Donald Trump, conocido por su carácter narcisista y su historial controvertido como presidente, desea volver a manejar las relaciones exteriores de EE.UU. Sus aspiraciones para las próximas elecciones han generado preocupación entre los expertos en política exterior y la comunidad internacional. La inquietud no es infundada, considerando su manejo anterior de los asuntos globales, que, según muchos analistas, dejó a Estados Unidos y sus aliados en una posición más vulnerable.
Charles Babington, veterano periodista con dos décadas de experiencia cubriendo Washington para The Washington Post, Associated Press y News & Observer de Raleigh, publicó recientemente un artículo de opinión en The Hill titulado: “No le demos a Trump otra oportunidad de arruinar la política exterior y poner en peligro a Estados Unidos”. En su análisis, Babington destaca cómo Trump, durante su mandato, tomó decisiones que, lejos de fortalecer la posición de EE.UU. en el escenario mundial, el debilitamiento considerablemente. Babington sostiene que el regreso de Trump a la Casa Blanca podría tener consecuencias desastrosas para la seguridad y la diplomacia del país.
Relaciones exteriores de EE.UU.
Trump se presenta como un hábil operador de política exterior, afirmando que durante su presidencia logró debilitar a los adversarios de EE.UU. y aumentar el respeto global hacia el país. Sin embargo, el registro de sus acciones cuenta una historia diferente. Sus constantes elogios al presidente ruso, Vladimir Putin, y su acercamiento al líder norcoreano Kim Jong Un, dejaron perplejos a muchos expertos en política exterior e inteligencia. Estos movimientos, considerados por algunos como intentos de diplomacia audaz, fueron vistos por otros como peligrosas concesiones a regímenes autoritarios.

No obstante, Trump decidió cancelar el acuerdo, argumentando que nuevas sanciones económicas paralizarían al régimen iraní y lo obligarían a negociar un mejor trato. Ilustración MidJourney
Quizás una de las decisiones más polémicas de Trump fue retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC). Este acuerdo, firmado en 2015, tenía como objetivo limitar las ambiciones nucleares de Irán a cambio de alivio en las sanciones económicas. Expertos internacionales coincidían en que el acuerdo estaba funcionando y que Irán estaba cumpliendo con los términos, utilizando su programa nuclear con fines energéticos en lugar de bélicos. No obstante, Trump decidió cancelar el acuerdo, argumentando que nuevas sanciones económicas paralizarían al régimen iraní y lo obligarían a negociar un mejor trato. Así fue a homogénea fórmula con la que Donald Trump manejó las relaciones exteriores de EE.UU.
Irán es más que una amenaza
Las consecuencias de esta decisión fueron rápidas y previsibles. En lugar de ceder ante la presión, Irán aceleró su programa nuclear, acercándose más que nunca a la capacidad de producir armas nucleares. Este giro de los acontecimientos fue exactamente lo que predijeron los expertos militares y diplomáticos cuando Trump se retiró a EE.UU. del PAIC. La Asociación para el Control de Armas, una organización no partidista, advirtió que la campaña de “máxima presión” de Trump no haría más que exacerbar las tensiones y fortalecer la posición de Irán en la región.
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El retorno de Trump a la Casa Blanca no solo plantea preocupaciones sobre Irán, sino también sobre su enfoque general hacia las relaciones exteriores de EE.UU. Sus declaraciones públicas y políticas sugieren una visión de la diplomacia que muchos consideran imprudente y contraproducente. En su reciente campaña, Trump ha prometido permitir que Rusia haga “lo que les dé la gana” con cualquier país miembro de la OTAN que no cumpla con las pautas de gasto militar. Esta postura no solo debilitaría la alianza transatlántica, sino que también podría alentar a Rusia a actuar con mayor agresividad en Europa del Este.
Demócratas en contraste
En contraste, la administración Biden-Harris ha adoptado un enfoque más tradicional y colaborativo en la política exterior. Tras los recientes ataques de Irán a Israel con misiles y drones, el presidente Biden declaró que EE.UU. y sus aliados del G7 están comprometidos a aumentar la presión económica sobre Irán y tomar medidas para restringir sus programas militares desestabilizadores. Este enfoque, aunque no exento de desafíos, busca mantener un equilibrio entre la diplomacia y la presión, evitando los extremos que caracterizaron la administración Trump.
Mientras Trump hace campaña para regresar a la Casa Blanca, es crucial que los votantes consideren las implicaciones de su enfoque en política exterior. Sus acciones pasadas han demostrado una tendencia a priorizar los gestos grandiosos sobre la sustancia y la estrategia a largo plazo. Este estilo de liderazgo, argumentan críticos como Babington, pone en riesgo la seguridad nacional y la estabilidad global.

En el contexto actual, donde las relaciones exteriores de EE.UU. juegan un papel crucial en la configuración del orden mundial, la posibilidad de que Trump retome las riendas de la diplomacia estadounidense es una perspectiva que suscita tanto interés como preocupación. Los candidatos deben evaluar detenidamente las consecuencias potenciales de esta decisión, teniendo en cuenta no solo las promesas de campaña, sino también el historial comprobado del candidato.
Demasiados equívocos
La presidencia de Trump estuvo marcada por una serie de decisiones que, según sus críticos, debilitaron las alianzas tradicionales de EE.UU. y fortalecieron a sus adversarios. Desde su salida del PAIC hasta sus elogios a líderes autoritarios, sus políticas generaron controversias y debates sobre la dirección de la política exterior estadounidense. Ahora, con la posibilidad de un segundo mandato en el horizonte, el debate sobre su idoneidad para manejar las relaciones exteriores de EE.UU. es más relevante que nunca.
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La intención de Trump de volver a manejar las relaciones exteriores de EE.UU. plantea interrogantes sobre el futuro de la diplomacia estadounidense y su papel en el mundo. Mientras se prepara para una virtual candidatura en noviembre, es fundamental que los votantes y los responsables de la toma de decisiones consideren cuidadosamente las lecciones del pasado y las implicaciones de sus políticas. La elección de un líder que entienda y respete las complejidades de la política exterior podría ser crucial para mantener la seguridad y la posición de Estados Unidos en el escenario global.