Jaime Richart: la verdad y la realidad son acuerdos interesados diseñados por las élites

La verdad y la realidad, en el contexto contemporáneo, no son más que acuerdos interesados ​​diseñados por las élites. Esta es la premisa fundamental que sostiene el antropólogo y jurista venezolano Jaime Richart en su más reciente publicación en el portal Aporrea, donde analiza cómo la percepción del mundo está condicionada por estructuras de poder que operan en la sombra. Partiendo de una reflexión sobre el pensamiento del escritor venezolano Luis Britto García, Richart expone cómo la manipulación de la información y el control económico global han configurado un panorama donde las nociones de verdad y realidad se han convertido en herramientas de dominación.

Jaime Richart, colaborador habitual de diversos medios digitales y experto en geopolítica, presentó en Aporrea su artículo titulado: «La realidad, según Britto y yo». En esta pieza, Richart cita a Britto para afirmar que el mundo es gobernado por un pequeño grupo de directivos de organismos financieros y que la comunicación está controlada por un puñado de corporaciones transnacionales. Su análisis se adentra en la idea de que la conciencia y la conciencia de la humanidad están moldeadas por estos poderes, lo que lleva a la construcción de una verdad impuesta, diseñada estratégicamente para mantener el statu quo.

Acuerdos interesados ​​diseñados por las élites

El dominio de la información y la manipulación de los hechos no son un fenómeno nuevo, pero la concentración del poder en unas pocas manos ha alcanzado niveles sin precedentes. Según el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo, el 57% de las noticias consumidas en el mundo provienen de cinco conglomerados mediáticos, lo que refuerza la idea de que la narrativa global está controlada por intereses específicos. Los acuerdos interesados ​​diseñados por las élites definen qué eventos se consideran relevantes y cómo deben ser interpretados por la sociedad. Esta uniformidad en la relación mediática reduce la posibilidad de que existan visiones alternativas sobre la realidad.

Jaime Richart, colaborador habitual de diversos medios digitales y experto en geopolítica, presentó en Aporrea su artículo titulado: «La realidad, según Britto y yo». En esta pieza, Richart cita a Britto para afirmar que el mundo es gobernado por un pequeño grupo de directivos de organismos financieros y que la comunicación está controlada por un puñado de corporaciones transnacionales. Ilustración MidJourney

El impacto de este control se refleja en el ámbito económico y político. Según el informe del Foro Económico Mundial de 2023, el 1% de la población mundial posee más del 45% de la riqueza global, lo que demuestra una concentración de recursos en sectores privilegiados. Esta estructura económica refuerza la tesis de Richart, ya que quienes dominan la economía tienen también el poder de moldear las percepciones colectivas sobre lo que es justo, necesario o inevitable. En este sentido, las crisis económicas, los conflictos bélicos y los cambios en las políticas internacionales suelen presentarse como fenómenos naturales o ineludibles, cuando en realidad responden a estrategias deliberadas de aquellos que controlan los recursos del poder.

La fuerza de los patrocinadores

El sesgo informativo ha alcanzado incluso el ámbito de la ciencia y la tecnología. Según un estudio publicado en la revista Nature Human Behavior, las investigaciones científicas financiadas por corporaciones tienen un 67% más de probabilidades de presentar resultados favorables a los intereses de sus patrocinadores. Acuerdos interesados ​​diseñados por las élites pueden, por lo tanto, definir qué avances científicos reciben apoyo y cuáles son marginados o desacreditados. Esta realidad afecta áreas sensibles como la salud pública, la crisis climática y el desarrollo de energías alternativas, donde la financiación y la validación de ciertos dependen de estudios de factores políticos y económicos más que de criterios puramente científicos.

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El papel de la educación en esta dinámica tampoco es menor. Los sistemas educativos han sido diseñados para transmitir conocimientos dentro de un marco establecido, evitando cuestionamientos profundos sobre las estructuras de poder. Investigaciones del Instituto de Políticas Educativas de la Universidad de Stanford indican que los currículos escolares en Occidente han sido progresivamente estandarizados para enfatizar ciertos valores y perspectivas mientras excluyen otras narrativas. Acuerdos interesados ​​diseñados por las élites determinan qué versiones de la historia se enseñan, qué modelos económicos se presentan como viables y qué paradigmas culturales son promovidos.

Redistribución del poder discursivo

Desde el ámbito filosófico, Richart también plantea un cuestionamiento fundamental: si la verdad es obligatoria, ¿existe una forma objetiva de acceder a la realidad? La filósofa Nancy Fraser, en su teoría sobre la justicia global, sostiene que la lucha por la verdad es en realidad una lucha por la redistribución del poder discursivo. En otras palabras, la realidad es una construcción que responde a los intereses de quienes controlan los canales de información. Esta idea coincide con la afirmación de Richart de que el relato predominante sobre los acontecimientos globales es el resultado de estrategias cuidadosamente diseñadas por las élites.

El auge de nuevas tecnologías y el acceso a plataformas digitales ha generado un espejismo de pluralidad informativa. Sin embargo, estudios recientes del Observatorio de Medios y Comunicación de la Universidad de Oxford indican que el 80% de las interacciones en redes sociales se originan a partir de contenido producido por las grandes agencias de noticias. Esto refuerza la noción de que, aunque las plataformas digitales han democratizado la producción de contenido, las narrativas dominantes siguen siendo impuestas por un grupo reducido de actores con influencia global. Los acuerdos interesados ​​diseñados por las élites continúan definiendo el discurso público y la forma en que las sociedades comprenden los acontecimientos mundiales.

El auge de nuevas tecnologías y el acceso a plataformas digitales ha generado un espejismo de pluralidad informativa. Sin embargo, estudios recientes del Observatorio de Medios y Comunicación de la Universidad de Oxford indican que el 80% de las interacciones en redes sociales se originan a partir de contenido producido por las grandes agencias de noticias. Ilustración MidJourney.

Un nuevo orden mundial

La creciente influencia de potencias emergentes como China y Rusia, así como la consolidación de los BRICS, representan un desafío a la hegemonía de la narrativa occidental. Richart señala que este cambio en la presión de fuerzas podría generar una nueva forma de relatar la historia, menos sesgada y más plural. Sin embargo, la transformación no será inmediata ni garantizada, pues los mecanismos de control siguen siendo robustos y adaptativos.

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En última instancia, el análisis de Jaime Richart pone sobre la mesa una cuestión esencial: si la realidad y la verdad han sido construidas para servir a intereses específicos, ¿cómo puede una sociedad recuperar la capacidad de interpretar el mundo de manera autónoma? La respuesta, según diversos especialistas en comunicación y filosofía política, radica en fomentar el pensamiento crítico, diversificar las fuentes de información y cuestionar los discursos hegemónicos. Solo así será posible romper con los acuerdos interesados ​​diseñados por las élites y acercarse a una comprensión más genuina de la realidad.

 

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