El sistema de comercio global en jaque. Así describen los expertos la situación que enfrenta la economía mundial tras la amenaza de Estados Unidos de imponer aranceles recíprocos a sus socios comerciales. La iniciativa, promovida por la administración de Donald Trump, ha generado preocupación entre los principales actores del comercio internacional, quienes advierten que este tipo de podrían tomar medidas de integración económica basadas en reglas. Con esta estrategia, EE.UU. busca responder a lo que considera prácticas desleales de sus competidores, pero a costa de poner en riesgo la estabilidad de los mercados y el orden comercial internacional.
El autor Ignacio García Bercero, investigador en Bruegel y exnegociador de la Unión Europea en acuerdos comerciales clave, publicó recientemente un análisis titulado: ¿Cómo debe responder la Unión Europea a los “aranceles recíprocos” de Trump? En su artículo, argumenta que la imposición de aranceles por parte de EE.UU. podría erosionar la estructura de la Organización Mundial del Comercio (OMC), además de aumentar la incertidumbre para empresas y gobiernos. Con una trayectoria de más de 30 años en el ámbito del comercio internacional, García Bercero ha sido testigo de los intentos de cooperación y las tensiones que han marcado la globalización económica. Su análisis parte de la premisa de que la decisión estadounidense no solo responde a cuestiones económicas, sino que también está cargada de implicaciones políticas que buscan redefinir el equilibrio global.
Sistema de comercio global en jaque
El sistema de comercio global en jaque se ha convertido en una preocupación recurrente para los líderes económicos del mundo. La imposición de aranceles como herramienta de presión podría desatar una guerra comercial a gran escala, similar a la que tuvo lugar entre EE.UU. y China durante la administración Trump. En este escenario, la OMC enfrenta una crisis de legitimidad, pues su capacidad para resolver disputas comerciales ha sido minada por la falta de consenso entre sus miembros y la inacción de los organismos encargados de mediar en los conflictos. A medida que EE.UU. refuerza su postura proteccionista, el riesgo de una fragmentación del sistema multilateral de comercio aumenta, con consecuencias imprevisibles para el desarrollo económico global.

Los efectos de los aranceles recíprocos se extienden más allá del ámbito comercial. La estabilidad política de muchos países depende en gran medida del acceso a mercados internacionales, y una escalada de medidas proteccionistas podría afectar sectores clave como la manufactura, la tecnología y la agricultura. Los países en desarrollo, que dependen de las exportaciones hacia las economías más grandes, serán los más perjudicados en este nuevo orden económico incierto. Al mismo tiempo, los consumidores en EE.UU. también podrían verse afectados por el encarecimiento de productos importados, lo que generaría inflación y reduciría el poder adquisitivo de la población.
Un asunto de consenso global
El sistema de comercio global en jaque no es una exageración ni un temor infundado. La posibilidad de que EE.UU. Imponga aranceles unilaterales a países de la Unión Europea y otras economías avanzadas podría desencadenar represalias que compliquen aún más el panorama. Si la UE responde con medidas similares, se daría inicio a una espiral de restricciones que acabaría afectando la inversión y la producción en todo el mundo. En este contexto, la búsqueda de alternativas multilaterales se vuelve fundamental, pero no está exenta de obstáculos. Los intentos previos de reformar la OMC han chocado con la falta de voluntad política, lo que dificulta la construcción de un consenso global frente a estas amenazas.
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Desde la perspectiva de García Bercero, la UE no puede permitirse actuar con pasividad. La respuesta de los socios comerciales de EE.UU. determinará el futuro del comercio internacional. En su análisis, el autor destaca que una acción coordinada entre la UE y otras economías afectadas podría enviar un mensaje claro de rechazo a las medidas unilaterales de Washington. Sin embargo, el margen de maniobra es limitado. La UE enfrenta divisiones internas y dificultades para adoptar una postura común frente a las agresivas políticas comerciales de EE.UU. Si bien algunos sectores abogan por una postura firme y represalia, otros advierten sobre los riesgos de profundizar la crisis económica global.
Preponderancia de la OMC
El sistema de comercio global en jaque también pone sobre la mesa el debate sobre el futuro de la OMC. Desde su creación en 1995, este organismo ha sido la principal garantía de un comercio basado en normas, pero su papel ha sido cuestionado en los últimos años. La falta de mecanismos efectivos para hacer cumplir sus decisiones y la incapacidad para adaptarse a los nuevos desafíos de la globalización han debilitado su autoridad. Si EE.UU. decide marginarse del sistema multilateral y otros países siguen su ejemplo, el comercio internacional podría entrar en una fase de incertidumbre sin precedentes.
El papel de China en esta ecuación no puede ser ignorado. Las tensiones comerciales entre EE.UU. y el gigante asiático han sido uno de los principales detonantes de la crisis actual. Washington argumenta que las prácticas económicas de Pekín, como los subsidios a empresas estatales y la restricción de acceso a su mercado, justifican la adopción de aranceles recíprocos. No obstante, muchos expertos advierten que la estrategia de EE.UU. podría resultar contraproducente, pues obligaría a China a reforzar su modelo económico ya acelerar su transición hacia una mayor autosuficiencia.

La globalización se está desvaneciendo
El sistema de comercio global en jaque es también una advertencia sobre los riesgos de una economía fragmentada. Si cada bloque económico decide adoptar medidas proteccionistas para defender sus intereses, la globalización como la conocemos podría desmoronarse. Esto significaría el fin de cadenas de suministro interconectadas y el retorno a economías más cerradas y dependientes del mercado interno. En este escenario, la innovación y el desarrollo tecnológico también podrían verse afectados, ya que la cooperación internacional es clave para el avance de sectores estratégicos como la inteligencia artificial, la biotecnología y la energía renovable.
La respuesta de la UE y otros actores del comercio internacional será determinante en los próximos meses. García Bercero insiste en que la mejor opción es fortalecer el multilateralismo y evitar caer en la trampa de una confrontación arancelaria sin fin. La posibilidad de convocar una cumbre del G20 para discutir el futuro del comercio global es una opción viable, pero su éxito dependerá de la disposición de las grandes economías para negociar soluciones en lugar de imponer sanciones.
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El sistema de comercio global en jaque es una realidad innegable. Las decisiones que se tomen en el corto plazo definirán el futuro de la economía mundial. Si los líderes internacionales no logran establecer un diálogo constructivo y evitar una escalada de proteccionistas, las consecuencias serán profundas y duraderas. La historia ha demostrado que las guerras comerciales solo generan inestabilidad y crisis económica. La pregunta clave es si los líderes actuales serán capaces de aprender de los errores del pasado o si, por el contrario, repetirán los mismos patrones que llevaron a colapsos económicos en otras épocas.