En manos de la familia y el sector privado está salvar la educación en Venezuela

La crisis educativa en Venezuela ha alcanzado un punto crítico. El educador y ex rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Luis Ugalde, plantea una solución esperanzadora y desafiante: la salvación de la educación en el país está en manos de la familia y el sector privado. En un contexto donde el Estado, antes impulsor de la educación con ingresos petroleros, se encuentra quebrado, Ugalde propone una redefinición radical de los roles en la educación. La necesidad de una alianza educativa renovada, compuesta por familias, educadores, empresas y un Estado reorientado por la sociedad, es imperativa.

En un artículo de opinión publicado en El Nacional, Ugalde enfatiza que la solución no provendrá de la escuela estatal tradicional, sino de una colaboración más estrecha y consciente entre las familias y el sector privado. Esta alianza debe enfocarse en elevar tanto la productividad económica como la educativa. La crisis actual ha revelado que las familias venezolanas ya sostienen en gran medida la educación privada, exigiendo y apoyando a educadores eficientes y mejor remunerados. De igual manera, las empresas juegan un papel crucial, necesitando y respaldando a trabajadores con valores productivos más sólidos.

familia y el sector privado
La educación es la clave para una Venezuela más próspera y productiva en el siglo XXI, y está en manos de todos los venezolanos hacer realidad esta visión. Ilustración MidJourney

Educación familia y el sector privado

La situación actual de la educación en Venezuela es alarmante. Según Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación de la UCAB, más de 100.000 educadores han abandonado la docencia debido a salarios insuficientes. El 60% de los niños asiste a clase solo dos días a la semana. Además, la infraestructura escolar está en condiciones deplorables: 44% de las escuelas tienen instalaciones físicas deficientes, más de la mitad carece de acceso a Internet, y muchas no tienen servicios sanitarios adecuados. Las universidades públicas solo reciben el 10% del presupuesto necesario, funcionando a medias y con docentes en precarias condiciones económicas.

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A pesar de este panorama desalentador, Venezuela ha tenido éxito en el pasado. Durante la segunda mitad del siglo XX, el país experimentó un impresionante avance educativo, gracias a la expansión de escuelas primarias y secundarias y al aumento significativo del número de universitarios. Este progreso fue posible gracias a la financiación y control estatales, respaldados por ingresos petroleros. Sin embargo, la situación actual requiere un cambio de paradigma: de un Estado docente a una sociedad educadora que reinserte a la familia y el sector privado.

La educación privada sobrevive

La educación privada en Venezuela, que en el pasado fue vista con prejuicios y desconfianza, ha demostrado ser un componente vital del sistema educativo. Esta modalidad, impulsada por la iniciativa de familias y congregaciones religiosas, así como por educadores laicos, representa ahora una cuarta parte del total de la educación en el país. La colaboración y complementariedad entre la educación pública y privada es fundamental en estos tiempos difíciles.

La propuesta de Ugalde va más allá de una mera alianza entre diferentes sectores; implica una transformación profunda de la sociedad venezolana. Se necesita una sociedad educadora con capacidades y dinamismos renovados, donde el Estado, aunque endeudado y cargado de vicios, juegue un papel más eficiente y sostenible. La educación debe ser un esfuerzo colectivo, donde el interés individual y el social se entrelacen para el beneficio mutuo por lo que el binomio familia y el sector privado.

familia y el sector privado
Se necesita una sociedad educadora con capacidades y dinamismos renovados, donde el Estado, aunque endeudado y cargado de vicios, juegue un papel más eficiente y sostenible. Ilustración MidJourney

La educación es la cave

Esta nueva visión para la educación en Venezuela, donde familia y el sector privado y un Estado redimensionado trabajen juntos, es un desafío enorme pero necesario. Solo a través de este esfuerzo colaborativo y de la redefinición del papel del Estado en la educación, se podrá superar la actual crisis educativa y avanzar hacia un futuro más prometedor para el país. La educación es la clave para una Venezuela más próspera y productiva en el siglo XXI, y está en manos de todos los venezolanos hacer realidad esta visión.

Esta redefinición de la educación en Venezuela también implica una mirada crítica hacia las políticas y estrategias educativas pasadas. En décadas anteriores, la educación venezolana, aunque impulsada por el Estado, enfrentó desafíos significativos en términos de calidad y accesibilidad. Por ejemplo, aunque la expansión de las escuelas fue notable, muchas veces no se acompañó de un plan integral para mejorar la calidad de la enseñanza y la capacitación de los docentes. Además, la educación en áreas rurales y para grupos vulnerables, como las comunidades indígenas, ha sido históricamente descuidada, generando brechas significativas en la equidad educativa.

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Docencia y tecnología

El papel de la tecnología en la educación es otro aspecto crucial en este nuevo enfoque. La pandemia de COVID-19 expuso la urgente necesidad de integrar la tecnología en el sistema educativo, no solo como herramienta de enseñanza, sino también como medio para garantizar la continuidad educativa en tiempos de crisis. Sin embargo, el acceso limitado a recursos tecnológicos y a internet en muchas regiones del país es un obstáculo significativo. La colaboración entre familia y el sector privado puede ser clave para superar este desafío, facilitando el acceso a tecnologías educativas y promoviendo programas de capacitación digital tanto para estudiantes como para educadores.

Es esencial considerar el aspecto emocional y psicosocial de la educación en este nuevo paradigma. La crisis económica y social que atraviesa Venezuela ha tenido un impacto profundo en la salud mental y el bienestar emocional de niños y jóvenes. Por lo tanto, una educación integral que aborde estas necesidades es fundamental. Esto incluye la incorporación de programas de apoyo psicosocial en las escuelas, la formación de los docentes en aspectos emocionales y psicológicos, y la creación de espacios seguros y acogedores donde los estudiantes puedan aprender y desarrollarse en un ambiente de estabilidad y cuidado. La familia y el sector privado, en colaboración con el Estado, pueden desempeñar un papel vital en la implementación de estas estrategias, contribuyendo a la formación de una generación más resiliente y preparada para los desafíos del futuro.

 

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