El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha dejado claro que su gobierno está decidido a cambiar la realidad geopolítica de Medio Oriente. Con una postura cada vez más extrema y agresiva, Netanyahu ha promovido lo que él llama un “Nuevo Orden en Medio Oriente”, una política que desafía los acuerdos internacionales establecidos durante décadas. Las acciones recientes de su gobierno, desde las incursiones militares en el Líbano hasta el endurecimiento de las políticas contra los palestinos en Gaza y Cisjordania, revelan una estrategia que busca consolidar su control sobre la región a expensas de la estabilidad y el equilibrio que las Naciones Unidas han intentado mantener desde 1947.
El análisis de este nuevo enfoque lo realizó el periodista español Xavier Vidal-Folch Balanzó en su artículo “Tirad a quemarropa contra los cascos azules”, publicado en el diario El País. Vidal-Folch, director adjunto de este medio desde 1989, ha sido una voz crítica del gobierno de Netanyahu, señalando que el mandatario israelí está dispuesto a desestabilizar la región para cumplir sus objetivos personales y políticos. Galardonado en 2013 con el Premio de Periodismo Francisco Cerecedo, Vidal-Folch advierte que Netanyahu está decidido a imponer un «Nuevo Orden en Medio Oriente», una estrategia que implica un cambio radical en el equilibrio de poder en la región.
Nuevo Orden en Medio Oriente
La primera señal de esta transformación política fue el lanzamiento de la tercera invasión israelí en el Líbano, un movimiento que, según Vidal-Folch, pretende romper el frágil equilibrio de poder que las Naciones Unidas han tratado de mantener desde las dos primeras invasiones, en 1982. y 2006. Al marcar al secretario general de la ONU, António Guterres, como «persona non grata», Netanyahu deja claro que su agenda no está alineada con las resoluciones internacionales. En su discurso ante la Asamblea General de la ONU, Netanyahu habló de un nuevo esquema de poder en Medio Oriente, aunque no ofreció detalles concretos sobre cómo planea lograrlo, dejando entrever un diseño volátil que busca imponer su visión sin comprometerse a soluciones diplomáticas.

Este «Nuevo Orden en Medio Oriente» se fundamenta en una serie de objetivos estratégicos que buscan reconfigurar el mapa geopolítico de la región. Según Vidal-Folch, Netanyahu pretende neutralizar las milicias chiíes en Líbano y Yemen, además de desarmar a Irán, cuyo régimen ayatolá es visto como el mayor obstáculo para los intereses israelíes. La ambición de Netanyahu no se detiene ahí: también busca consolidar el dominio israelí sobre Gaza y Cisjordania, bloqueando la creación de un Estado palestino, algo que ha sido una piedra angular de las resoluciones internacionales desde 1947. Este proyecto no es solo militar, sino también político, ya que Netanyahu necesita consolidar su base interna de apoyo ante los juicios de corrupción que enfrenta en Israel.
La coartada de Netanyahu
Este panorama se enmarca en un contexto histórico complejo. Desde la partición de Palestina en 1947, la creación del Estado de Israel ha sido objeto de controversia en la comunidad internacional. La ONU, a través de más de 500 resoluciones, ha intentado mediar entre las partes en conflicto, promoviendo la coexistencia de dos Estados: uno israelí y otro palestino. Sin embargo, Netanyahu ha decidido romper con este paradigma, optando por una estrategia de confrontación que no solo desafía a los palestinos, sino también a actores clave en la región como Irán, Líbano y Siria. El objetivo es claro: cambiar el equilibrio de poder en la región para los próximos años, como él mismo afirmó en su intervención en la ONU el 27 de septiembre.
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Netanyahu ha utilizado el conflicto como una herramienta para asegurar su permanencia en el poder. Las recientes operaciones militares en Líbano y Gaza no solo buscan asegurar los intereses territoriales de Israel, sino también blindar al primer ministro de sus problemas judiciales internos. Vidal-Folch subraya que esta estrategia de conflicto es también una cortina de humo para desviar la atención de los cargos de corrupción que pesan sobre Netanyahu. El Nuevo Orden en Medio Oriente que propone es, en gran medida, una coartada para consolidar su poder interno y proyectar una imagen de liderazgo fuerte y decisivo ante una población israelí cada vez más polarizada.
Crecen los desacuerdos
La respuesta internacional a esta ofensiva ha sido variada. Mientras que algunos países, como Estados Unidos, han respaldado a Israel en su lucha contra las milicias chiíes y el régimen iraní, otros actores regionales, como Arabia Saudita, han manifestado su desacuerdo con la estrategia de Netanyahu. El ministro de Exteriores saudí, el príncipe Faisal bin Farhan, fue claro al señalar que cualquier alianza en la región debe estar basada en un alto el fuego en Gaza y la creación de un Estado palestino con capital en Jerusalén Este, dos condiciones que Netanyahu no está dispuesto a aceptar. Este desacuerdo resalta la fragilidad del Nuevo Orden en Medio Oriente que propone el primer ministro israelí, un esquema que no cuenta con el consenso regional necesario para convertirse en una realidad duradera.
A pesar de la resistencia internacional, Netanyahu sigue adelante con su plan. En el terreno militar, Israel ha intensificado sus operaciones en Gaza y Cisjordania, con el objetivo de desmantelar cualquier posibilidad de un Estado palestino viable. Al mismo tiempo, en el frente diplomático, Netanyahu ha buscado reforzar sus relaciones con países que comparten su visión sobre Irán, como los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, en un intento por aislar aún más al régimen de los ayatolás. Sin embargo, esta estrategia está lejos de ser perfecta, ya que la región sigue siendo un hervidero de tensiones que podrían desatar un conflicto aún mayor en cualquier momento.

Hegemonía a costa de la paz
El Nuevo Orden en Medio Oriente que promueve Netanyahu es, en última instancia, un proyecto que busca asegurar la hegemonía israelí en la región a costa de la estabilidad y la paz. La destrucción de las torres de vigilancia de los cascos azules de la ONU en Líbano, la eliminación de las cámaras de seguridad y los ataques directos contra estos observadores internacionales son un reflejo de la estrategia belicista del primer ministro. Vidal-Folch advierte que, si bien Netanyahu ha sido eficaz en su ofensiva militar, el futuro de su proyecto es incierto. La comunidad internacional, especialmente las Naciones Unidas, no está dispuesta a ceder ante un líder que ha mostrado un desprecio abierto por el derecho internacional y los mecanismos de resolución de conflictos.
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Benjamín Netanyahu ha derivado en un líder autocrático dispuesto a reconfigurar el mapa geopolítico de Medio Oriente en función de sus intereses personales y políticos. Su Nuevo Orden en Medio Oriente no es más que una herramienta para consolidar su poder, tanto en el ámbito interno como en el regional. Sin embargo, la viabilidad de este proyecto está lejos de estar garantizada, ya que enfrenta la oposición tanto de actores internacionales como de sus propios aliados en la región.