“Bona vacantia” o como una ley de 1377 favorece económicamente al Rey Carlos

En el mundo jurídico y financiero de Inglaterra y Gales, una peculiaridad legal conocida como «bona vacantia» cobra especial relevancia. Esta antigua ley, que se remonta a 1377, juega un papel crucial en el destino económico del Rey Carlos, al permitirle reclamar las propiedades de las personas que mueren sin herederos. La profesora Sheila Hamilton Macdonald, especialista en sucesiones, testamentos y tierras de la Nottingham Trent University, plantea una pregunta intrigante: ¿por qué personas del norte de Inglaterra, incluyendo a ex mineros y republicanos, terminan dejando sus bienes al monarca al morir?

La respuesta a esta interrogante radica en el principio de «bona vacantia», que significa «bienes sin dueño». Este proceso legal permite que la Corona reclame propiedades de quienes fallecen sin dejar un testamento válido y sin herederos según las reglas de intestado establecidas en la Ley de Administración de Sucesiones de 1925. Bajo estas reglas, ningún familiar más distante que un primo hermano del fallecido puede heredar, dejando así muchos patrimonios sin reclamantes.

Bona vacantia
El Ducado de Lancaster, junto con su contraparte, el Ducado de Cornualles, ha recaudado sumas considerables a lo largo de los años amparados por la bona vacantia. Ilustración MidJourney

La bona vacantia no es un tema real

En Inglaterra y Gales, la mayoría de estos patrimonios son gestionados por el Abogado del Tesoro, quien luego transfiere los excedentes al gobierno para sus gastos generales. Sin embargo, existe una excepción notable para las propiedades de personas fallecidas en el histórico condado palatino de Lancaster, que incluye áreas como Manchester y Lancashire. Estos bienes pasan al Ducado de Lancaster, actualmente bajo el reinado del Rey Carlos. Este ducado, creado por Eduardo III en 1377 y regulado por la Ley de administración de patrimonios de 1925, genera ingresos privados para el monarca a partir de estas propiedades no reclamadas.

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El Ducado de Lancaster, junto con su contraparte, el Ducado de Cornualles (que gestiona las propiedades de aquellos fallecidos en Cornwall), ha recaudado sumas considerables a lo largo de los años amparados por la bona vacantia. Según informes, solo el Ducado de Lancaster ha acumulado alrededor de £61,8 millones en la última década. Aunque estos ducados anuncian y permiten reclamaciones de herencia legítimas, también tienen la facultad discrecional de realizar pagos a quienes puedan tener un derecho legítimo sobre los patrimonios, incluso si no son herederos directos.

Qué se hace con el dinero

Parte de los ingresos proveniente de la bona vacantia se invierte en el mantenimiento y mejora de los activos del ducado, con una porción destinada a obras de caridad. Sin embargo, un cambio reciente en la administración de los fondos del Ducado de Lancaster ha suscitado controversia. El uso de dinero para mejorar propiedades históricas, que luego se alquilan con fines de lucro, y la aparente disminución en los fondos destinados a caridad, han generado interrogantes sobre la equidad y la relevancia de este sistema.

Bona vacantia
El legado de una ley de 1377 sigue influyendo en la distribución de la riqueza y el poder en la Inglaterra y Gales modernas. Ilustración MidJourney

El debate se intensifica en torno a la cuestión de si es justo que las propiedades de personas fallecidas en ciertas áreas se conviertan en bienes privados del monarca, mientras que otras pasan al Estado británico en general. En respuesta a estas preocupaciones, muchas personas optan por redactar testamentos que aseguren que sus bienes, en caso de no tener herederos, sean donados a organizaciones benéficas. Este enfoque preventivo asegura que los deseos del fallecido sean respetados y que su legado beneficie a causas que consideraban importantes.

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La antigüedad no ha muerto

El caso del «bona vacantia» y su impacto en la fortuna del Rey Carlos ilustra cómo las leyes antiguas, en ocasiones poco conocidas, pueden tener repercusiones significativas en la sociedad contemporánea. Mientras el debate continúa sobre la pertinencia y la justicia de estas normas, el legado de una ley de 1377 sigue influyendo en la distribución de la riqueza y el poder en la Inglaterra y Gales modernas.

Este fenómeno legal, que vincula estrechamente la historia y la tradición con la práctica contemporánea, no solo impacta las finanzas reales, sino que también plantea interrogantes éticos y sociales profundos. La existencia de «bona vacantia» y su aplicación en el siglo XXI despiertan un debate sobre la equidad y la modernización de las leyes sucesorias. ¿Deberían las leyes adaptarse para reflejar una sociedad más equitativa y democrática, o es esencial mantener estas tradiciones históricas que definen parte de la identidad británica? Mientras el Rey Carlos se beneficia de una normativa centenaria, el público y los expertos legales continúan debatiendo si estas leyes deben ser reformadas para reflejar un enfoque más contemporáneo y equitativo del patrimonio y la herencia en un mundo en constante cambio.

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