A cuál izquierda pertenece Venezuela: Los gobiernos progresistas de la región no hacen barras

En un contexto marcado por la polarización política y la crisis humanitaria, Venezuela se encuentra en el epicentro de un debate que trasciende sus fronteras: ¿a cuál izquierda pertenece? Los gobiernos progresistas de América Latina observan con inquietud cómo el país sudamericano, bajo el liderazgo de Nicolás Maduro, se desvía cada vez más de los principios democráticos que deberían unir a las naciones de ideologías similares. Este dilema no solo plantea un desafío ideológico sino también práctico, en términos de diplomacia y solidaridad política.

El autor de este análisis, Francesco Manetto, editor de EL PAÍS América y experto en la crisis venezolana y el posconflicto colombiano, aborda estas cuestiones en su reciente editorial «Venezuela y las inquietudes de la izquierda». Manetto, con una trayectoria que comienza en EL PAÍS desde 2006, se ha especializado en la compleja dinámica política de América Latina, poniendo énfasis en los retos que enfrenta la región en términos de democracia y derechos humanos.

Gobiernos progresistas afectados

El proceso de inscripción de candidatos para las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela ha desatado una vez más la alarma entre los observadores internacionales y los gobiernos progresistas del continente. La opacidad y las irregularidades marcadas en este proceso son vistas como el último ejemplo de cómo Venezuela se aleja de los estándares democráticos, convirtiéndose en motivo de preocupación para aquellos que, desde posiciones de izquierda, han esperado un cambio en la dirección del chavismo.

La preocupación no es infundada. El gobierno colombiano, liderado por el presidente Gustavo Petro, intentó mediar entre las partes venezolanas, buscando garantizar un proceso electoral libre, justo y competitivo. Esta iniciativa refleja el deseo de los gobiernos progresistas de la región de apoyar la democracia y el respeto por los derechos políticos, incluso cuando estos principios son desafiados por aliados ideológicos.

gobiernos progresistas
Manetto, con una trayectoria que comienza en EL PAÍS desde 2006, se ha especializado en la compleja dinámica política de América Latina, poniendo énfasis en los retos que enfrenta la región en términos de democracia y derechos humanos.. Ilustración MidJourney

Tácticas reprochables

Sin embargo, la situación en Venezuela es compleja. La inhabilitación de figuras opositoras clave y las restricciones impuestas a sus posibles sustitutos son claros ejemplos de las tácticas empleadas por el gobierno para mantenerse en el poder. Este enfoque ha generado críticas no solo de la oposición interna sino también de líderes internacionales y organizaciones de derechos humanos, que ven en estas acciones un alejamiento de los valores democráticos.

Las reacciones de los gobiernos progresistas ante estos eventos han sido mixtas. Mientras algunos, como el presidente Petro, han adoptado una postura crítica, otros han optado por una diplomacia más cautelosa. Esta disparidad de enfoques refleja la complejidad de la izquierda latinoamericana, que se encuentra dividida entre el apoyo a los principios democráticos y la solidaridad ideológica con el chavismo.

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Venezuela afecta a la región

La situación venezolana no solo es un desafío para los gobiernos progresistas de la región sino también para la izquierda global. La idealización del liderazgo de Hugo Chávez y la esperanza de un cambio social profundo han chocado con la realidad de un gobierno que, a ojos de muchos, ha traicionado esos mismos ideales. Esta disonancia entre los valores proclamados y las prácticas gubernamentales plantea preguntas difíciles sobre la identidad y los principios de la izquierda en el siglo XXI.

En este sentido, Venezuela se ha convertido en un caso de estudio sobre los límites y desafíos de la izquierda en el poder. La gestión del chavismo y su evolución bajo Maduro han expuesto las tensiones inherentes a la implementación de políticas progresistas en un contexto de profunda crisis económica, social y política. La respuesta de los gobiernos progresistas a esta situación será crucial para definir el futuro de la izquierda en América Latina y, posiblemente, en el mundo.

A medida que Venezuela se acerca a sus elecciones presidenciales, la comunidad internacional, especialmente los gobiernos de izquierda, enfrenta un dilema. Por un lado, existe la necesidad de apoyar los principios democráticos y abogar por elecciones libres y justas. Por otro, persiste la tentación de mantener una cierta solidaridad ideológica que podría comprometer el compromiso con esos mismos principios. Este dilema no solo refleja la complejidad de la política internacional sino también las profundas divisiones dentro de la izquierda sobre cómo abordar la situación venezolana.

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La situación venezolana no solo es un desafío para los gobiernos progresistas de la región sino también para la izquierda global. La idealización del liderazgo de Hugo Chávez y la esperanza de un cambio social profundo han chocado con la realidad de un gobierno que, a ojos de muchos, ha traicionado esos mismos ideales. Ilustración MidJourney.

La derecha ataca

El caso de Venezuela también ha resaltado la instrumentalización política de la crisis por parte de actores de derecha, tanto dentro como fuera de la región. La situación venezolana se ha utilizado en numerosas ocasiones como un argumento contra la izquierda en general, poniendo a los gobiernos progresistas en una posición defensiva. Esta dinámica ha complicado aún más el panorama político, obligando a la izquierda a navegar entre la crítica a Maduro y la defensa de las acusaciones generalizadas que equiparan cualquier propuesta progresista con el chavismo.

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La solidaridad y la crítica constructiva parecen ser la clave para que los gobiernos progresistas de la región aborden el caso venezolano. Reconocer los errores y las fallas del gobierno de Maduro no equivale a negar los logros sociales alcanzados durante los primeros años de la revolución bolivariana, ni mucho menos a ceder ante las presiones de la derecha internacional. Sin embargo, la falta de un proceso electoral transparente y la represión de las voces opositoras son temas que no pueden ser ignorados en nombre de la solidaridad política.

Papel de la comunidad internacional

El rol de la comunidad internacional, especialmente de los gobiernos progresistas, será fundamental en los próximos meses. La observación electoral, la mediación en el diálogo político y el apoyo a los derechos humanos son aspectos donde la izquierda puede y debe marcar la diferencia. La credibilidad de los gobiernos progresistas en la región está en juego, no solo ante sus electorados sino también en el escenario internacional.

Venezuela representa un desafío significativo para la izquierda en América Latina y el mundo. La crisis venezolana no es solo una cuestión de política interna, sino un tema que interpela los principios y valores de la izquierda global. La manera en que los gobiernos progresistas aborden esta situación definirá no solo su relación con Venezuela sino también la coherencia y autenticidad de su compromiso con la democracia y la justicia social. A medida que Venezuela se encamina hacia unas elecciones cruciales, el foco no solo está en quién ganará la presidencia, sino en cómo la izquierda, en su diversidad, se posicionará frente a los dilemas que plantea el caso venezolano.

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