Pare de sufrir: Nicolás Maduro según el CNE es el presidente de Venezuela

Pare de sufrir, dice la voz popular que parece resonar en los corazones de millones de venezolanos cada vez que se confirman las palabras del Consejo Nacional Electoral (CNE): Nicolás Maduro es, oficialmente, el presidente de Venezuela. Una frase que divide opiniones y, para muchos, prolonga una agonía colectiva que se vive en el país desde hace años. Mientras unos celebran la legitimidad de su liderazgo, otros se cuestionan las condiciones bajo las cuales esta afirmación sigue siendo reiterada en el discurso político oficialista. La historia reciente del país está plagada de desencantos, pero ¿es realmente el anuncio del CNE el clavo que asegura la continuidad de esta narrativa?

Oscar Morales Rodríguez, economista con un Magíster en Políticas Públicas y colaborador habitual de medios nacionales como Efecto Cocuyo, aborda esta compleja realidad en su artículo titulado “Cuando suceda, eso no será por redes sociales”. En su análisis, Morales desmenuza la dinámica entre los pronosticadores de la política y las verdaderas fuerzas que desencadenan los cambios históricos. “No se anuncia el viaje si el barco no está listo, dicen los marineros”, reflexiona, destacando que los grandes quiebres sociales no llegan precedidos por anuncios en YouTube ni por titulares en redes sociales. Para Morales, los cambios trascienden los rumores y son producto de gestiones que se desarrollan fuera del alcance de la opinión pública.

Una recomendación: pare de sufrir

Pare de sufrir, insiste en la narrativa en un país donde las noticias políticas son recibidas con escepticismo y resignación. Mientras los analistas se dedican a especular sobre el destino de los liderazgos, Morales sugiere que esas expectativas solo desgastarán la paz mental de los ciudadanos. En su ensayo, establece un paralelismo con el caso de Bashar al-Assad en Siria, un dictador cuya caída fue anticipada durante más de 50 años, pero que finalmente ocurrió sin previo aviso tras un cúmulo de factores internos y externos. Para Morales, la lección es clara: lo importante sucede sin preámbulos.

Pare de sufrir, dice la voz popular que parece resonar en los corazones de millones de venezolanos cada vez que se confirman las palabras del Consejo Nacional Electoral (CNE): Nicolás Maduro es, oficialmente, el presidente de Venezuela. Ilustración MidJourney

Sin embargo, Venezuela no es Siria, aunque las similitudes entre ambas historias pueden ser tentadoras. En el contexto venezolano, los factores que sostienen al gobierno de Nicolás Maduro son una combinación de alianzas estratégicas internacionales, un aparato militar consolidado y un tejido social debilitado. Morales subraya que, aunque los hechos pueden gestarse en la sombra, no hay un manual que garantice cuándo o cómo se producirán las transformaciones. Esa incertidumbre alimenta tanto la frustración como la esperanza de quienes, en el país y en el extranjero, anhelan un cambio.

Polarización: el pan de cada día

Pare de sufrir, podría decir el observador externo al leer el escenario político venezolano, un espacio donde la polarización es el pan de cada día. Los opositores claman por unidad, pero las estrategias no logran consolidarse. Al mismo tiempo, la narrativa oficialista refuerza la idea de estabilidad y continuidad, manteniendo un férreo control sobre las instituciones clave. En este contexto, las palabras de Morales resuenan con fuerza: “Hablar no cocina el arroz”, un proverbio chino que se convierte en metáfora de una realidad en la que los discursos y promesas no transforman por sí solos el panorama.

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Para quienes siguen de cerca la política venezolana, el papel del CNE como árbitro de la legitimidad electoral es objeto de debate constante. Mientras tanto, las calles reflejan una verdad menos oficial: el desencanto. Morales sugiere que los episodios que marcan el fin de una era no se anuncian, se ejecutan. Este enfoque contrasta con el ruido constante de las redes sociales, donde cada rumor adquiere proporciones de certeza hasta que, inevitablemente, se desmorona.

Un desgaste emocional

Pare de sufrir, parece ser la conclusión implícita en los argumentos de Morales. Aunque sus palabras no niegan la posibilidad de un cambio, sí advierten sobre el desgaste emocional de anticiparlo constantemente. La política venezolana, marcada por ciclos de tensión y calma aparente, se alimenta de expectativas que rara vez se cumplen de inmediato. La historia ha demostrado que los quiebres llegan sin aviso previo, desafiando incluso las predicciones más informadas.

Morales lo plantea con claridad: las transformaciones reales no se anuncian, se sienten. Mientras tanto, los venezolanos continúan enfrentando una realidad que parece estar en pausa, esperando el momento en que las gestiones subterráneas se convertirán en hechos concretos. Ilustración MidJourney.

En un país donde la economía, la migración masiva y la crisis social son constantes recordatorias de la urgencia del cambio, el debate sobre la legitimidad del liderazgo de Nicolás Maduro es solo una pieza del rompecabezas. Morales lo plantea con claridad: las transformaciones reales no se anuncian, se sienten. Mientras tanto, los venezolanos continúan enfrentando una realidad que parece estar en pausa, esperando el momento en que las gestiones subterráneas se convertirán en hechos concretos.

Con la necesaria ironía

Pare de sufrir, repite el eco de una nación que intenta encontrar sentido en su presente y esperanza en su futuro. La frase, cargada de ironía, encapsula el sentimiento de quienes ven en el liderazgo de Nicolás Maduro una prolongación de las dificultades. Sin embargo, también podría interpretarse como un llamado a la acción interna, a no depender de predicciones vacías ya centradas en lo que puede controlarse en el aquí y el ahora.

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En última instancia, las palabras de Morales invitan a una reflexión más profunda sobre el papel de las narrativas en la política y la sociedad. Si bien el título del artículo enfatiza la autoridad del CNE al proclamar a Maduro como presidente, el mensaje subyacente es que el futuro de Venezuela no depende únicamente de estas declaraciones, sino de las dinámicas invisibles que moldean la historia. Mientras tanto, el país sigue adelante, buscando el equilibrio en medio de la incertidumbre.

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