¿Quién es en última instancia el propietario de los activos digitales de Coinbase?

Cuando Coinbase presentó sus resultados financieros trimestrales, algo llamó la atención de los analistas: gran parte de sus activos y pasivos desaparecieron del saldo. La plataforma de intercambio de criptomonedas, que al 30 de septiembre poseía activos valorados en 291.000 millones de dólares, pasó a registrar solo 23.000 millones al cierre del año. No fue una pérdida económica, sino un cambio en su tratamiento contable de los activos digitales de Coinbase. Este ajuste contable reavivó una pregunta que ha generado incertidumbre en el mercado: ¿quién es, en última instancia, el propietario de los activos digitales de Coinbase? Aunque la compañía insiste en que pertenece a los clientes, las advertencias en sus informes financieros han dejado en claro que el asunto sigue sin resolverse de manera definitiva.

El reportaje original que expone esta problemática fue escrito por Jonathan Weil para The Wall Street Journal bajo el título: “Una pregunta persistente en Coinbase: ¿Quién es realmente el propietario de las criptomonedas de los clientes?”. Weil es un periodista financiero con una trayectoria que abarca desde Bloomberg News hasta la firma de asesoría Glass Lewis & Co. Su experiencia en el análisis de contabilidad y mercados lo llevó a cuestionar las prácticas contables de Enron en el año 2000, siendo el primer reportero en advertir sobre irregularidades antes del colapso de la compañía. En su reciente publicación, Weil expone cómo la eliminación de los activos digitales de Coinbase de su balance financiero ha reactivado un debate de fondo sobre la seguridad jurídica de las criptomonedas en custodia.

Activos digitales de Coinbase

El problema central radica en que los clientes de Coinbase depositan sus criptomonedas en la plataforma con la expectativa de que sus activos sean tratados como fondos privados. Sin embargo, las normativas contables aplicadas en los últimos años han oscilado entre reconocer estas criptomonedas como parte del balance de Coinbase o separarlas completamente de su contabilidad. Este último cambio, motivado por la rescisión del SAB 121 por parte de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), permitió que Coinbase redujera el tamaño de su saldo. La pregunta clave es si este ajuste contable tiene implicaciones en la propiedad real de los activos digitales de Coinbase.

El problema central radica en que los clientes de Coinbase depositan sus criptomonedas en la plataforma con la expectativa de que sus activos sean tratados como fondos privados. Sin embargo, las normativas contables aplicadas en los últimos años han oscilado entre reconocer estas criptomonedas como parte del balance de Coinbase o separarlas completamente de su contabilidad. Ilustración MidJourney

Los antecedentes de este debate se remontan a 2022, cuando la SEC publicó el Boletín de Contabilidad del Personal No. 121 ( SAB 121 ), estableciendo que los criptoactivos en custodia debían registrarse en los balances de las empresas. La justificación radicaba en los riesgos legales y tecnológicos inherentes a la custodia de criptomonedas, algo que no ocurre con activos tradicionales como acciones o bonos. Bajo esta normativa, Coinbase reconocía tanto los activos digitales de Coinbase como un pasivo de igual magnitud, reflejando su responsabilidad ante los clientes. Pero con la eliminación de la SAB 121, la compañía dejó de reportar estas cifras en su balance, alineándose con el tratamiento que se da a los activos bajo custodia en la banca tradicional.

Diferentes escenarios

Sin embargo, la eliminación de estos datos no implica que la cuestión de la propiedad esté resuelta. De hecho, en sus propias declaraciones a los inversionistas, Coinbase ha anunciado desde 2022 que, en caso de una quiebra, los clientes podrían ser considerados acreedores no garantizados. En otras palabras, los activos digitales de Coinbase podrían entrar en la masa de liquidación de la empresa, lo que generaría pérdidas significativas para los usuarios. A pesar de que Coinbase ha diseñado sus acuerdos contractuales con la intención de evitar este escenario, el hecho de que no existen precedentes legales claros en torno a los criptoactivos deja la cuestión abierta.

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Este tipo de incertidumbre ha sido un factor determinante en el escaso interés de los bancos tradicionales en ofrecer servicios de custodia de criptomonedas. A diferencia de instituciones como Northern Trust, que manejan billones de dólares en activos bajo custodia sin incluirlos en su balance, los criptoactivos aún no gozan de un estatus legal uniforme que garantiza que su propiedad siempre recaiga en el cliente. Cuando plataformas como BlockFi, Celsius Network, Genesis Global Capital y Voyager Digital Holdings se declararon en quiebra en 2022 y 2023, los jueces fallaron en contra de los clientes, determinando que sus criptoactivos formaban parte de los activos de la empresa en liquidación. Estos precedentes han encendido alarmas sobre lo que podría ocurrir si Coinbase enfrentará problemas financieros en el futuro.

Fiesta en el círculo críptico

El cambio de política contable relacionada con los activos digitales de Coinbase, ha sido celebrado por la industria de las criptomonedas, que lo ve como un paso hacia la legitimación del sector. La existencia del SAB 121 había sido criticada por su efecto disuasorio sobre la adopción institucional de las criptomonedas, pues al obligar a los custodios a incluir estos activos en sus balances, aumentaba los requerimientos de capital y restringía su rentabilidad. Ahora que la SAB 121 ha sido eliminada, bancos y firmas financieras tradicionales podrían incursionar más fácilmente en el negocio de la custodia de criptoactivos, aumentando la competencia para Coinbase.

En este sentido, algunos actores como Bank of New York Mellon han logrado exenciones regulatorias que les han permitido ofrecer servicios de custodia de criptomonedas sin los obstáculos que enfrenta Coinbase. No obstante, la volatilidad en las interpretaciones contables sigue siendo un problema. Si la orientación de la SEC puede cambiar con cada administración presidencial, los reguladores bancarios pueden volver a imponer restricciones que afectan la viabilidad del negocio. Para los bancos, la incertidumbre sobre la regulación futura sigue siendo un motivo de cautela.

Los antecedentes de este debate se remontan a 2022, cuando la SEC publicó el Boletín de Contabilidad del Personal No. 121 ( SAB 121 ), estableciendo que los criptoactivos en custodia debían registrarse en los balances de las empresas. La justificación radicaba en los riesgos legales y tecnológicos inherentes a la custodia de criptomonedas, algo que no ocurre con activos tradicionales como acciones o bonos. Ilustración MidJourney.

¿Y si el viento sopla en contra?

Más allá del impacto en el sector financiero, lo que preocupa a los clientes de Coinbase es la falta de claridad sobre lo que realmente ocurriría con sus fondos en un escenario adverso. Si bien la empresa ha insistido en que su estructura contractual protege la propiedad de los usuarios, la falta de precedentes judiciales sigue pesando sobre el mercado. Coinbase ha eliminado de su saldo la partida que antes denominaba “protección de los activos criptográficos de los clientes”, pero la advertencia sobre el posible riesgo en caso de quiebra permanece intacta en sus informes financieros. Esto indica que la duda sobre la verdadera propiedad de los activos digitales de Coinbase sigue sin resolverse.

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En última instancia, la seguridad de los criptoactivos en custodia sigue dependiendo de un entramado de normativas contables, decisiones judiciales y regulaciones en constante cambio. Mientras los tribunales no emiten un criterio definitivo sobre la propiedad de estos activos en caso de insolvencia, los clientes seguirán enfrentando incertidumbre. Coinbase ha ajustado su contabilidad para alinearse con la industria financiera tradicional, pero la pregunta que planteó Jonathan Weil en su reportaje sigue vigente: ¿quién es en última instancia el propietario de los activos digitales de Coinbase?

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