Arenques y anchoas: Súper alimentos que relentecerían el número de muertes al año

En un mundo donde la salud pública y la sostenibilidad medioambiental se encuentran en constante desafío, la solución podría estar nadando en nuestras aguas. Los arenques y anchoas, esos pequeños titanes del mar, se presentan no solo como una fuente de nutrientes esenciales sino como verdaderos súper alimentos capaces de transformar nuestro futuro.

Daniel Mediavilla, periodista de EL PAÍS y conocedor de cómo las narrativas pueden influir en la percepción pública, recientemente nos llevó a las profundidades de este tema con su reportaje “Comer más pescado como sardinas en lugar de carne roja podría evitar hasta 750.000 muertes prematuras en 2050”. Mediavilla, con una pluma afilada y la perspicacia de quien sabe que la salud va más allá de lo personal y se entrelaza con las dinámicas económicas y medioambientales, nos sumerge en una historia donde los arenques y las anchoas son protagonistas.

A comer arenques y anchoas

La recomendación de Mediavilla se basa en un estudio publicado en la revista BMJ Global Health, que proyecta una notable reducción de muertes prematuras y años de vida perdidos por discapacidad si se aumenta el consumo de peces pequeños, como los arenques y anchoas, en sustitución de la carne roja. Este cambio dietético no solo beneficiaría a la salud cardiovascular gracias a los ácidos grasos poliinsaturados que estos peces aportan, sino que también representaría un avance significativo en la preservación del medio ambiente, dado el bajo impacto ecológico de su captura y producción en comparación con la ganadería intensiva.

Arenques y anchoas
El estudio destaca cómo estos pequeños pescados, arenques y anchoas, que constituyen el 30% de las capturas mundiales, son utilizados mayoritariamente no para alimentar humanos sino para engordar especies en piscifactorías destinadas al consumo en mercados de mayor poder adquisitivo. Ilustración MidJourney

Shujuan Xia, del Instituto Nacional de Estudios Medioambientales de Japón, y su equipo lideraron la investigación que subraya una realidad ineludible: los arenques y las anchoas podrían no ser suficientes para reemplazar completamente el consumo global de carne roja, dada su disponibilidad limitada, pero incluso un aumento moderado en su consumo acercaría a la población mundial a los niveles recomendados de ingesta de pescado. Este ajuste en la dieta global podría evitar entre medio millón y 750,000 muertes prematuras y resultar en la disminución de 8 a 15 millones de años de discapacidad acumulada, sobre todo en países de bajos ingresos, donde las enfermedades relacionadas con la dieta, especialmente las cardiovasculares, están en aumento.

Peces de forraje

El estudio destaca cómo estos pequeños pescados, arenques y anchoas, que constituyen el 30% de las capturas mundiales, son utilizados mayoritariamente no para alimentar humanos sino para engordar especies en piscifactorías destinadas al consumo en mercados de mayor poder adquisitivo. Esta práctica no solo es ineficiente en términos de retención de nutrientes, sino que además desaprovecha una oportunidad crucial para mejorar la nutrición en países con recursos limitados. La propuesta de adoptar una distribución más equitativa del pescado de forraje podría duplicar el número de muertes evitables, en comparación con simplemente reducir el consumo de carne roja.

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Esta visión se alinea con las declaraciones de Jesús Francisco García-Gavilán, investigador en CIBERobn y profesor asociado de la Universidad Rovira i Virgili, quien sugiere que fomentar a nivel nacional el consumo de pescado no solo beneficiaría la salud de la población, sino que también reduciría el gasto sanitario y promovería patrones alimentarios sostenibles como la dieta mediterránea y atlántica. Sin embargo, la implementación de estas recomendaciones enfrenta desafíos significativos, incluyendo la variabilidad en la disponibilidad de estos recursos debido al cambio climático.

Políticas alimentarias

Aunque el estudio se centra en proyecciones a largo plazo y reconoce incertidumbres, como el impacto del cambio climático en las poblaciones de peces, sugiere que cambios estratégicos en las prácticas de pesca podrían mitigar estos efectos y apoyar la producción sostenible. Adrián Carballo, investigador en el Instituto Karolinska, enfatiza que, a pesar de las limitaciones del estudio para predecir beneficios específicos para individuos, el enfoque poblacional ofrece una base sólida para la elaboración de políticas alimentarias que puedan tener un impacto positivo generalizado.

La adopción de políticas que fomenten el consumo de arenques y anchoas no solo podría mejorar la salud de la población a nivel global sino también contribuir significativamente a la reducción de las emisiones de carbono asociadas a la producción de carne roja. Este enfoque dual, que beneficia tanto al medio ambiente como a la salud pública, representa un cambio paradigmático en cómo concebimos la dieta ideal para el futuro de nuestro planeta y sus habitantes.

Arenques y anchoas
La visión de un futuro en el que los arenques y anchoas sean reconocidos como pilares de una alimentación saludable y sostenible no es utópica. Es una meta alcanzable que requiere del compromiso colectivo de la sociedad en su conjunto. Ilustración MidJourney.

Superar las barreras culturales

El potencial de los arenques y anchoas para transformar nuestra alimentación y medio ambiente es enorme, pero requiere un cambio de perspectiva que ponga en valor estos recursos marinos no solo como una opción nutricional sino como un componente esencial de un sistema alimentario sostenible. El desafío está en superar las barreras culturales, económicas y logísticas que limitan el acceso a estos pescados en muchas partes del mundo, especialmente en aquellas regiones que más podrían beneficiarse de su consumo.

El artículo de Mediavilla nos recuerda la importancia de mirar más allá de las soluciones convencionales a los problemas de salud pública y sostenibilidad medioambiental. La promoción de los arenques y anchoas como súper alimentos es un ejemplo de cómo, a través de cambios en las políticas alimentarias y en los hábitos de consumo, podemos enfrentar simultáneamente los desafíos de la malnutrición, las enfermedades crónicas y el cambio climático.

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Es crucial que los gobiernos, las organizaciones internacionales y los actores del sector privado trabajen juntos para facilitar este cambio hacia una dieta más sostenible. Esto incluye invertir en la investigación y el desarrollo de prácticas de pesca sostenibles, así como en campañas de educación pública que resalten los beneficios de consumir peces pequeños como los arenques y anchoas. Además, es necesario implementar políticas que aseguren la distribución equitativa de estos recursos, para que los beneficios de su consumo lleguen a todas las capas de la población, especialmente en países en desarrollo donde el impacto podría ser más significativo.

Símbolo de la salud humana

La visión de un futuro en el que los arenques y anchoas sean reconocidos como pilares de una alimentación saludable y sostenible no es utópica. Es una meta alcanzable que requiere del compromiso colectivo de la sociedad en su conjunto. Mediavilla, con su reportaje, no solo nos ha proporcionado una valiosa información, sino que también ha contribuido a un diálogo más amplio sobre cómo nuestros hábitos alimenticios pueden y deben evolucionar para garantizar el bienestar de las generaciones futuras y la salud del planeta que habitamos.

Los arenques y las anchoas no son meramente peces; son símbolos de lo que es posible lograr cuando la salud humana y la sostenibilidad del planeta se consideran conjuntamente. Al incluir estos súper alimentos en nuestra dieta, no solo estamos optando por una vida más saludable, sino que también estamos tomando una posición activa en la lucha contra el cambio climático y a favor de un mundo más justo y equitativo. El camino hacia un futuro sostenible pasa, sorprendentemente, por el reino submarino de los arenques y anchoas.

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