Juan Carlos Apitz Barbera: ley para las oenegés aspira a la colonización de la sociedad civil

En el contexto actual de Venezuela, la polémica en torno a la legislación que busca regular la actividad de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) ha generado un intenso debate sobre el futuro de la sociedad civil y su capacidad para mantenerse independiente frente a las tentativas de control gubernamental. Juan Carlos Apitz Barbera, destacado jurista y académico venezolano, se sitúa en el epicentro de esta discusión, ofreciendo una perspectiva crítica sobre las implicaciones de esta ley para el tejido social y democrático del país.

Juan Carlos Apitz, con una vasta experiencia en el ámbito legal y académico, incluidas posiciones de relevancia como Conjuez del Tribunal Supremo de Justicia y Magistrado de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, y actualmente como Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela, proporciona un análisis fundamentado sobre cómo esta legislación podría transformar la naturaleza de las ONG y, por extensión, de la sociedad civil venezolana.

Apitz Barbera y el control social

Este reportaje se basa en una entrevista realizada por Hugo Prieto, periodista venezolano de renombre y colaborador habitual del portal PRODAVINCI, quien conversó extensamente con Apitz Barbera sobre el tema. Prieto, conocido por su compromiso con un periodismo de profundidad y análisis, introdujo la entrevista subrayando el escenario político actual de Venezuela, marcado por una serie de acciones gubernamentales que parecen buscar restringir y controlar más estrechamente el espacio cívico del país. Desde la detención de activistas de Vente Venezuela hasta la reactivación de la ley que regula a las ONG, el gobierno parece jugar una partida estratégica con múltiples frentes, en un contexto de creciente presión internacional y tensiones políticas internas.

Apitz Barbera
La entrevista revela una perspectiva alarmante sobre el futuro de la sociedad civil venezolana, en la que Apitz ve un intento de «colonización» por parte del gobierno. Ilustración MidJourney

El decano Apitz articula su preocupación respecto a la ley, señalando que su promulgación en un año electoral no es coincidencia, sino que responde a un intento más amplio de cooptación de las entidades civiles independientes. Contrastando este movimiento con la disminución del papel político de los partidos tradicionales, el jurista ve en esta ley un esfuerzo por completar el «rompecabezas» del control social, afectando no solo a las ONG sino también a las universidades y otros pilares fundamentales de la sociedad civil.

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Derecho a organización

El abogado y académico destaca que, más allá de las posibles restricciones operativas y financieras directas a las ONG, lo que está en juego es el derecho de los ciudadanos a organizarse libremente. Esta ley, según Apitz Barbera, podría derivar en un escenario donde formas de organización civil previamente espontáneas y autónomas, como las comunas y los consejos comunales, terminen siendo instrumentalizadas y subordinadas a intereses gubernamentales, perdiendo su autonomía y capacidad de actuar como contrapesos al poder estatal.

La entrevista revela una perspectiva alarmante sobre el futuro de la sociedad civil venezolana, en la que Apitz ve un intento de «colonización» por parte del gobierno. Este proceso de colonización no solo busca subsumir a las ONG bajo una lógica gubernamental, eliminando su característica esencial de independencia (simbolizada en la «N» de no gubernamentales), sino que también se extiende a un control más amplio sobre todas las esferas de la vida cívica y pública.

Una democracia rebanada

En este contexto, Apitz Barbera no solo critica la ley desde una perspectiva legal y constitucional, sino que también reflexiona sobre sus implicaciones más profundas para la democracia venezolana. El peligro, según el decano, no radica únicamente en las restricciones inmediatas a las ONG, sino en la erosión gradual del espacio cívico que permite a los ciudadanos cuestionar, debatir y participar activamente en la vida pública de su país. La eventual aprobación de esta ley no solo transformaría la estructura y el funcionamiento de las ONG, sino que también podría alterar de manera significativa la relación entre el Estado y la sociedad civil, conduciendo a un escenario en el que la independencia y la capacidad de acción de estas últimas se vean seriamente comprometidas.

Apitz Barbera
Este proceso de colonización no solo busca subsumir a las ONG bajo una lógica gubernamental, eliminando su característica esencial de independencia (simbolizada en la «N» de no gubernamentales), sino que también se extiende a un control más amplio sobre todas las esferas de la vida cívica y pública. Ilustración MidJourney

A través de la voz de Juan Carlos Apitz, este reportaje destaca una preocupación creciente entre académicos, juristas y activistas sobre el futuro de la sociedad civil en Venezuela. En un momento en que el país enfrenta desafíos políticos, económicos y sociales sin precedentes, la pregunta sobre cómo se configurará este espacio cívico es más relevante que nunca. La entrevista con Apitz no solo ofrece una crítica detallada de la ley en cuestión, sino que también invita a reflexionar sobre los valores fundamentales que sostienen una sociedad democrática y abierta. En última instancia, el debate sobre esta ley y su impacto potencial en la sociedad civil venezolana es un recordatorio de la importancia de defender espacios de autonomía, debate y participación ciudadana frente a intentos de control y homogeneización.

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Cambio en los estatutos

La insistencia del gobierno en avanzar con esta legislación ha sido interpretada por muchos, incluido Apitz Barbera, como un indicativo de una estrategia más amplia y profunda de consolidación del poder. La ley, tal y como se ha presentado, implica que todas las ONG deberán someterse a un proceso de registro y aprobación por parte del Estado, a través del Servicio Autónomo de Registros y Notarías (SAREN), lo cual representa un cambio radical respecto a la situación actual. Esta medida, según el decano, podría llevar a un borrón y cuenta nueva para organizaciones que han trabajado por décadas en el país bajo la premisa de la autonomía y la independencia. La necesidad de adaptarse a un conjunto de exigencias estatales no solo compromete la operatividad de estas organizaciones, sino que, en esencia, cuestiona su propia independencia.

El proyecto de ley también estipula que las ONG deben adecuar sus estatutos a las nuevas exigencias, lo cual incluye, entre otras cosas, la obligación de los miembros de presentar una declaración jurada de patrimonio. Esta disposición ha sido particularmente controversial, ya que se asemeja más a las expectativas impuestas a funcionarios públicos que a miembros de organizaciones civiles independientes. Apitz critica este aspecto, señalando que transforma de facto a las ONG en extensiones del aparato gubernamental, erosionando aún más el espacio cívico independiente. Para el jurista, este es un claro intento de subyugar a la sociedad civil bajo el yugo del control estatal, un escenario que podría tener graves repercusiones no solo para la libertad de asociación en Venezuela, sino también para la capacidad de la sociedad de organizarse en respuesta a sus necesidades y desafíos.

Además, el análisis de Apitz Barbera no deja de lado el contexto internacional en el que se inscribe esta ley. La creciente preocupación por parte de la comunidad internacional respecto a la situación de los derechos humanos en Venezuela se ve reflejada en las sanciones y medidas adoptadas por diversos gobiernos y organizaciones internacionales. La ley de las ONG se percibe, entonces, no solo como un mecanismo de control interno, sino también como un desafío a la presión internacional, buscando limitar el impacto de las organizaciones civiles en la documentación y denuncia de abusos. Este aspecto subraya la dimensión geopolítica del debate sobre las ONG en Venezuela, donde las dinámicas de poder local se entrelazan con las presiones y expectativas globales, configurando un escenario complejo para el futuro de la sociedad civil en el país.

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