El sedentarismo de adultos y adolescentes asociado a la depresión es el tabaquismo del siglo XXI

En una era marcada por la tecnología, el sedentarismo de adultos y adolescentes emerge como una epidemia silenciosa que amenaza el bienestar mental y físico de millones de personas en el mundo. Estudios recientes confirman que la falta de actividad física no solo contribuye al aumento de enfermedades crónicas, sino que también guarda una estrecha relación con la depresión, un trastorno que afecta a más de 330 millones de personas en el planeta. En este contexto, la falta de movimiento se posiciona como un enemigo insidioso, comparable al impacto devastador que el tabaquismo tuvo durante el siglo pasado.

El investigador Bruno Bizzozero Peroni, postdoctorado en el Centro de Estudios Sociosanitarios de la Universidad de Castilla-La Mancha y miembro del grupo NUTRIMENTAL, ha centrado su trabajo en entender cómo los estilos de vida sedentarios afectan la salud mental. En su artículo publicado en el portal académico The Conversation, titulado: «Contar los pasos es una estrategia útil para prevenir la depresión», Bizzozero detalla cómo incluso pequeños cambios en la actividad física pueden marcar una gran diferencia en la lucha contra este trastorno. Su enfoque, sustentado en una revisión de 33 estudios con más de 96,000 adultos, destaca la necesidad urgente de adoptar medidas preventivas ante el alarmante ascenso del sedentarismo de adultos y adolescentes.

Sedentarismo de adultos y adolescentes

Las cifras son contundentes. Según datos globales, el 81 % de los adolescentes y el 31 % de los adultos no alcanzan los niveles mínimos de actividad física recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este fenómeno no solo incrementa el riesgo de enfermedades como la obesidad o las cardiopatías, sino que también actúa como un catalizador para la depresión. Estudios longitudinales demuestran que caminar al menos 7,000 pasos diarios puede reducir hasta en un 31 % el riesgo de desarrollar este trastorno. Sin embargo, el sedentarismo de adultos y adolescentes sigue prevaleciendo debido a factores como la urbanización, el uso excesivo de dispositivos tecnológicos y la falta de políticas efectivas para fomentar el movimiento.

Estudios recientes confirman que la falta de actividad física no solo contribuye al aumento de enfermedades crónicas, sino que también guarda una estrecha relación con la depresión, un trastorno que afecta a más de 330 millones de personas en el planeta. Ilustración MidJourney

La relación entre el sedentarismo y la depresión tiene bases tanto biológicas como psicosociales. La inactividad prolongada afecta procesos cruciales como la neurogénesis, la plasticidad cerebral y el equilibrio de neurotransmisores, elementos clave para mantener una buena salud mental. A esto se suma el impacto en la autoestima y el aislamiento social que muchas veces acompaña a los estilos de vida sedentarios. En este sentido, el sedentarismo de adultos y adolescentes no solo debilita el cuerpo, sino que erosiona progresivamente la mente, generando un círculo vicioso que resulta difícil de romper.

El desafío de motivar al ejercicio

A pesar de la evidencia científica, la promoción de la actividad física continúa siendo un desafío a nivel global. Según el reporte de la OMS de 2022, menos del 30 % de los países cuenta con pautas nacionales que abarquen a todos los grupos de edad. Mientras tanto, las iniciativas para incentivar actividades cotidianas como caminar o usar transporte activo se ven obstaculizadas por la falta de infraestructura adecuada y la creciente dependencia de sistemas de transporte modernos. Esta realidad subraya la necesidad de implementar políticas más robustas que combatan el sedentarismo de adultos y adolescentes, empezando por la creación de entornos que fomenten el movimiento como una parte integral de la vida diaria.

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En este contexto, las herramientas tecnológicas ofrecen una luz de esperanza. El auge de dispositivos como relojes inteligentes y pulseras de actividad permite a las personas monitorear sus pasos diarios, facilitando la adopción de hábitos más saludables. Estudios citados por Bizzozero indican que incrementar apenas 1,000 pasos al día puede reducir en un 9 % el riesgo de depresión. Este enfoque, aunque aparentemente modesto, tiene el potencial de transformar la manera en que percibimos y abordamos la prevención de enfermedades mentales, haciendo del movimiento una herramienta accesible y efectiva.

Informarse en de vital importancia

Sin embargo, no basta con confiar en la tecnología. La educación y la concienciación juegan un papel fundamental en la lucha contra el sedentarismo de adultos y adolescentes. Es necesario generar un cambio cultural que valore el ejercicio físico no solo como un medio para mejorar la apariencia, sino como un componente esencial para mantener la salud integral. En este sentido, programas comunitarios, campañas educativas y el fomento de espacios públicos seguros para el ejercicio podrían marcar la diferencia en la batalla contra esta epidemia.

El costo del sedentarismo va más allá de la salud individual. Las consecuencias económicas son alarmantes, con millones de dólares destinados anualmente al tratamiento de enfermedades relacionadas con la inactividad. A esto se suma la pérdida de productividad y el impacto ambiental derivado de estilos de vida insostenibles. En palabras de Steven Blair, quien ya en 2009 señaló que «la inactividad física es el mayor problema de salud pública del siglo XXI», el sedentarismo de adultos y adolescentes representa una amenaza multifacética que requiere una respuesta urgente y coordinada.

Estudios longitudinales demuestran que caminar al menos 7,000 pasos diarios puede reducir hasta en un 31 % el riesgo de desarrollar este trastorno. Sin embargo, el sedentarismo de adultos y adolescentes sigue prevaleciendo debido a factores como la urbanización, el uso excesivo de dispositivos tecnológicos y la falta de políticas efectivas para fomentar el movimiento. Ilustración MidJourney.

Adolescentes hoy, ¿y mañana?

A medida que enfrentamos estos desafíos, no podemos ignorar el impacto desproporcionado que el sedentarismo tiene en las generaciones más jóvenes. Los adolescentes, inmersos en un mundo digital que prioriza el entretenimiento pasivo sobre el movimiento, se encuentran en una encrucijada que determinará su bienestar futuro. Proveerles herramientas para desarrollar hábitos activos no solo es una inversión en su salud, sino en la de toda la sociedad.

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En conclusión, el sedentarismo de adultos y adolescentes es más que un problema individual; es un fenómeno global con implicaciones profundas en la salud mental, física y económica. Reconocer su similitud con el tabaquismo como una crisis de salud pública es el primer paso hacia la acción. Tal como señala Bizzozero, «dejar de leer y salir a dar un buen paseo» puede parecer un gesto simple, pero en un mundo cada vez más estático, representa una declaración de intenciones para recuperar la vitalidad y la conexión con nuestro entorno. Es hora de movernos, no solo para evitar enfermedades, sino para construir un futuro más saludable y equilibrado para todos.

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