En un mundo que se enorgullece de avances en igualdad de género y derechos, la realidad para muchas mujeres en el ámbito de la ciencia y el reconocimiento académico sigue siendo desalentadora. Los Premios Nobel, que se entregan anualmente a los más destacados investigadores y académicos, reflejan una verdad incómoda: este galardón, al igual que el mundo real, es profundamente excluyente para las mujeres. Aunque ha habido algunos avances en la inclusión de mujeres, los números cuentan una historia diferente: las mujeres siguen siendo relegadas a un segundo plano en el reconocimiento de sus logros científicos.
El quinteto de investigadoras Lorena Fernández Álvarez, Anabel Forte Deltell, Conchi Lillo, Raquel Villacampa Gutiérrez y Teresa Valdés-Solís Iglesias, todas colaboradoras en el portal The Conversation, destacaron esta problemática en su artículo «Siempre los mismos: ¿por qué los Nobel siguen Invisibilizando a tantas científicas?». Este material presenta un análisis contundente sobre la exclusión de las mujeres en los Premios Nobel desde su creación en 1901. A pesar de que Marie Skłodowska-Curie rompió barreras al convertirse en la primera mujer en recibir el Nobel en 1903, los números revelan que solo un pequeño porcentaje de mujeres han sido galardonadas en las categorías de ciencia. Este patrón se repite año tras año es, sin duda, excluyente para las mujeres.
El Nobel: excluyente para las mujeres
Los datos son alarmantes. De las 121 convocatorias de los premios Nobel, solo en 42 ocasiones al menos una mujer ha sido galardonada. Pero lo más preocupante es que en los campos de la ciencia, los porcentajes son mínimos: solo un 5,7% de los premios de Fisiología o Medicina han ido a mujeres, mientras que, en Química y Física, la cifra es aún más baja, con un 4,1% y un 2,2% respectivamente. Este patrón de exclusión no es casual; como explican las investigadoras, las mujeres científicas han sido sistemáticamente ignoradas a lo largo de la historia, a pesar de haber realizado contribuciones fundamentales a sus campos. No se trata solo de las etapas iniciales del premio, sino también de situaciones recientes como la de 2016 y 2017, cuando ninguna mujer fue galardonada en ninguna de las categorías, algo que destaca cómo el sistema sigue siendo excluyente para las mujeres.

El caso de Lise Meitner es un ejemplo paradigmático de esta exclusión. Meitner, quien descubrió la fisión nuclear junto a Otto Hahn, fue ignorada cuando el Nobel de Química se otorgó solo a Hahn. A pesar de haber sido nominado 49 veces al Nobel, nunca lo recibió, mientras que Hahn solo necesitó 39 nominaciones para ganar. La física tuvo que enfrentarse a una comunidad científica que, si bien reconocía su trabajo, la invisibilizó en los momentos cruciales. Este es solo uno de muchos ejemplos de cómo el sistema de nominaciones y premios del Nobel ha sido históricamente excluyente para las mujeres.
Polémica en 2024
El artículo de Fernández Álvarez y sus colegas destaca la situación actual con la polémica en torno al Nobel de Fisiología o Medicina de este año. Aunque Victor Ambros fue el galardonado, la Academia Sueca reconoció en un tuit el papel fundamental de Rosalind Lee, esposa y colaboradora de Ambros. A pesar de ser la primera autora de muchos de los trabajos citados para el premio, su nombre no figuró entre los galardonados. Esta situación subraya cómo, incluso hoy en día, el trabajo colectivo de las mujeres es minimizado, y el sistema Nobel sigue siendo excluyente para las mujeres.
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La forma en que se otorgan los Premios Nobel perpetúa esta exclusión. El proceso comienza cuando los comités de cada disciplina envían invitaciones confidenciales a unas 3.000 personas calificadas para proponer candidatos. Sin embargo, la composición de estos comités revela una falta de diversidad. Este año, el comité de Física tenía seis hombres y dos mujeres; el de Química, seis hombres y dos mujeres; y el de Fisiología o Medicina, cinco hombres y una mujer. La endogamia de estos círculos académicos, donde los hombres dominan las decisiones y nominaciones, perpetúa la invisibilización de las mujeres. Al estar excluidas de estos círculos sociales y académicos, las mujeres tienen menos posibilidades de ser vistas y, por lo tanto, nominadas. Este es otro ejemplo de cómo el sistema Nobel es excluyente para las mujeres.
Condicionantes y jerarquizaciones
Los comités encargados de seleccionar a los ganadores también se ven influenciados por el orden en que se colocan los nombres en los artículos científicos, donde los autores principales suelen figurar al inicio o al final de la lista. En muchos casos, las mujeres ocupan posiciones intermedias o finales, lo que reduce su visibilidad ante los comités. Esta práctica refuerza la idea de que las mujeres desempeñan un papel secundario en la investigación, lo que perpetúa la exclusión de las mujeres en el Nobel. El sistema de nominaciones, claramente influenciado por este «club de chicos», es otro ejemplo de cómo los Nobel son excluyentes para las mujeres.

El artículo de las investigadoras también señala que la falta de reconocimiento no solo es un problema de los Nobel, sino que se extiende a otros premios científicos. Un estudio reciente que analizó 141 premios internacionales de investigación mostró que, de 2001 a 2020, solo 262 mujeres recibieron premios frente a 2.011 hombres. Aunque el porcentaje de mujeres galardonadas ha aumentado en los últimos años, sigue estando preocupantemente bajo. Este estudio concluye que las mujeres no reciben menos premios por la calidad o cantidad de su investigación, sino debido a sesgos implícitos y la falta de esfuerzos proactivos para abordar las desigualdades en la ciencia.
Las cosas que se pierden
Este fenómeno, que ha sido excluyente para las mujeres, tiene consecuencias más amplias para la sociedad. Al ignorar las contribuciones de las mujeres científicas, estamos perdiendo una diversidad crucial de ideas que podrían conducir a nuevos descubrimientos y avances. Además, la práctica de otorgar premios individuales en un campo como la ciencia, que es cada vez más colectivo, refuerza la idea de que solo unas pocas mentes brillantes son responsables de los avances científicos, cuando en realidad es el trabajo colaborativo el que impulsa la ciencia moderna.
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A medida que el mundo avanza hacia una mayor igualdad de género en muchos aspectos, es crucial que los Premios Nobel y otros reconocimientos científicos se actualicen para reflejar la realidad del trabajo colaborativo en la ciencia y para acabar con la exclusión de las mujeres. Mientras tanto, el sistema Nobel sigue siendo una clara representación de cómo el mundo real sigue siendo excluyente para las mujeres.

