Vivir debajo de un puente ante la falta de vivienda es una opción milenaria en Europa

La falta de vivienda es una problemática que ha afectado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. En Europa, la historia nos muestra cómo la crisis habitacional no es exclusiva de los tiempos modernos. A lo largo de los siglos, personas de bajos recursos han tenido que recurrir a vivir en condiciones extremadamente precarias, y una de las opciones más notables ha sido la de habitar debajo de puentes. Aunque en la actualidad esto se ve como un último recurso, para algunos sigue siendo una alternativa, ya sea por la escasez de viviendas accesibles o por las dificultades para acceder a un alquiler digno.

Rosario Moreno Soldevil, catedrática de Filología Latina en la Universidad Pablo de Olavide y colaboradora del portal The Conversation, ha explorado la historia detrás de esta problemática en su artículo titulado “’No puedo pagar el alquiler’: una queja que dura dos mil años”. En su trabajo, Moreno Soldevil hace referencia a textos antiguos, incluyendo los famosos Epigramas de Marcial, para ilustrar cómo la falta de vivienda en la antigua Roma ya era un tema recurrente. En esos tiempos, las personas menos afortunadas habitaban en insulae, edificios de viviendas de baja calidad que a menudo eran peligrosos. Marcial mismo, un inmigrante que llegó a Roma desde su Hispania natal en busca de fortuna, documentaba las dificultades que enfrentaban los habitantes de la ciudad para encontrar un lugar donde vivir, un desafío que, según la autora, sigue vigente en muchos lugares de Europa.

La falta de vivienda es milenaria

La falta de vivienda en la antigua Roma, al igual que en las grandes urbes actuales, empujaba a los más desfavorecidos a ocupar los márgenes de la sociedad. Al igual que en la capital imperial, las grandes ciudades de hoy, como París, Londres y Madrid, continúan luchando con los altos costos del alquiler y la especulación inmobiliaria. Para aquellos que no pueden permitirse pagar una renta, la única opción que les queda es recurrir a soluciones temporales y poco convencionales, como vivir en refugios improvisados ​​o debajo de puentes. Esta realidad no solo es una cuestión de recursos limitados, sino también de cómo las ciudades modernas han fallado en proporcionar soluciones habitacionales a largo plazo para sus habitantes.

La falta de vivienda en la antigua Roma, al igual que en las grandes urbes actuales, empujaba a los más desfavorecidos a ocupar los márgenes de la sociedad. Al igual que en la capital imperial, las grandes ciudades de hoy, como París, Londres y Madrid, continúan luchando con los altos costos del alquiler y la especulación inmobiliaria. Ilustración MidJourney

Vivir debajo de un puente en Europa, aunque suene como una imagen sacada de un libro de historia, sigue siendo una opción para muchos. La falta de vivienda ha alcanzado niveles críticos en diversas ciudades europeas, ya pesar de los esfuerzos por ofrecer viviendas sociales o refugios temporales, miles de personas continúan sin un techo sobre sus cabezas. En Roma, durante el imperio de Marcial, las viviendas eran escasas y costosas, y aquellos que no podían pagar el alquiler eran, muchas veces, desalojados de sus hogares sin previo aviso. Según Rosario Moreno Soldevil, los textos antiguos de Marcial reflejan la crudeza de una realidad que aún hoy se siente en las calles europeas.

El costo de vivir en las urbes

Para aquellos que no logran acceder a una vivienda digna, vivir debajo de un puente no es una elección fácil, sino una medida desesperada ante la falta de opciones. Tal como sucedía en Roma, la gente que hoy vive en estas condiciones lo hace porque no puede asumir los altos costos de vida en las grandes urbes. Según estudios recientes, la desigualdad en el acceso a la vivienda en Europa ha alcanzado niveles de alarmantes. Los gobiernos, a pesar de los esfuerzos, no han podido garantizar un acceso equitativo a un hogar, dejando a muchas personas en situación de calle. En este contexto, los puentes de ciudades como París o Budapest han servido como refugio temporal para aquellos que no tienen otro lugar a dónde ir.

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Marcial, en sus escritos antiguos, reflejaba una profunda frustración con el sistema habitacional de su época. Al igual que hoy, la gente de a pie en Roma luchaba para poder pagar el alquiler, y aquellos que no podían permitírselo terminaban viviendo en la periferia, a menudo en condiciones infrahumanas. Rosario Moreno Soldevil menciona en su artículo cómo Marcial, en uno de sus epigramas, describe a una familia siendo desalojada por no poder pagar la renta, llevándose consigo todas sus pertenencias y dirigiéndose hacia su nuevo hogar: debajo de un puente. Esta imagen sigue siendo simbólica de la situación que enfrentan muchas personas en la actualidad, donde la fata de vivienda se ha convertido en un privilegio más que en un derecho.

Los salarios de pobreza

La falta de vivienda no solo afecta a los más pobres, sino también a aquellos que, a pesar de tener empleos, no ganan lo suficiente para cubrir los costos de alquiler. En las grandes ciudades europeas, el precio de la vivienda ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, impulsado por la especulación inmobiliaria y la acumulación de propiedades por parte de los más ricos. Rosario Moreno Soldevil señala en su artículo cómo, ya en la antigua Roma, los ricos acumulaban casas y propiedades, mientras los pobres luchaban por encontrar un lugar donde dormir. Esta dinámica de desigualdad sigue viva en las ciudades modernas, donde los barrios más cotizados están fuera del alcance de la mayoría de la población.

Los gobiernos, a pesar de los esfuerzos, no han podido garantizar un acceso equitativo a un hogar, dejando a muchas personas en situación de calle. En este contexto, los puentes de ciudades como París o Budapest han servido como refugio temporal para aquellos que no tienen otro lugar a dónde ir. Ilustración MidJourney.

El problema no radica solo en la falta de vivienda, sino también en la falta de políticas efectivas que garanticen un acceso igualitario a una vivienda digna. En la antigua Roma, como en muchas ciudades de Europa hoy, la responsabilidad de proporcionar un hogar recaía casi exclusivamente en el individuo, lo que dejaba a los más vulnerables en una situación de desventaja. Los gobiernos actuales, a pesar de las declaraciones constitucionales que reconocen el derecho a una vivienda adecuada, siguen fallando en implementar soluciones sostenibles que responden a esta necesidad básica. Mientras tanto, aquellos que no pueden pagar el alquiler continúan viviendo en las sombras de la sociedad, refugio buscando donde pueden, incluso debajo de puentes.

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Vivir debajo de un puente no es solo una imagen de desesperación, sino también una muestra de cómo las ciudades europeas han fracasado en su promesa de proporcionar un hogar para todos. Rosario Moreno Soldevil, en su análisis de los textos de Marcial, señala que esta situación no es nueva, pero lo que es sorprendente es que dos mil años después, la falta de vivienda sigue siendo un problema sin resolver. En lugar de ser una reliquia del pasado, la opción de vivir en refugios improvisados ​​sigue siendo una realidad cotidiana para muchos en Europa. La historia se repite, y las ciudades modernas, a pesar de sus avances tecnológicos y sociales, no han podido resolver un problema que ha perseguido a la humanidad durante milenios.

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