Neurocientífico español del NIDA: Al usar algoritmos le estamos vendiendo nuestra alma al diablo

 En un reciente evento en Palma de Mallorca, organizado por la Sociedad Española de Patología Dual y la Asociación Mundial de Patología Dual, el neurocientífico Rubén Baler lanzó una advertencia que resuena con un timbre casi apocalíptico. Según Baler, experto en salud pública y neurociencia de las adicciones del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA), el abuso creciente de las tecnologías digitales, especialmente entre los más jóvenes, es una amenaza no solo para la salud mental individual sino para la sociedad en su conjunto. “Estamos vendiendo nuestra alma al diablo cada vez que nos sometemos a los dictados de los algoritmos diseñados para secuestrar nuestra atención,” afirmó el científico.

El reportaje fue originalmente elaborado por Jessica Mouzo, una destacada redactora de sanidad para el periódico EL PAÍS, quien posee una extensa formación en periodismo y un máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona. Mouzo entrevistó a Baler bajo el título: “Rubén Baler, neurocientífico: ‘Somos conejillos de indias, nuestra atención se ha convertido en un bien rentable’”, revelando cómo nuestras interacciones digitales están siendo explotadas a expensas de nuestra salud mental.

Advertencias de un neurocientífico

El neurocientífico explicó que el cerebro humano, especialmente en la adolescencia, se encuentra en un estado de moldeabilidad extrema, lo que hace a los jóvenes particularmente vulnerables a los efectos nocivos del consumo excesivo de contenido digital. Baler describe cómo la constante necesidad de dopamina generada por los ‘likes’ y las notificaciones actúa de manera similar a la que las drogas más potentes tienen sobre nuestros sistemas de recompensa. “El cerebro adolescente está programándose en tiempo real, y cualquier estímulo excesivo puede alterar profundamente ese proceso,” alertó Baler.

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Baler ha observado cómo las plataformas digitales han sido diseñadas meticulosamente para maximizar la adicción. Desde el infinito ‘scrolling’ hasta las notificaciones intermitentes, cada característica tiene como objetivo mantener al usuario enganchado el mayor tiempo posible. “Los algoritmos no son simples herramientas neutrales; son armas de manipulación masiva camufladas detrás de interfaces amigables y contenido atractivo”. Ilustración MidJourney

En sus investigaciones, Baler ha observado cómo las plataformas digitales han sido diseñadas meticulosamente para maximizar la adicción. Desde el infinito ‘scrolling’ hasta las notificaciones intermitentes, cada característica tiene como objetivo mantener al usuario enganchado el mayor tiempo posible. “Los algoritmos no son simples herramientas neutrales; son armas de manipulación masiva camufladas detrás de interfaces amigables y contenido atractivo,” comentó el experto.

Los riesgos de esta exposición no se limitan solo al ámbito de la salud mental. Baler también señaló cómo las adicciones a las pantallas pueden llevar a problemas físicos como la falta de sueño y la obesidad, exacerbando aún más el problema de salud pública que representa. Además, destacó que la industria tecnológica se beneficia enormemente de esta adicción, generando enormes ganancias a costa de la salud de sus usuarios.

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Tecnología es servidumbre

Sin notarlo, los usuarios se han dejado echar el lazo de la servidumbre de las empresas de tecnología, cuando la relación debería ser contraria. La tecnología debe estar al servicio de hombre. “Lo que necesitamos es un cambio radical en cómo abordamos el uso de la tecnología,” sugirió Baler. Propuso que la educación y la regulación son esenciales para mitigar los efectos destructivos de estas adicciones. En lugar de esperar a que los científicos encuentren una ‘cura’, Baler aboga por políticas proactivas que protejan especialmente a los más jóvenes, retrasando la exposición a las pantallas hasta edades más maduras.

El neurocientífico concluyó su participación en el congreso con una reflexión sobre la urgencia de revisar nuestras prioridades y la forma en que interactuamos con la tecnología. “Si no reevaluamos nuestra dependencia de estos dispositivos y plataformas, continuaremos siendo víctimas de un sistema diseñado para explotarnos,” advirtió. Con estas palabras, Baler no solo buscó educar sobre los peligros de la tecnología mal utilizada, sino también inspirar una acción colectiva hacia un futuro donde la tecnología sirva al bienestar humano, y no al revés.

Limitación parental urgente

Con la reflexión del neurocientífico Rubén Baler, el enfoque debe ser no solo individual sino colectivo. La sociedad, explicó, debe entender que está en juego mucho más que simples momentos de ocio frente a una pantalla. La integridad cognitiva de las generaciones futuras podría estar comprometida si no se establecen límites claros y regulaciones estrictas sobre cómo y cuándo se utilizan las tecnologías digitales.

El llamado de Baler es un eco de una preocupación creciente entre los expertos en salud pública. “La adicción a las pantallas no es una mera molestia; es una crisis emergente que está remodelando la sociedad de maneras que apenas estamos comenzando a entender,” señaló. La facilidad con que los algoritmos pueden moldear la percepción y el comportamiento es una potente herramienta que, si se deja sin control, podría tener consecuencias duraderas y no deseadas.

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Sin notarlo, los usuarios se han dejado echar el lazo de la servidumbre de las empresas de tecnología, cuando la relación debería ser contraria. La tecnología debe estar al servicio de hombre. “Lo que necesitamos es un cambio radical en cómo abordamos el uso de la tecnología,” sugirió Baler. Ilustración MidJourney.

A nivel práctico, Baler sugiere varias medidas inmediatas. Entre estas, recomienda que los padres limiten y supervisen el uso de dispositivos electrónicos por parte de sus hijos, especialmente en las horas previas a dormir. Además, propone que las escuelas jueguen un papel más activo en educar a los estudiantes sobre los riesgos asociados con la tecnología, incorporando en el currículo lecciones sobre la salud mental y el uso responsable de la tecnología.

El Estado y sus obligaciones

En cuanto a los responsables de la formulación de políticas, Baler insta a considerar legislaciones que requieran a los fabricantes de tecnología implementar características que disminuyan la adictividad de sus productos. «Es imperativo que se introduzcan mecanismos que desincentiven la formación de hábitos nocivos y fomenten un uso consciente y moderado,» afirmó.

Esta perspectiva ha encontrado resonancia en varios sectores de la sociedad, donde la preocupación por la salud mental ha crecido exponencialmente en los últimos años. Testimonios de jóvenes que han luchado contra la adicción a las redes sociales y los videojuegos añaden una capa de urgencia a la discusión. “Llegó un punto en que no podía pasar más de unos minutos sin revisar mi teléfono. Fue devastador, no solo para mi salud mental, sino para mis relaciones y mi rendimiento académico,” compartió un estudiante durante una de las sesiones del congreso.

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Finalmente, Baler recalca que la lucha contra las adicciones digitales no es solo una cuestión de voluntad individual o de responsabilidad parental. Es una batalla que debe ser apoyada por políticas públicas robustas, investigación científica continua y una colaboración transversal entre educadores, legisladores, y fabricantes de tecnología.

Con estas medidas, el neurocientífico espera que se pueda redirigir el curso del uso de la tecnología de una manera que beneficie más claramente el bienestar humano y social. “Debemos actuar ahora para asegurarnos de que nuestras interacciones con la tecnología sean sostenibles y enriquecedoras, en lugar de perjudiciales y explotadoras,” concluyó Baler, dejando un mensaje claro: el futuro de nuestra interacción con la tecnología está en nuestras manos, y es imperativo que tomemos decisiones informadas y consideradas para proteger nuestra salud mental y nuestra sociedad.

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