Oposición decepcionada: Venezuela no está en las prioridades del gobierno de EE.UU.

La oposición venezolana se encuentra en una profunda encrucijada. Las recientes acciones del gobierno de Estados Unidos han dejado claro que Venezuela no se encuentra entre las prioridades del gobierno de EE.UU., al menos en el corto plazo. Las esperanzas de que Washington asumiera un papel más protagónico en la crisis política venezolana se han visto golpeadas por un giro pragmático en la Casa Blanca, donde los intereses estratégicos han prevalecido sobre la defensa de los valores democráticos. El desconcierto entre los sectores opositores es evidente y, ante este escenario, crece la sensación de que el cambio político en Venezuela deberá depender exclusivamente de la reorganización interna y de una estrategia adaptada a las nuevas circunstancias.

Este análisis se sustenta en un reportaje publicado recientemente por el periodista venezolano Alonso Moleiro, corresponsal del diario español EL PAÍS. Moleiro, con una amplia trayectoria en medios venezolanos e internacionales, tituló su pieza: “Los acuerdos entre Trump y Maduro descolocan a la oposición venezolana”, en la que expone cómo las primeras acciones de la administración de Donald Trump han generado desconcierto en la dirigencia opositora. Según el reportaje, la inesperada visita de Richard Grenell, enviada especial desde Washington, a Caracas para negociar acuerdos directamente con Nicolás Maduro es una clara señal de que la diplomacia estadounidense ha cambiado su enfoque. Los temas tratados en esa reunión giraron en torno a la deportación de inmigrantes venezolanos y la liberación de ciudadanos estadounidenses presos en Venezuela, dejando de lado cualquier mención a la crisis política interna del país.

Son claras as prioridades del gobierno de EE.UU.

El desencanto se ha instalado en las filas opositoras, especialmente entre aquellos que durante años apostaron a la influencia de Washington como un factor clave para acelerar la salida del chavismo. La percepción de que Venezuela ha dejado de ser una urgencia se ha reforzado con el recorte de fondos de cooperación internacional destinados a América Latina, una decisión que ha impactado negativamente en diversas organizaciones de la sociedad civil venezolana. Este ejemplo dibuja claramente que las prioridades del gobierno de EE.UU han cambiado. Según Moleiro, esta medida ha sido utilizada por el gobierno de Maduro para legitimar su persecución contra organizaciones no gubernamentales y líderes de la disidencia, bajo el argumento de que estas entidades estarían vinculadas a acciones “terroristas” y conspiraciones extranjeras.

Las esperanzas de que Washington asumiera un papel más protagónico en la crisis política venezolana se han visto golpeadas por un giro pragmático en la Casa Blanca, donde los intereses estratégicos han prevalecido sobre la defensa de los valores democráticos. Ilustración MidJourney

La confusión sobre la estrategia de Trump hacia Venezuela no es exclusiva de la oposición partidista venezolana. Diego Bautista Urbaneja, escritor y miembro de la Academia Venezolana de la Historia, advierte que las primeras decisiones del mandatario estadounidense parecen alejarse de las expectativas que había generado su discurso en campaña. Aunque figuras como el senador Marco Rubio han reiterado su compromiso con la democracia venezolana, la realidad es que la administración Trump ha optado por abordar la relación con Maduro desde una perspectiva más pragmática. Esto plantea serias dudas sobre el futuro de la presión internacional, pues el distanciamiento de Estados Unidos deja a la oposición con menos margen de maniobra en el escenario global.

Elecciones y constituyente

En paralelo, el chavismo ha aprovechado esta coyuntura para consolidar su proyecto de poder. Con total control sobre las instituciones y sin una oposición capaz de articular una respuesta efectiva, Maduro ha acelerado la convocatoria de nuevas elecciones parlamentarias y regionales bajo reglas diseñadas a su favor. A la par, se ha puesto en marcha una reforma constitucional que busca blindar la revolución bolivariana y hacerla irreversible. Esta maniobra representa una amenaza existencial para la oposición, pues el objetivo del chavismo es legalizar su dominio absoluto y eliminar cualquier resquicio de alternancia en el poder.

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El académico Ramón Piñango, del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), sostiene que el desconcierto en la oposición es producto de la falta de certezas sobre la política de Trump hacia Venezuela. “No podemos extraer conclusiones precipitadas”, afirma. “Es cierto que su gobierno ha tomado decisiones que parecen favorecer al chavismo, pero también es cierto que en la política estadounidense hay distintos factores en juego. Aún es temprano para determinar el curso definitivo de su estrategia”. No obstante, para muchos líderes opositores, la realidad es más cruda: la ausencia de Venezuela en las prioridades del gobierno de EE.UU. significa que el esfuerzo por un cambio democrático dependerá casi exclusivamente de la capacidad de reorganización interna.

Un reconocimiento implícito

Desde el oficialismo, la nueva postura de Washington ha sido recibida con entusiasmo. Diosdado Cabello, uno de los principales operadores políticos del chavismo, ha afirmado que la cooperación con Estados Unidos en materia de migración y seguridad representa un “reconocimiento implícito” de la legitimidad del gobierno de Maduro. En una reciente alocución televisada, Cabello se arremetió contra las ONG venezolanas y las acusó de ser parte de una conspiración financiada por potencias extranjeras. “Toda esta gente es parte de un entramado de corrupción y traición a la patria”, afirmó, en referencia a organizaciones que han denunciado violaciones a los derechos humanos en Venezuela.

Mientras tanto, María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, las principales figuras de la oposición, siguen tratando de sostener una coordinación mínima en el ámbito internacional. A pesar de los contratiempos, han redoblado sus esfuerzos para mantener viva la expectativa de un cambio político, apelando a aliados en Europa y América Latina. Sin embargo, el margen de acción es cada vez más estrecho. La líder opositora ha insistido en que la comunidad internacional debe seguir presionando a Maduro para garantizar elecciones libres y transparentes, pero el nuevo contexto geopolítico hace que esa meta parezca más lejana que nunca. Las prioridades del gobierno de EE.UU. es volver a la época de oro de la nación y concentrarse en ser competitiva.

El desconcierto entre los sectores opositores es evidente y, ante este escenario, crece la sensación de que el cambio político en Venezuela deberá depender exclusivamente de la reorganización interna y de una estrategia adaptada a las nuevas circunstancias. Ilustración MidJourney.

EE.UU. representa un peligro

El analista político Luis García Mora advierte que la oposición enfrenta una de sus pruebas más difíciles en las últimas décadas. “Estamos ante un proceso peligroso de acumulación de poder personal en Estados Unidos, y eso tiene en vilo a todo el mundo. La situación agarra a los venezolanos en una posición de total vulnerabilidad: sin instrumentos políticos para defender el voto, sin apoyo internacional sólido y con una emigración masiva que desangra a la sociedad”. Según García Mora, la prioridad del chavismo es consolidar su control absoluto, mientras que la oposición aún no ha definido una estrategia clara para contrarrestar esta ofensiva.

Las declaraciones recientes de Andrés Caleca, dirigente del Movimiento Progresista de Venezuela, refuerzan esta percepción. “Todo indica que entre las prioridades del gobierno de EE.UU. no figura ni Venezuela ni América Latina, salvo para deportar masivamente inmigrantes”, sostiene. Caleca enfatiza que la lección para la oposición es clara: la recuperación de la democracia no puede depender de factores externos. “La historia nos dice que ningún país va a venir a rescatarnos. El reto es diseñar una nueva estrategia de lucha, capaz de adaptarse a la nueva realidad política. El chavismo está apostando a su consolidación definitiva y, si la oposición no reacciona a tiempo, podría lograrlo”.

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En este complejo panorama, la oposición venezolana se enfrenta a una realidad ineludible: la incertidumbre sobre el futuro de la política de Estados Unidos hacia Venezuela y la urgencia de replantear su estrategia. Con un chavismo fortalecido y un desinterés creciente por parte de la comunidad internacional, la lucha por la democracia en Venezuela entra en una fase crítica.

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