Como un capitán de barco: El cerebro se hunde vivo con la nave ante la muerte clínica

La muerte clínica, definida como el cese de la actividad cardíaca, ha sido un tema de estudio médico durante años. Sin embargo, el cerebro, el órgano más complejo del cuerpo humano, ha demostrado ser un enigma durante este proceso. A través de investigaciones recientes, se ha descubierto que el cerebro no se apaga inmediatamente, sino que experimenta una actividad intensa antes de sucumbir, como un capitán que se hunde con su barco. Este fenómeno plantea preguntas fascinantes sobre lo que realmente sucede en nuestros últimos momentos de vida.

Margarita Rodríguez, periodista de BBC Mundo, ha abordado este tema en su artículo titulado “¿Qué pasa en el cerebro cuando estamos muriendo?: lo que descubrió la neurocientífica Jimo Borjigin sobre esos últimos momentos”. Rodríguez nos cuenta cómo la neurocientífica Jimo Borjigin, profesora asociada de neurología y fisiología molecular e integrativa de la Universidad de Michigan, se sorprendió al descubrir cuán poco sabíamos sobre el cerebro moribundo.

El cerebro y la serotonina

En un estudio accidental hace más de una década, Borjigin observó una intensa actividad neuroquímica en ratas que murieron durante un experimento. “Una de las ratas mostró una masiva secreción de serotonina”, explicó Borjigin a BBC Mundo. Esta observación la llevó a investigar más a fondo, descubriendo que la serotonina, vinculada con las alucinaciones, podría estar presente en los cerebros moribundos, lo que abrió una nueva puerta al entendimiento de la muerte clínica.

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La neurocientífica Jimo Borjigin, profesora asociada de neurología y fisiología molecular e integrativa de la Universidad de Michigan dice que sus estudios muestran una actividad cerebral intensa, con niveles de neurotransmisores como la serotonina, dopamina y noradrenalina incrementándose significativamente son comunes en el proceso de la muerte. Ilustración MidJourney

Borjigin y su equipo han dedicado años a estudiar lo que sucede en el cerebro humano durante la muerte clínica. Su investigación ha desafiado la noción establecida de que el cerebro se vuelve hipoactivo cuando el corazón deja de bombear sangre. Por el contrario, sus estudios muestran una actividad cerebral intensa, con niveles de neurotransmisores como la serotonina, dopamina y noradrenalina incrementándose significativamente. “Estos niveles nunca se ven cuando el animal está vivo”, afirma Borjigin.

Actividad intensa

En 2013, un estudio de Borjigin reveló que las ratas experimentaban una explosión de actividad cerebral después de que sus corazones se detuvieran. Esta actividad fue aún más pronunciada en un estudio posterior de 2015, donde el 100% de las ratas mostraron una activación cerebral intensa. Esto sugirió que el cerebro podría estar pasando por un estado hiperactivo durante el proceso de muerte clínica, contrario a la creencia popular de su inactividad.

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La investigación más reciente de Borjigin, publicada en 2023, se centró en cuatro pacientes humanos en coma y con soporte vital. Al retirarles los ventiladores mecánicos con el consentimiento de sus familias, se registró una alta actividad cerebral en dos de los pacientes, marcada por ondas gamma. Estas ondas, las más rápidas del cerebro, están asociadas con funciones cognitivas complejas y la memoria, lo que sugiere que el cerebro humano también puede entrar en un estado hiperactivo durante la muerte clínica.

Consientes y sin flujo sanguíneo

En los humanos, la activación cerebral no fue global como en las ratas, sino que se limitó a áreas específicas relacionadas con funciones conscientes, como la “posterior cortical hot zone” y el área de Wernicke. Estas zonas están vinculadas con la percepción sensorial, el lenguaje, el habla y la escucha, y su activación sugiere que el cerebro podría estar intentando procesar información consciente incluso en los momentos finales.

Las experiencias cercanas a la muerte (ECM) han sido reportadas por muchas personas que han estado al borde de la muerte y han sido reanimadas. Estas experiencias incluyen visiones de luz intensa, recuerdos de vida, y sensaciones de salir del cuerpo. Borjigin cree que la intensa actividad cerebral que ha observado podría explicar estas experiencias. En su estudio de 2023, se encontró que aproximadamente el 20-25% de las personas que sobrevivieron a un paro cardíaco reportaron haber visto una luz, lo que sugiere una activación de la corteza visual.

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La imagen del cerebro como un órgano que se apaga pasivamente durante la muerte clínica está siendo desafiada por descubrimientos que muestran una intensa actividad en sus últimos momentos. Como un capitán que permanece en su barco mientras se hunde, el cerebro parece luchar hasta el final, activando mecanismos de supervivencia y procesando información consciente hasta que la vida se extingue por completo. Ilustración MidJourney.

No es más allá, es más adentro

Borjigin destaca que, a pesar de que el cerebro parece inactivo externamente durante un paro cardíaco, las experiencias subjetivas intensas reportadas por los pacientes indican lo contrario. “¿Cómo es posible que una persona pueda tener experiencias mentales extremadamente emocionales, impresionantes, de ver una luz, oír voces, sentirse fuera del cuerpo?” se pregunta. Sus investigaciones sugieren que estas experiencias provienen de la actividad cerebral antes de que cesen los signos vitales.

Aunque el estudio en humanos es limitado, Borjigin está convencida de que el cerebro entra en un modo de supervivencia durante un paro cardíaco. Este incremento de actividad cerebral podría ser un mecanismo endógeno para lidiar con la falta de oxígeno, similar a cómo los animales reducen sus funciones no esenciales en tiempos de crisis. La hibernación es un ejemplo de cómo el cerebro puede adaptarse a situaciones extremas, y Borjigin cree que algo similar podría estar ocurriendo en los humanos durante la muerte clínica.

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Diagnóstico impreciso

La investigación de Borjigin sugiere que podríamos estar diagnosticando la muerte prematuramente en muchos casos debido a una comprensión limitada del cerebro durante el paro cardíaco. “Podríamos estar haciendo diagnósticos prematuros de muerte de millones de personas, dado que no entendemos el mecanismo de la muerte”, afirma. Esto subraya la necesidad de más estudios para mejorar nuestra comprensión de la función cerebral durante estos momentos críticos.

La imagen del cerebro como un órgano que se apaga pasivamente durante la muerte clínica está siendo desafiada por descubrimientos que muestran una intensa actividad en sus últimos momentos. Como un capitán que permanece en su barco mientras se hunde, el cerebro parece luchar hasta el final, activando mecanismos de supervivencia y procesando información consciente hasta que la vida se extingue por completo. Esta nueva comprensión de la muerte cerebral no solo nos ofrece una visión más compleja de nuestros últimos momentos, sino que también abre la puerta a posibles nuevas intervenciones médicas para salvar vidas en situaciones críticas.

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