El petro, el criptoactivo venezolano concebido como una revolución financiera, ha terminado su viaje en un silencioso descenso hacia la obsolescencia. Concebido por el gobierno de Nicolás Maduro en 2017 y lanzado oficialmente en 2018, el petro prometía ser una herramienta para eludir las sanciones financieras, impulsar la economía venezolana y abrir nuevas vías de financiamiento internacional.
Respaldado por las riquezas naturales de Venezuela, como el petróleo, el hierro, el oro y los diamantes, el petro se posicionó como un símbolo de innovación y resistencia económica. Sin embargo, este criptoactivo enfrentó desde su nacimiento una serie de desafíos que, en última instancia, han conducido a su reciente e inaudible desaparición.
Ángel Bermúdez, redactor de BBC Mundo, fue el periodista encargado de elaborar la crónica original sobre el declive del petro. Su trabajo fue publicado bajo el título: «La silenciosa desaparición del petro, la criptomoneda creada por Maduro y respaldada por el petróleo de Venezuela», proporcionando un análisis detallado y crítico del auge y caída de esta criptomoneda.

Adiós al criptoactivo venezolano
El petro surgió en un contexto de hiperinflación, crisis económica y políticas financieras controvertidas en Venezuela. Maduro, en una comparecencia televisiva de agosto de 2022, se jactaba del petro como una de las criptomonedas más sólidas y estables del mundo. Sin embargo, apenas siete meses después, en marzo de 2023, todas las operaciones con el petro se suspendieron, marcando el inicio de su desaparición. Este declive coincidió curiosamente con la renuncia de Tareck El Aissami, vicepresidente de Economía y ministro del Petróleo, tras un escándalo de corrupción en la petrolera estatal Pdvsa.
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El petro fue anunciado con grandes expectativas: Maduro prometía una emisión de 100 millones de petros, a un valor de 60 dólares cada uno, lo que teóricamente permitiría recaudar unos 6.000 millones de dólares. Pero la realidad fue diferente. El criptoactivo venezolano no logró atraer la inversión esperada, especialmente después de que la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos (OFAC) prohibiera su uso, limitando significativamente su alcance internacional.
Un marcado de precios
A nivel nacional, el criptoactivo venezolano se utilizó como unidad de cuenta para fijar precios, salarios y pagar impuestos. Aunque su uso se extendió en ciertos sectores, nunca logró una circulación amplia o una aceptación general. En algunos casos, se utilizó para pagar beneficios a trabajadores jubilados o para adquirir bienes y servicios en establecimientos seleccionados. Sin embargo, su uso fue siempre limitado y no alcanzó a convertirse en una moneda digital del banco central como se había previsto.
El petro también sufrió debido a su naturaleza centralizada y gubernamental, lo que lo diferenciaba de criptoactivos descentralizados y minables como el bitcoin. Aunque el precio del petro estaba teóricamente vinculado a los precios de los recursos naturales de Venezuela, en la práctica, el gobierno fijaba su valor. Esta falta de transparencia y las restricciones para su convertibilidad y transacción minaron la confianza en el petro. Además, los exchanges autorizados por el gobierno venezolano limitaban la cantidad de petros que se podían cambiar y descontaban una comisión significativa, lo que desincentivaba su uso.

Escándalo en PDVSA
La situación se agravó con el escándalo de la trama Pdvsa cripto. La intervención de la Superintendencia Nacional de Criptoactivos y la auditoría del sistema cripto venezolano llevaron a la suspensión de las operaciones en petros y otras criptomonedas. Esta suspensión, que duró 10 meses, fue seguida por un anuncio en diciembre de 2023 de que los haberes en petros se liquidarían en bolívares al cambio oficial. Este proceso culminó el 15 de enero, interpretado por muchos como el fin definitivo del petro.
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A pesar de que no ha habido un anuncio oficial sobre la desaparición del criptoactivo venezolano, los signos indican que el gobierno venezolano está dejando de usarlo como unidad de cuenta. El Ministerio del Interior, por ejemplo, anunció que el nuevo precio de los pasaportes ya no estará vinculado al valor del petro, sino al dólar estadounidense. Este cambio sugiere un alejamiento del petro y plantea dudas sobre su futuro.
El ocaso del petro es un ejemplo significativo de las dificultades inherentes a la creación y adopción de criptoactivos por parte de los gobiernos. A pesar de sus intenciones iniciales y del marco jurídico creado para su funcionamiento, el petro no logró superar los desafíos de confianza, accesibilidad y viabilidad económica. Su silenciosa desaparición marca no solo el final de un experimento financiero ambicioso, sino también un momento de reflexión sobre el papel de las criptomonedas en las economías nacionales y en el escenario global.

