El columnista de opinión del New York Times, Bret Stephens, ha desatado controversia tras sus recientes declaraciones en un artículo titulado “Es absolutamente necesario intensificar la situación en Irán”. En su texto, Stephens argumenta que la “aniquilación de Irán” no solo es deseable, sino que podría ser la única forma de evitar un escenario en el que el régimen de Teherán desarrolle plenamente su capacidad nuclear y amenace la estabilidad en Medio Oriente y, en consecuencia, al mundo. Sus palabras, contundentes y sin reservas, han encendido el debate entre defensores de la diplomacia y aquellos que consideran que las acciones militares son la única solución viable para frenar la ambición iraní.
Stephens, reconocido por sus opiniones firmes en temas de política exterior, ha trabajado en The New York Times desde 2017 y se ha labrado una reputación como crítico del Partido Republicano a pesar de sus inclinaciones conservadoras. El editorial, titulado “Es absolutamente necesario intensificar la situación en Irán”, aborda el peligro inminente que representa el programa nuclear de Irán, que se encuentra a solo unas semanas de poder producir suficiente uranio enriquecido para fabricar una bomba nuclear. En su análisis, el columnista argumenta que cualquier retraso en una respuesta contundente podría significar una escalada de proporciones catastróficas. Para Stephens, la “aniquilación de Irán” es, paradójicamente, un acto de defensa que preservaría el orden internacional y la seguridad de Israel y Estados Unidos.
Urgen por la aniquilación de Irán
El autor justifica su postura citando declaraciones del fallecido líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, quien en 2002 expresó en un discurso que el hecho de que los judíos se reunirían en Israel serviría como un escenario ideal para su destrucción total. Según Stephens, este tipo de retórica no debe ser tomada a la ligera, especialmente cuando un país como Irán, con sus vínculos con Hezbolá, está tan cerca de obtener un arma nuclear. La “aniquilación de Irán”, como él lo ve, no es solo una respuesta a un programa nuclear en ciernes, sino también un mensaje claro y contundente a todos aquellos que, como Nasrallah, sueñan con la desaparición de Israel. El escenario, según Stephens, se torna más peligroso cuando se considera la posibilidad de que potencias como Rusia, China y Corea del Norte puedan proporcionar el apoyo técnico que le falta a Teherán para llevar sus ambiciones nucleares a buen término.

A lo largo del artículo, Stephens detalla cómo Israel ha empleado tácticas de sabotaje, asesinatos selectivos de científicos iraníes y ciberataques para ralentizar el desarrollo del programa nuclear de Irán. Sin embargo, reconoce que estos esfuerzos no han sido suficientes para detener completamente a Teherán. “Si uno de esos misiles iraníes lanzados sobre Israel hubiera estado equipado con una ojiva nuclear, el resultado hubiera sido devastador”, reflexiona Stephens en su columna, reiterando que la “aniquilación de Irán” podría ser el último recurso para prevenir una tragedia de muchas dimensiones. El comentarista sugiere que, a diferencia de estrategias pasadas, es momento de adoptar un enfoque más radical, uno que no busque simplemente contener la amenaza, sino desmantelarla por completo.
Amenaza a Estados Unidos
El peligro no se limita solo a Israel. Según el columnista, Irán también representa una amenaza directa para Estados Unidos. En su análisis, menciona los ataques de representantes iraníes, como los hutíes en Yemen, a buques comerciales y las amenazas constantes contra tropas estadounidenses en el Oriente Medio. Stephens considera que estos incidentes, junto con el intento de Teherán de asesinar a figuras políticas estadounidenses como el expresidente Donald Trump, son prueba suficiente de que cualquier concesión a Irán sería interpretada como una señal de debilidad. La “aniquilación de Irán”, entonces, no es solo una cuestión de supervivencia para Israel, sino una cuestión de seguridad nacional para Estados Unidos y sus aliados.
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A medida que Stephens desarrolla su argumento, critica la política de contención adoptada por la administración Biden, señalando que los esfuerzos diplomáticos y las sanciones no han logrado disuadir a Irán de sus ambiciones. Al contrario, sostiene que las tácticas de presión suave han envalentonado al régimen iraní y han permitido que su programa nuclear avance sin restricciones significativas. En este contexto, la “aniquilación de Irán” no es un capricho belicista, sino una estrategia que él considera necesaria para evitar un enfrentamiento mucho más destructivo en el futuro. Además, Stephens plantea que cualquier intento de desmantelar el programa nuclear de Irán debe incluir ataques dirigidos a infraestructuras críticas como el complejo de misiles de Isfahán y las instalaciones de enriquecimiento de uranio.
Una bomba nuclear
El problema, según Stephens, es que la respuesta estadounidense a la agresión iraní ha sido demasiado comedida. A principios de este año, el secretario de Estado, Antony Blinken, advirtió que Irán estaba una semana de producir suficiente uranio para una bomba, pero la administración Biden se ha mostrado renuente a actuar con firmeza. “Irán ha demostrado una y otra vez que sólo respeta el poder. No el poder latente, sino el poder que se usa de manera efectiva”, escribe Stephens. La “aniquilación de Irán” debería ser considerada no como un fin en sí mismo, sino como una medida preventiva que podría evitar un conflicto aún mayor. Su propuesta incluye ataques quirúrgicos a las instalaciones clave de producción de misiles y una advertencia clara de que cualquier represalia iraní será respondida con fuerza devastadora.

La columna de Stephens ha generado reacciones mixtas. Los críticos lo acusan de proponer una solución que podría desencadenar una guerra de consecuencias imprevisibles, una que podría involucrar a las principales potencias del mundo. Incluso algunos de sus aliados ideológicos han expresado reservas sobre la idea de la “aniquilación de Irán”, argumentando que tales tácticas podrían aislar a Estados Unidos y llevar a un conflicto sin un final claro. Pero Stephens no se deja amedrentar. Para él, la inacción y la contención son simplemente caminos hacia una catástrofe mayor. A su juicio, la única manera de desmantelar el programa nuclear iraní y prevenir un enfrentamiento global es demostrar que cualquier intento de amenazar a Israel o a Estados Unidos será respondido con la fuerza más contundente posible.
Irán le temió a Trump
En su argumento final, Stephens recuerda que, durante la administración de Donald Trump, Irán mostró una mayor disposición a negociar, justamente por temor a las acciones impredecibles del expresidente. Sin embargo, bajo la administración actual, ese temor se ha desvanecido y, con él, cualquier incentivo para que Teherán retroceda. Según el columnista, este es el momento de que Estados Unidos, con Israel como aliado principal, tome medidas drásticas para neutralizar la amenaza. La “aniquilación de Irán”, en su perspectiva, no es una medida irracional, sino una respuesta estratégica necesaria para salvar la paz mundial.
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El artículo de Stephens ha abierto un debate sobre las fronteras de la disuasión y el uso legítimo de la fuerza. Pero para él, la conclusión es clara: Irán no puede ser tratado como un actor racional cuando sus líderes sueñan con la desaparición de un país entero. Frente a esta realidad, la “aniquilación de Irán” se convierte, en su opinión, en un mal necesario, un precio que se debe pagar para evitar un mal mayor.