HumVenezuela: 7 de cada 10 personas en Venezuela viven en pobreza extrema

En la nación sudamericana de Venezuela, un grito silencioso de desesperación resuena entre sus calles y valles. Según HumVenezuela, una plataforma independiente de la sociedad civil, 7 de cada 10 venezolanos viven en pobreza extrema, sumergidos en una realidad donde la supervivencia diaria eclipsa cualquier otro aspecto de la vida. Este sombrío panorama se refleja en la cuarta medición de la escala y severidad de la Emergencia Humanitaria Compleja de la organización, que revela que 21.253.972 personas, o el 73,3% de la población, no tienen ingresos suficientes para cubrir ni siquiera el costo de una canasta básica alimentaria.

La pobreza extrema en Venezuela no es solo un número; es una realidad palpable que toca cada aspecto de la vida venezolana. Desde marzo de 2022, ha habido un aumento de 2,9 puntos porcentuales en la pobreza extrema. Esta cifra es más que una estadística; es un reflejo de incontables historias de lucha y desesperación. La pobreza multidimensional, que incluye acceso a salud, educación, servicios básicos y otras variables, también ha aumentado de 68,7% en marzo de 2022 a 69,6% en agosto de 2023. Estos números, aunque fríos y distantes, cuentan la historia de 14,2 millones de personas que enfrentan necesidades humanitarias críticas y 4,2 millones en un estado severo de necesidad.

pobreza extrema
Se trata de una crisis de derechos humanos, donde el acceso a necesidades básicas como alimentos, salud y educación no es una garantía, sino un lujo inalcanzable para la mayoría. Ilustración MidJourney

Pobreza extrema es algo sistémcio

La pobreza extrema, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), es un fenómeno multidimensional que va mucho más allá del ingreso. Las personas en condiciones de pobreza experimentan privaciones simultáneas en áreas cruciales como la salud, la educación, el trabajo, las condiciones de vivienda y el acceso a servicios básicos. En Venezuela, esta privación se manifiesta en cada esquina de su sociedad.

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En el ámbito de la inseguridad alimentaria, más del 40% de los hogares han empleado estrategias variadas para conseguir alimentos, agotando medios de vida, reduciendo otros gastos esenciales y sacrificando activos productivos. A pesar de estos esfuerzos, el 41,9% de la población ha enfrentado escasez de alimentos, y el 25,7% ha disminuido el número de comidas diarias. La inseguridad alimentaria, que había disminuido a 42,8% en marzo de 2022, subió a 45,8% en el período posterior, afectando aproximadamente a 13 millones de personas.

Sin seguros médicos

El derecho a la salud es otro aspecto crítico en esta crisis. Un asombroso 97,6% de la población carece de protección financiera para afrontar gastos de enfermedad, y el 54,8% presenta una falta severa de medios económicos para cubrir gastos de salud. Alrededor del 72,4% de las personas que acudieron al sistema sanitario público no encontraron atención, y el 69,9% perdió servicios reportados como inoperativos. Esto deja a personas con problemas de salud, tanto crónicos como agudos, sin una atención médica garantizada. Los servicios de atención a la salud son igualmente precarios, con el 58,8% de las personas requiriendo exámenes de laboratorio, y al menos 1,6 millones de mujeres sin acceso a servicios de atención al parto operativos o cercanos.

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Es un recordatorio de que, detrás de cada estadística, hay seres humanos con sueños, esperanzas y el derecho a una vida digna. Ilustración MidJourney

La situación educativa no es menos desalentadora. La pandemia de COVID-19, que llevó al cierre de escuelas por más de un año en gran parte de Latinoamérica, ha tenido un impacto profundo en la educación y, por ende, en la pobreza extrema. Venezuela es uno de los pocos países que no ha vuelto a las aulas desde marzo de 2020. La interrupción de la educación formal amenaza con perpetuar el ciclo de pobreza, ya que los niños que se quedaron en casa solo podrán aprender lo que sus familias pueden enseñarles.

Resiliencia y supervivencia

Este escenario desolador se extiende más allá de los límites de la pobreza material. Se trata de una crisis de derechos humanos, donde el acceso a necesidades básicas como alimentos, salud y educación no es una garantía, sino un lujo inalcanzable para la mayoría. Las historias detrás de estos números son relatos de resiliencia y supervivencia, pero también de un sufrimiento profundo y a menudo invisible.

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La crisis venezolana, marcada por una pobreza extrema alarmante, no solo es un reflejo de las políticas económicas y sociales internas, sino también de un contexto global más amplio. Las repercusiones de esta crisis son de gran alcance, afectando no solo a los ciudadanos venezolanos, sino también a la región y al mundo. En un mundo cada vez más interconectado, los problemas de un país pueden tener efectos dominó en otros, destacando la necesidad de una respuesta internacional coordinada y compasiva.

La realidad de la pobreza extrema en Venezuela es un llamado a la acción para la comunidad internacional. Es un recordatorio de que, detrás de cada estadística, hay seres humanos con sueños, esperanzas y el derecho a una vida digna. A medida que Venezuela se enfrenta a esta crisis sin precedentes, el mundo debe escuchar y responder. La solidaridad, la comprensión y el apoyo no solo son necesarios, sino esenciales para ayudar a Venezuela a superar este momento crítico y forjar un futuro más brillante y equitativo para todos sus ciudadanos.

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