En el corazón de Venezuela, los colegios privados se han convertido en una carga financiera abrumadora para las familias. Mientras el país lucha contra una inflación desbordante y salarios que no alcanzan, la educación privada, vista alguna vez como un símbolo de prestigio, se transforma ahora en un lujo inalcanzable para muchos. Esta realidad se refleja agudamente en la Gran Caracas, donde inscribir a un niño en un colegio privado significa elegir entre la educación y necesidades básicas como la alimentación.
La periodista Daniela Goncalves, del portal El Estímulo, señala que estudiar en un colegio privado “económico” en Venezuela puede costar un promedio de 29,8% más que en otros países latinoamericanos. Esto pone de relieve la disparidad económica que enfrentan los padres venezolanos, quienes a menudo deben elegir entre pagar la mensualidad escolar o adquirir parte de la canasta básica de alimentos. Un colegio privado en la Gran Caracas, por ejemplo, puede costar entre 100 y 600 dólares mensuales, una cifra que supera con creces el Ingreso Mínimo Integral del país, establecido en 100 dólares.
Colegios privados: ¿Son un negocio?
El fenómeno de la educación privada en Venezuela es complejo. Por un lado, se encuentra el aumento desmedido en los costos operativos de los colegios. Fausto Romeo, vicepresidente de la Asociación Nacional de Institutos Educativos Privados (Andiep), destaca que el 40% del presupuesto de los colegios se destina a gastos operativos, que han aumentado significativamente. La inflación, que cerró en 2023 con un acumulado de 189,8%, ha tenido un impacto directo en sectores como la educación, que vio un incremento del 300,77% en su índice inflacionario.

Además, la ubicación geográfica de los colegios privados influye en sus costos. En zonas de mayor poder adquisitivo, como Las Mercedes y La Castellana, las mensualidades pueden alcanzar entre 200 y 300 dólares, con aportes extraordinarios que llegan hasta los 700 dólares. Estas instituciones suelen ofrecer instalaciones deportivas y académicas de primer nivel. En contraste, colegios en áreas menos afluentes como El Paraíso rondan los 100 dólares mensuales, pero con infraestructuras más modestas.
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La oferta educativa influye
El proyecto educativo de cada institución también juega un papel crucial en la determinación de las tarifas. Un colegio bilingüe en la Capital venezolana, por ejemplo, puede costar 600 dólares al mes, ofreciendo infraestructuras y programas académicos de alto nivel. Este costo, aunque elevado, sigue siendo menor en comparación con instituciones similares en otros países de la región, como México, donde el costo puede ascender a 1.100 dólares.

Sin embargo, la capacidad de los venezolanos para costear estos colegios privados es limitada. Estudios de Ecoanalítica revelan que solo el 11% de la población puede permitirse una educación privada “económica”, percibiendo entre 300 y 600 dólares mensuales. Y, aun así, esta decisión implica no poder cubrir el costo completo de la cesta básica de alimentos.
Educación pública mermada
Paralelamente, la educación pública en Venezuela enfrenta su propio conjunto de desafíos. Un informe de Cecodap y la Agencia de Periodistas Amigos de la Niñez y la Adolescencia detalla problemas graves en la infraestructura de las escuelas públicas, así como una escasez crítica de docentes. Esto ha llevado a un deterioro académico y estructural significativo, obligando a muchos padres a considerar la educación privada a pesar de su alto costo.
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En este contexto, la elección de los colegios privados se convierte en un dilema para muchos padres venezolanos. Por un lado, enfrentan el deterioro de las instituciones públicas; por otro, los costos prohibitivos de la educación privada. Esta situación pone de manifiesto las profundas desigualdades y los retos económicos que enfrenta Venezuela, donde incluso la educación se ha convertido en un bien de lujo, lejos del alcance de la mayoría.
El futuro de la educación en Venezuela es incierto. Mientras las familias luchan por encontrar soluciones viables, el sistema educativo del país se encuentra en una encrucijada, con la necesidad imperiosa de reformas que permitan el acceso a una educación de calidad para todos, independientemente de su situación económica. La pregunta que queda es: ¿cómo equilibrar la calidad educativa con la realidad económica de un país en crisis?