Venezuela no está en posición de considerar una confrontación bélica con Guyana, a pesar de las recientes declaraciones de la periodista Sebastiana Barráez en el programa “Por la mañana en América”, transmitido por un canal de televisión propiedad de venezolanos radicados en Miami. Barráez, conocida por su labor periodística en temas de defensa y seguridad, sugirió que el gobierno de Nicolás Maduro estaría “evaluando un enfrentamiento bélico con Guyana”, lo cual generó inmediatamente reacciones y preocupaciones tanto a nivel nacional como internacional. Carlos Acosta, periodista del mismo programa, añadió que existían militares venezolanos inquietos ante la posibilidad de entrar en un estatus bélico con Guyana. Ante este escenario, resulta imperativo analizar la realidad venezolana y las implicaciones de una eventual confrontación armada.
Venezuela atraviesa una profunda crisis política, económica y social que ha debilitado significativamente sus capacidades militares y logísticas. El país sudamericano, sumido en una espiral de hiperinflación, escasez de alimentos y medicinas, y una migración masiva de su población, enfrenta desafíos internos que limitan cualquier aspiración de proyectar fuerza militar más allá de sus fronteras. Además, la comunidad internacional, liderada por Estados Unidos y la Unión Europea, ha impuesto sanciones económicas que han mermado la capacidad de financiamiento del gobierno venezolano.
Venezuela no está en posición de belicosidades
En el ámbito militar, Venezuela ha visto cómo su Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) ha sido afectada por la crisis, con denuncias de baja moral, deserciones y corrupción. A pesar de los esfuerzos del gobierno por modernizar y equipar a la FANB, los problemas estructurales y la falta de inversión sostenida han limitado su capacidad operativa. En este contexto, hablar de una guerra con Guyana, un país con el que Venezuela mantiene una disputa territorial desde hace más de un siglo, parece más un recurso retórico y político que una posibilidad real y concreta.
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A esto se suma la posición de la comunidad internacional, que ha abogado por una solución pacífica y negociada al conflicto territorial entre Venezuela y Guyana. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha sido el escenario elegido para dirimir las diferencias, aunque Venezuela ha rechazado en varias ocasiones someterse a su jurisdicción. Sin embargo, no cabe dudas, de que Venezuela no está en posición de establecer, tan siquiera, a hipótesis de un conflicto con Guyana.
Lógica mediática y política
En este sentido, las declaraciones de Barráez y Acosta parecen responder más a una lógica mediática y política que a un análisis riguroso de la situación. Las afirmaciones sobre militares inquietos y la posibilidad de un conflicto armado carecen de fundamento y no se corresponden con la realidad venezolana. Incluso, figuras de la oposición venezolana han descartado la opción militar y abogan por una salida negociada y pacífica al conflicto territorial.
Para profundizar en este tema, contactamos al General en condición de retiro Pedro Del Corral, quien se mostró escéptico ante las afirmaciones de Barráez y Acosta. Del Corral, reiteró que Venezuela no está en posición de hacer la guerra. El comandante, además se confesó seguidor de la escuela estadounidense de defensa, señaló que hablar de guerra requiere un conocimiento profundo de la estrategia militar y de las capacidades reales de un país. En este sentido, descalificó a ambos periodistas y los acusó de irresponsables por abordar un tema tan delicado y complejo de manera superficial.
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Reglas de «el Monje Guerrero»
Del Corral hizo referencia a la sabiduría del general James Mattis, un respetado militar retirado de los Estados Unidos, conocido como «el Monje Guerrero» por su profundo conocimiento de la historia militar y su capacidad para aplicar esos conocimientos a situaciones contemporáneas. Según Mattis, hay seis variables que deben considerarse antes de que un país entre en guerra: intereses nacionales claros y vitales, último recurso, apoyo público, estrategia clara y realista, voluntad de asumir riesgos y costos, y compromiso a largo plazo. Analizando estas variables, resulta evidente que la nación caribeña no cumple con los requisitos necesarios para considerar animosidades, por lo que hubo consenso en torno a que Venezuela no está en posición para elegir una opción militar contra Guyana.
Las declaraciones de Sebastiana Barráez y Carlos Acosta sobre una posible guerra entre Venezuela y Guyana parecen carecer de fundamento y responden más a intereses políticos y mediáticos que a una evaluación seria y responsable de la situación. Venezuela, sumida en una profunda crisis, no está en posición de considerar la opción militar y debe buscar soluciones pacíficas y negociadas a sus conflictos territoriales. La guerra es un asunto serio y delicado, y abordarlo de manera ligera y sin fundamentos sólidos solo contribuye a generar incertidumbre y tensión en un contexto ya de por sí complejo y desafiante.
