En un contexto donde la seguridad ciudadana se ha convertido en una de las principales preocupaciones para los gobiernos de América Latina, la figura de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, emerge como un faro de esperanza para algunos, ofreciendo un modelo basado en la mano dura contra la criminalidad. Sin embargo, Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica y reconocida experta en seguridad, desmonta este espejismo en una entrevista exclusiva para BBC Mundo, realizada por Gerardo Lissardy, corresponsal en Nueva York. Chinchilla, cuyo gobierno entre 2010 y 2014 es recordado por una gestión de seguridad que combinó firmeza con respeto al Estado de derecho, argumenta con vehemencia que el éxito atribuido al modelo salvadoreño es, en efecto, no replicable en el resto de América Latina.
El reportaje de Lissardy, titulado «Bukele se ha vuelto un fenómeno mediático y muchos políticos de América Latina sueñan con hacer lo mismo, pero es un espejismo», destaca por su crítica lúcida hacia la fascinación que el estilo de gobernanza de Bukele ejerce sobre varios líderes de la región. A través de su lema «viendo la Gran Manzana con ojos latinos», el periodista uruguayo desentraña las capas de un debate complejo, evidenciando las grietas de un modelo que, a pesar de sus aparentes éxitos, esconde riesgos significativos para las democracias latinoamericanas.
Laura Chinchilla: El modelo Bukele es peligroso
Laura Chinchilla, en sus propias palabras, expone los peligros de adoptar una estrategia similar a la de Bukele. Con una claridad meridiana, relata cómo, bajo el manto de un triunfo electoral amplio, se ocultan prácticas que socavan las bases de un Estado democrático, como la anulación de la autoridad electoral, la interpretación políticamente motivada de la Constitución y el exilio forzado de la prensa independiente. Para Chinchilla, estos no son meros detalles, sino síntomas alarmantes de una democracia en retroceso.

La exmandataria costarricense también cuestiona la legitimidad del mandato de Bukele, argumentando que el apoyo popular no puede ser un cheque en blanco para gobernar sin consideración por las minorías o el equilibrio de poderes. Su análisis se extiende al controvertido tema de la reelección de Bukele, prohibida por la Constitución salvadoreña, y la compara con situaciones similares en otros países de la región, como Nicaragua, evidenciando una tendencia preocupante hacia el autoritarismo.
Tambièn puedes leer: Tiranos de nuevo y de viejo cuño han salido indemnes de la gestión democrática Biden
Chinchilla no se queda solo en la crítica; ofrece alternativas basadas en su experiencia al frente de Costa Rica. Su gobierno logró reducir significativamente los índices de criminalidad sin sacrificar el Estado de derecho, mediante políticas de seguridad pública que enfatizaron la prevención, la mejora de las condiciones carcelarias, y una estrecha colaboración con el sistema judicial. Contrasta esta aproximación con la estrategia salvadoreña, la cual, aunque ha resultado en una disminución de los homicidios, se ha llevado a cabo a un alto costo social y político.

El caso de El Salvador bajo la administración de Bukele sirve de advertencia para Laura Chinchilla, quien ve en el aparente éxito de su política de seguridad un peligroso espejismo que podría seducir a otros países de la región. La realidad, sostiene, es que las circunstancias únicas de El Salvador, incluida la debilidad de sus instituciones democráticas, no son un terreno fértil para replicar su modelo. Además, advierte sobre la ilusión de un combate efectivo contra el crimen que ignora las garantías procesales y los derechos humanos, un espejismo que, en su opinión, solo servirá para desviar la atención de las verdaderas soluciones a los problemas de seguridad en América Latina.
Tambièn puedes leer: Con Inteligencia Artificial los EE.UU. pueden reducir sin peligros el tamaño del gobierno
A reevaluar la admiración
En este sentido, la exmandataria hace un llamado a los líderes de la región para que reevalúen su admiración por el modelo de Bukele y consideren enfoques más holísticos y respetuosos de los derechos humanos y el Estado de derecho. Subraya la importancia de aprender de las experiencias exitosas dentro y fuera de la región, que han demostrado ser capaces de reducir la violencia sin comprometer los principios democráticos.
Finalmente, Laura Chinchilla reflexiona sobre el futuro de la democracia en América Latina, en un momento en que las tentaciones autoritarias parecen ganar terreno. Su análisis, aunque crítico, también es un llamado a la acción para defender los valores democráticos y buscar soluciones innovadoras a los desafíos de seguridad que enfrentan los países de la región. En un mundo cada vez más complejo y turbulento, la experiencia y la voz de Chinchilla ofrecen una brújula para navegar hacia un futuro más seguro y democrático para América Latina.