Hezbolá e Israel parecen haber entrado en una nueva fase de su prolongado conflicto, marcada por una escalada de ataques con una tecnología no convencional: buscapersonas. En un reciente episodio de esta confrontación, un presunto ataque israelí contra miembros de Hezbolá utilizando estos dispositivos de comunicación ha dejado un saldo mortal y herido a miles de personas en Líbano. El incidente, según diversos informes, no solo fue diseñado para interrumpir las comunicaciones dentro del grupo armado, sino también para infundir miedo en una población libanesa ya profundamente dividida por las acciones de Hezbolá. Con ambos bandos listos para responder, la guerra de nombres que acompaña sus acciones militares se encuentra en pleno auge.
El ataque fue documentado en un informe por Amin Saikal, profesor emérito de Estudios de Oriente Medio y Asia Central de la Universidad Nacional de Australia, quien abordó la escalada en el portal de difusión científica The Conversation bajo el título: “¿Será la explosión de los buscas la chispa que desencadene una guerra entre Israel y Hezbolá?”. En su análisis, Saikal destacó que este ataque no tiene precedentes, tanto por la sofisticación de la tecnología empleada como por su brutal impacto en la población civil. En su texto, Saikal advierte que estos ataques podrían ser el preludio de una guerra regional a gran escala, con consecuencias devastadoras para toda la región.
Hezbolá e Israel quieren más sangre
Hezbolá e Israel han mantenido una rivalidad que ha escalado en múltiples ocasiones desde la década de los 80, pero la reciente serie de enfrentamientos ha tomado un cariz particularmente explosivo. Los ataques con buscapersonas, que han sido utilizados por Hezbolá como una forma más segura de comunicación debido a la vulnerabilidad de los teléfonos móviles ante los sistemas de espionaje israelíes, han provocado una ola de preocupación no solo entre las filas del grupo chiita, sino también en las altas esferas del gobierno libanés y sus aliados en la región. La respuesta militar de Hezbolá, impulsada por su “eje de resistencia” liderado por Irán, no tardará en llegar.

En su artículo, Amin Saikal subraya que la dinámica de esta guerra no es simplemente una cuestión de tit-for-tat (golpe por golpe). La sofisticación del ataque israelí con los buscapersonas no solo buscaba interrumpir las comunicaciones de Hezbolá, sino también sembrar el caos entre sus filas y la población civil libanesa que, en su mayoría, no apoya a la organización. Según los informes, el objetivo principal de este ataque fue el sistema de mando y control de Hezbolá en Líbano, lo que plantea interrogantes sobre la escala de las represalias que el grupo chiita puede estar preparando. Hezbolá e Israel están inmersos en una lucha no solo militar, sino también psicológica, donde los nombres y las acciones son tan importantes como las balas.
Destruir a Hezbolá
Desde el ataque de Hamás el pasado 7 de octubre en el sur de Israel, Hezbolá ha intensificado su apoyo a los militantes palestinos, desafiando abiertamente las repetidas advertencias del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. En este contexto, los líderes israelíes han dejado claro que sus objetivos militares no se limitarán a Gaza, sino que abarcarán también a Hezbolá y a otros actores en el norte del país. Los recientes ataques con cohetes desde el Líbano han llevado al ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, a advertir que la única solución a largo plazo será una acción militar decisiva contra Hezbolá, lo que ha hecho inevitable una escalada en la violencia.
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Hezbolá e Israel ya han vivido este tipo de enfrentamientos en el pasado, siendo el más notable la guerra de 2006, que dejó más de mil muertos en Líbano y 165 en Israel. Sin embargo, a pesar de las pérdidas, Hezbolá logró mantener su infraestructura militar intacta, algo que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) no pudieron desmantelar por completo. Esta vez, sin embargo, la situación es aún más peligrosa. Hezbolá ha desarrollado una capacidad militar que le permite atacar no solo el norte de Israel, sino también ciudades densamente pobladas como Tel Aviv. Esta amenaza ha llevado a Israel a considerar la posibilidad de una ofensiva militar a gran escala, que podría implicar no solo una respuesta terrestre, sino también el uso de su sofisticado arsenal de drones y misiles.
EE.UU. y Rusia en las sombras
En su análisis, Saikal advierte que una guerra con Hezbolá podría tener implicaciones mucho más amplias que las vividas en 2006. El grupo chiita cuenta con el respaldo militar y financiero de Irán, lo que le permite disponer de una capacidad bélica considerable. Esto incluye no solo ataques con misiles, sino también la posibilidad de una invasión terrestre en el norte de Israel, algo que sería extremadamente costoso para ambos bandos. Además, el conflicto podría extenderse a otros aliados de Hezbolá en la región, como las milicias iraquíes y los hutíes en Yemen, creando una conflagración regional que podría involucrar a actores internacionales como Estados Unidos y Rusia.
Hezbolá e Israel, según muchos expertos, están atrapados en un ciclo de violencia que es difícil de romper. Ambos bandos afirman no desear una guerra a gran escala, pero sus acciones sugieren lo contrario. Mientras los ataques con buscapersonas continúan, la retórica belicista de los líderes israelíes y las amenazas de represalias por parte de Hezbolá solo contribuyen a incrementar la tensión. El temor a una nueva guerra está latente en ambos países, pero parece que ninguno está dispuesto a dar el primer paso hacia la desescalada.

Guerra como lo inevitable
En un conflicto tan profundamente enraizado, donde la religión, la política y la identidad nacional juegan un papel crucial, las palabras tienen un poder simbólico inmenso. Hezbolá e Israel no solo luchan con armas y tácticas militares, sino también con narrativas y símbolos. Cada ataque, cada represalia, es una forma de reafirmar su lugar en el tablero geopolítico de Oriente Medio. Las explosiones de los buscapersonas son solo el último episodio de una guerra que parece no tener fin y que, según muchos, podría definir el futuro de la región para las próximas décadas.
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La comunidad internacional observa con preocupación cómo esta espiral de violencia sigue desarrollándose. Mientras tanto, tanto Israel como Hezbolá continúan acumulando fuerzas y aliados, preparándose para lo que muchos temen será un enfrentamiento inevitable. Lo que comenzó como un ataque tecnológico con buscapersonas, podría convertirse en una de las guerras más destructivas que Oriente Medio haya visto en años recientes.