Industria alemana se extingue al no contar con la flama del gas ruso barato

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    Gas ruso
    Alemania no leyó la posibilidad geopolítica de perder el gas ruso barato. Ilustración MidJourney

    Durante décadas, Alemania se ha destacado como una superpotencia económica, con su manufactura de clase mundial, su alto valor de exportación y una envidiable salud financiera. Sin embargo, la reciente crisis del gas ruso ha dejado a esta nación en un estado vulnerable, llevándola a ser, sorprendentemente, la economía desarrollada con el peor desempeño del mundo.

    La robustez económica de Alemania era notable. Según informes, la nación dominaba los mercados globales, en particular con sus automóviles de lujo y maquinaria industrial, y tenía una economía cuyo 50% dependía de las exportaciones. Mientras otros países de Europa enfrentaban deudas, Alemania prosperaba, siendo a menudo el modelo a seguir.

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    Con una capacidad industrial instalada envidiable, ahora no tiene energía. Ilustración MidJourney

    No hay más gas ruso barato

    Sin embargo, tras la invasión de Rusia a Ucrania y la consecuente pérdida de gas natural económico proveniente de Moscú, la situación cambió drásticamente. Este escenario representó un golpe sin precedentes para las industrias alemanas de alto consumo energético, cuyo motor había sido durante largo tiempo el eje manufacturero de Europa. La respuesta del Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea fue clara, pronosticando que la economía alemana se contraería ese año.

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    Christian Kullmann, CEO de Evonik Industries AG, una de las empresas químicas más importantes de Alemania, ha advertido sobre el riesgo de «desindustrialización». Desde su perspectiva, la falta de gas ruso barato y la inacción gubernamental frente a problemas crónicos podrían conducir a que nuevas fábricas y empleos migren a otros países.

    El viejo carbón de vuelta

    La pérdida del gas ruso ha impactado duramente a las fábricas alemanas. Tras el cese del suministro de gas ruso a la Unión Europea, que aportaba el 40% del combustible del bloque, el gobierno alemán solicitó a Evonik que mantuviera en funcionamiento su planta de energía alimentada con carbón de los años 60 por unos meses más. Este giro retroactivo muestra la gravedad de la crisis energética y la necesidad de medidas inmediatas para evitar un colapso total.

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    El éxodo de empresas y mano de obra parece el siguiente paso frente a la contracción. Ilustración MidJourney

    David Mchugh, periodista estadounidense, había previamente elaborado un reportaje mostrando cómo Alemania pasó de ser un referente global a enfrentar esta crisis sin precedentes. Las respuestas, en su mayoría, se encuentran en el abrupto cambio en la dinámica energética con Rusia, que ha dejado a la industria alemana en jaque.

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    Financiamiento eléctrico

    Ante esta situación, se ha propuesto una solución que genera debates: establecer un límite financiado por el gobierno a los precios de la electricidad industrial. Esto podría ayudar a la economía a sortear esta transición hacia las energías renovables. Sin embargo, aún queda por verse si estas medidas serán suficientes para revivir la chispa de la economía alemana que una vez deslumbró al mundo. La situación actual, sin duda, es una lección crucial sobre la importancia de diversificar las fuentes energéticas y no depender en exceso de un solo proveedor como el gas ruso.

    La relación de dependencia energética entre Alemania y Rusia no es reciente. Durante décadas, los dos países han tejido fuertes lazos económicos basados en la complementariedad: Alemania necesitaba el gas ruso para mantener en funcionamiento sus gigantes industriales, y Rusia requería de la maquinaria y tecnología avanzada alemana. Este entendimiento mutuo funcionó mientras las circunstancias políticas y geoeconómicas lo permitieron. Sin embargo, la reciente crisis ha expuesto la vulnerabilidad de una estrategia de dependencia a largo plazo y cómo el cambio abrupto en una pieza clave puede desestabilizar el tablero económico.

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