdad, la corrupción institucional y la baja productividad. En este panorama complejo, emergen tres fuerzas como posibles catalizadores de una transformación: la inteligencia artificial, las multilatinas y las ciudades. ¿Podrían estas tres palancas trazar por fin el camino real hacia un crecimiento sostenido y equitativo?

El planteamiento no es nuevo, pero ha cobrado renovado vigor en el ensayo: “América Latina y el crecimiento económico: ciudades, inteligencia artificial y multilatinas”, firmado por Ramón Casilda Béjar, Andrés Pedreño y Alfonso Vegara, y publicado recientemente en el portal del diario EL PAÍS de España. Los autores no solo cuentan con un prestigioso respaldo académico y profesional —Casilda Béjar es profesora universitaria y presidenta de la Asociación de Empresas Multilatinas en España; Pedreño es catedrático de Economía Aplicada y presidente de Torre Juana OST-IA; Vegara es doctor arquitecto, urbanista y presidente de la Fundación Metrópoli—, sino que también ofrece una visión integradora que llama a repensar profundamente las estrategias de desarrollo en la región.

Crecimiento económico en América Latina

El crecimiento económico en América Latina, según señalan los autores, ha mostrado un pobre desempeño en la última década. Entre 2014 y 2024, el crecimiento promedio osciló entre el 0,8% y el 1%, cifras incluso peores que las registradas durante la llamada “década perdida” de los años ochenta. Aunque el Banco Mundial proyecta un modesto repunte del 2,5% para 2025, esto sigue siendo insuficiente para reducir de manera significativa la pobreza y la desigualdad. Alcanzar un crecimiento superior al 4% requiere más que ajustes coyunturales; exige un cambio estructural del modelo económico. Aquí es donde entrar en juego las tres palancas propuestas: tecnología, urbanismo y empresas globales.

La inteligencia artificial representa la primera palanca, y tal vez la más disruptiva. Con capacidad para redefinir sectores enteros, desde el agro hasta los servicios financieros, la IA promete no solo eficiencia sino también una mayor inclusión si se utiliza adecuadamente. Sin embargo, los beneficios no llegarán de forma automática. Las brechas digitales, la infraestructura deficiente y la falta de talento capacitado son enormes desafíos que podrían convertir la IA en una fuente más de desigualdad si no se abordan con políticas públicas decididas. Las cifras revelan que entre el 26% y el 38% de los empleos en América Latina están expuestos a transformaciones por la IA. Pero solo entre el 2% y el 5% de estos podrían ser completamente automatizados, lo que sugiere que el verdadero reto está en cómo adaptarse y aprovechar esta tecnología más que temerle.

En este panorama complejo, emergen tres fuerzas como posibles catalizadores de una transformación: la inteligencia artificial, las multilatinas y las ciudades. ¿Podrían estas tres palancas trazar por fin el camino real hacia un crecimiento sostenido y equitativo? Ilustración MidJourney

El camino de las multilatinas

El crecimiento económico en América Latina también puede ser impulsado por las llamadas multilatinas: empresas nacidas en la región que han logrado proyectarse a nivel internacional. Su éxito no es casual. Desde mediados de los años noventa, estas compañías han sabido navegar en contextos económicos volátiles, aprovechando las oportunidades que ofrece un entorno global cada vez más interconectado. Sin embargo, aún enfrentan enormes obstáculos para expandirse y consolidarse como verdaderos «campeones globales». La región necesita crear un ecosistema más favorable para la internacionalización de estas firmas, con regulaciones adecuadas, incentivos a la inversión y políticas de apoyo que prioricen el conocimiento, la innovación y la creación de empleo de calidad.

En tercer lugar, las ciudades emergen como espacios clave para el desarrollo económico. En un continente que ya es mayoritariamente urbano, los centros urbanos concentran no solo la población sino también los recursos humanos, financieros y tecnológicos necesarios para transformar el modelo productivo. Las llamadas “ciudades inteligentes” no son una utopía futurista, sino una necesidad imperativa. Desde el transporte sostenible hasta la gestión de residuos, pasando por la educación y la salud digitalizada, los municipios tienen un enorme potencial como laboratorios vivos de innovación y sostenibilidad. Pero, una vez más, esto dependerá de la voluntad política y de la articulación entre los sectores público y privado.

Tierra fértil para la IA

El crecimiento económico en América Latina, según Casilda Béjar, Pedreño y Vegara, no podrá lograrse mientras se mantenga una estructura basada exclusivamente en la exportación de materias primas. Esta dependencia histórica condena a los países de la región a ciclos de bonanza efímeros y crisis prolongadas. La verdadera transformación pasa por adoptar un modelo productivo más sofisticado, con un alto componente tecnológico, capaz de generar valor añadido y empleo digno. En este contexto, la IA podría jugar un papel crucial si se convierte en una herramienta accesible para las pequeñas y medianas empresas, que constituyen la mayoría del tejido empresarial latinoamericano.

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Además, los expertos advierten sobre un riesgo latente: si la IA y otras tecnologías avanzadas siguen siendo desarrolladas exclusivamente fuera de la región, América Latina perderá la oportunidad de subirse a la ola de la innovación global. Para evitar esto, será imprescindible fortalecer el ecosistema local de ciencia, tecnología y emprendimiento. Esto incluye inversiones masivas en educación, conectividad digital, propiedad intelectual y regulación adecuada. Sin estos pilares, cualquier intento de modernización quedará reducido a eslóganes vacíos.

Decidir por la productividad

El crecimiento económico en América Latina necesita de una visión audaz. No basta con mejorar indicadores macroeconómicos si eso no se traduce en mejoras concretas en la calidad de vida de la población. La región debe apostar por una alianza estratégica entre el Estado, la empresa privada y la sociedad civil, con políticas públicas que fomenten la innovación, reduzcan las desigualdades y promuevan una economía más verde e inclusiva. La IA no debe ser vista como una amenaza, sino como una herramienta poderosa para cerrar brechas, siempre que su implementación esté guiada por principios éticos y de equidad.

Por otra parte, resulta imperativo replantear el papel de las ciudades. Estos no solo deben ser vistas como centros de consumo, sino como motores productivos. Urbanismos bien planificados, transporte eficiente, espacios verdes, acceso a servicios digitales y políticas de inclusión pueden marcar una diferencia radical en la manera como se genera riqueza. Las ciudades pueden ser, literalmente, fábricas de futuro si se convierten en plataformas de conocimiento, conectividad y emprendimiento.

El crecimiento económico en América Latina, según señalan los autores, ha mostrado un pobre desempeño en la última década. Entre 2014 y 2024, el crecimiento promedio osciló entre el 0,8% y el 1%, cifras incluso peores que las registradas durante la llamada “década perdida” de los años ochenta. Ilustración MidJourney.

Integrar a las tres palancas

El crecimiento económico en América Latina está, sin duda, en una encrucijada histórica. A diferencia de otros momentos, ahora cuenta con herramientas que pueden acelerar su transformación estructural. La IA, las multilatinas y las ciudades no son elementos decorativos de un nuevo discurso político, sino componentes centrales de una estrategia realista y necesaria. La clave está en cómo se integran estas palancas con las realidades sociales y económicas de cada país. No hay recetas mágicas, pero sí principios claros: más innovación, más colaboración público-privada y una orientación decidida hacia la equidad.

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El reto es colosal, pero no inalcanzable. América Latina debe dejar de ser vista como un simple mercado emergente y asumir un papel protagónico en la economía global. Para lograrlo, necesita actuar ahora, con determinación, inteligencia y sentido de propósito. Si estas tres palancas logran articularse de forma coherente y sostenida, es posible que, por primera vez en mucho tiempo, el crecimiento económico en América Latina deje de ser una promesa postergada y se convierta en una realidad tangible para millones de personas.

 

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