Repsol de España no quiere ceder sus 67 millones de barriles diarios de crudo venezolano, aun cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido revocar los permisos que hasta ahora permitían a ciertas petroleras operar en Venezuela a pesar del embargo. La medida, que marca un viraje en la política de Washington respecto al régimen de Nicolás Maduro, pone en riesgo la continuidad de las actividades de una de las principales multinacionales energéticas de Europa en suelo venezolano. La presión política se traduce ahora en cifras concretas, y Repsol, que durante años mantuvo operaciones en el país sudamericano bajo condiciones especiales, se encuentra frente a una encrucijada energética, comercial y diplomática. La cifra diaria de 67 millones de barriles no solo representa una fuente vital de materia prima para su red global de refinerías, sino un símbolo de su persistencia en una región que desde hace tiempo se convirtió en terreno minado para los intereses occidentales.
Este reportaje se basa en información recopilada por el periodista español Luis Doncel para el diario EL PAÍS, bajo el título: “España defiende los intereses de Repsol frente al veto de Trump en Venezuela”. Doncel, periodista especializado en relaciones internacionales y diplomacia europea, cuenta con más de dos décadas de experiencia cubriendo temas energéticos y geopolíticos. En su nota original, Doncel revela detalles clave de la posición oficial del Gobierno español y recoge las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, quien enfatizó que España “defenderá siempre” los intereses de la petrolera, en respuesta a los anuncios provenientes de Washington.
Repsol de España no quiere ceder
Mientras tanto, en Caracas, las reacciones no se han hecho esperar. Voceros del gobierno de Nicolás Maduro calificaron la medida como una nueva embestida del “imperio norteamericano” contra la soberanía energética del país. Repsol de España no quiere ceder, y en sus oficinas centrales de Madrid se han activado todos los canales diplomáticos posibles para obtener una revisión o, al menos, una prórroga que le permita continuar las operaciones en Venezuela. La situación es compleja, ya que Estados Unidos ha definido claramente su intención de aislar a Maduro y su círculo de poder, impidiendo que recursos estratégicos como el petróleo sean utilizados para sostener económicamente al régimen. El retorno de Trump a la Casa Blanca ha venido acompañado de una serie de decisiones que buscan revertir las flexibilizaciones implementadas por la administración Biden, entre ellas la emisión de licencias especiales para que compañías como Repsol, Eni o Maurel et Prom pudieran operar dentro del marco legal estadounidense.

La medida no solo ha sorprendido por su contundencia, sino por su impacto en cadena. La francesa Maurel et Prom y la italiana Eni confirmaron públicamente que se les notificó la revocación de sus permisos durante el fin de semana anterior, dejando claro que el mensaje de Washington es inequívoco. Repsol de España no quiere ceder, y ese empecinamiento tiene razones sólidas. En primer lugar, las cifras de producción que alcanza la compañía en Venezuela representan un porcentaje nada despreciable de su abastecimiento global. En segundo término, el mercado venezolano, a pesar de las sanciones y del deterioro de su infraestructura petrolera, continúa ofreciendo márgenes atractivos por el bajo costo de extracción y los acuerdos de participación establecidos con PDVSA, la estatal venezolana.
España: No hay que precipitarse
Desde el Gobierno español, la estrategia ha sido la contención. Albares ha señalado que “no hay que precipitarse” y que aún existen márgenes de diálogo con la administración estadounidense. Las declaraciones fueron ofrecidas en una entrevista con el canal Telecinco, donde también afirmó haber conversado directamente con el CEO de Repsol para intercambiar análisis sobre el impacto de la decisión y los posibles escenarios que se abren en adelante. Repsol de España no quiere ceder, y la diplomacia española busca ganar tiempo y espacio para negociar una salida que le permita a la empresa cumplir con sus compromisos contractuales sin vulnerar las sanciones impuestas por Washington.
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No es la primera vez que Repsol se enfrenta a este tipo de presión. Durante los años de mayor tensión entre Caracas y Washington, la empresa supo maniobrar con habilidad para mantener una presencia en Venezuela que le ha permitido, entre otras cosas, ampliar su conocimiento técnico en yacimientos difíciles y fortalecer relaciones clave en el mercado energético latinoamericano. Repsol de España no quiere ceder porque detrás de los barriles está también su reputación como operador estable en regiones de riesgo, una ventaja competitiva que no están dispuestos a perder sin dar pelea.
España aún planta cara
A pesar del revés diplomático, la compañía no ha emitido un comunicado oficial que confirme su retirada del país. Por el contrario, todo indica que se encuentra evaluando los términos de la revocación y analizando la posibilidad de interponer recursos legales o solicitar una excepción en virtud de los compromisos preexistentes. Repsol de España no quiere ceder, y su permanencia en Venezuela dependerá no solo de las decisiones que se tomen en la Casa Blanca, sino de la presión que puedan ejercer Madrid, Bruselas y otros aliados estratégicos para amortiguar el golpe.
Los expertos en energía consultados por medios internacionales como Reuters y Bloomberg coinciden en que la jugada de Trump es parte de una estrategia más amplia para reposicionar a Estados Unidos como árbitro energético global, en un contexto donde la transición energética avanza, pero aún no sustituye completamente a los combustibles fósiles. Repsol, con operaciones en América Latina, África y Europa, ha apostado por diversificar su cartera, incluyendo inversiones en energía renovable, pero su músculo financiero sigue dependiendo en gran parte del petróleo. Repsol de España no quiere ceder porque, aunque su discurso corporativo se haya adaptado a la narrativa verde, su supervivencia económica está atada al crudo, y Venezuela sigue siendo una mina abierta, aunque sujeta a restricciones políticas.

Desafiará a los Estados Unidos
El escenario que se dibuja hacia mayo, cuando expiran oficialmente las licencias actualmente vigentes, es incierto. La pregunta que muchos analistas se hacen es si Repsol buscará una salida negociada o desafiará el mandato estadounidense. En el pasado, empresas como Chevron han logrado mantenerse en Venezuela bajo figuras legales alternativas o acuerdos bilaterales, lo que sugiere que el margen de maniobra, aunque estrecho, todavía existe. Repsol de España no quiere ceder, y podría explorar caminos similares para evitar una retirada abrupta que afecte sus operaciones y su posicionamiento internacional.
Desde Caracas, el gobierno de Maduro también tiene intereses en juego. La presencia de empresas europeas le ha permitido mantener ciertas válvulas de escape económico en medio del cerco financiero. Perder a Repsol no solo representa un revés económico, sino también simbólico. Aunque la retórica antiimperialista se mantenga, la realidad impone su lógica: sin inversión extranjera, la industria petrolera venezolana difícilmente podrá recuperarse. Repsol de España no quiere ceder, y el chavismo tampoco quiere perder a uno de los pocos socios confiables que aún le quedan en Occidente.
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En este tablero geopolítico, cada movimiento cuenta. La Casa Blanca lanza sanciones, Madrid responde con diplomacia, y Repsol se debate entre los negocios y la legalidad. La historia está lejos de concluir, pero si algo ha quedado claro es que la energía sigue siendo el combustible de la política global. Y en ese juego, Repsol de España no quiere ceder.