Replicar la mano dura de Bukele es una constante tentación no solo en América Latina

En los pasillos del poder de América Latina, el eco de la «mano dura de Bukele» resuena con una frecuencia alarmante. Los líderes políticos de la región, frente a una creciente ola de criminalidad y descontento social, parecen volverse cada vez más hacia el modelo autoritario del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, en busca de soluciones rápidas a problemas estructurales de larga duración. Este fenómeno no es solo un reflejo de la desesperación política, sino también un testimonio de la tentación persistente por adoptar medidas extremas en tiempos de crisis.

Este reportaje, nace de los datos aportado por Amalendu Misra, profesor de Política Internacional de la Universidad de Lancaster, quien realizó un análisis académico titulado: “Varios países de América Latina copian el ‘modelo Bukele’ para combatir a las bandas criminales”, publicado en el portal The Conversation. Misra señala cómo las bandas criminales, con una presencia robusta en la región, no solo han desafiado gobiernos sino que han reconfigurado el panorama político y social de varios países.

La tentadora mano dura de Bukele

La «mano dura de Bukele» se instituyó en El Salvador como respuesta a un fin de semana particularmente sangriento en marzo de 2022, que dejó un saldo de 87 muertos. Las medidas incluyeron restricciones severas a los derechos civiles, permitiendo detenciones masivas sin el debido proceso. En febrero de 2024, esta política resultó en la detención de más de 76,000 personas, casi el 2% de la población salvadoreña, muchas de las cuales fueron encarceladas sin pruebas concretas de su involucramiento en actividades criminales.

La propagación de este enfoque ha sido rápida y preocupante. En Ecuador, por ejemplo, un referéndum nacional en abril de 2024 confirmó la continuación de un estado de excepción que otorga al presidente poderes extraordinarios para combatir el crimen, una política claramente inspirada en las tácticas de Bukele. Este giro hacia el autoritarismo, aunque quizás efectivo a corto plazo, plantea serias preguntas sobre la erosión de los principios democráticos y el respeto a los derechos humanos.

mano dura de Bukele
La propagación de este enfoque ha sido rápida y preocupante. En Ecuador, por ejemplo, un referéndum nacional en abril de 2024 confirmó la continuación de un estado de excepción que otorga al presidente poderes extraordinarios para combatir el crimen, una política claramente inspirada en las tácticas de Bukele. Ilustración MidJourney

Menos crimen, más PIB

Las razones detrás de esta tendencia son multifacéticas. Las investigaciones del Fondo Monetario Internacional sugieren que una reducción del crimen al nivel medio mundial podría incrementar el crecimiento económico de la región en 0,5 puntos porcentuales anualmente. Sin embargo, la adopción de políticas de mano dura también refleja una falta de confianza en las instituciones policiales tradicionales y un profundo malestar social ante la inseguridad cotidiana que sufren los ciudadanos.

El panorama es variado y complejo. Por un lado, la mano dura de Bukele ha sido recibida con aplausos en El Salvador, donde se le atribuye la transformación del país de una de las naciones más violentas del mundo a una de las más seguras de la región. Sin embargo, la popularidad de estas medidas extremas no puede ocultar sus costos humanos. En El Salvador, las acusaciones de violaciones a los derechos humanos, incluidas detenciones arbitrarias y la supresión de libertades fundamentales, son numerosas y continúan siendo un tema de gran preocupación internacional.

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A medida que otros países de América Latina consideran seguir los pasos de Bukele, es crucial que los líderes y los ciudadanos reflexionen sobre las consecuencias a largo plazo de sacrificar la libertad en nombre de la seguridad. La historia nos ha enseñado que las soluciones autoritarias pueden ofrecer resultados inmediatos, pero a menudo a un alto costo para la estructura democrática y los derechos humanos. El desafío para la región es encontrar un equilibrio entre la necesidad de seguridad y el respeto por las libertades civiles, un equilibrio que parece cada vez más difícil de mantener en un clima de creciente inseguridad y polarización política.

Respuestas rápidas al crimen

La mano dura de Bukele puede ofrecer un atractivo modelo para aquellos que buscan respuestas rápidas al crimen y la inseguridad, es imperativo que las democracias de América Latina consideren las implicaciones a largo plazo de tales políticas. La gobernanza efectiva en tiempos de crisis no debe recaer únicamente en la fuerza y la restricción, sino que debe incluir estrategias comprensivas que aborden las causas raíz del crimen y fortalezcan las instituciones democráticas.

A pesar de la popularidad temporal de las políticas de mano dura, la historia también ofrece ejemplos abundantes de cómo las respuestas autoritarias a los problemas sociales y económicos pueden llevar a un deterioro de la confianza en el gobierno y a un aumento del descontento público. Es vital que los líderes políticos y los ciudadanos mantengan un diálogo abierto y constructivo sobre cómo abordar la seguridad sin comprometer los valores democráticos esenciales.

mano dura de Bukele
A medida que otros países de América Latina consideran seguir los pasos de Bukele, es crucial que los líderes y los ciudadanos reflexionen sobre las consecuencias a largo plazo de sacrificar la libertad en nombre de la seguridad. La historia nos ha enseñado que las soluciones autoritarias pueden ofrecer resultados inmediatos, pero a menudo a un alto costo para la estructura democrática y los derechos humanos. Ilustración MidJourney.

En este contexto, el modelo de Bukele, aunque seductor para muchos, presenta una paradoja. Por un lado, ha logrado reducir significativamente los niveles de violencia en El Salvador, convirtiéndolo en un caso de estudio para otros países plagados de violencia. Por otro lado, las críticas y preocupaciones sobre la erosión de los derechos humanos y el abuso de poder son ineludibles y deben ser tomadas en serio.

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Un tema para el devenir

Los próximos años serán críticos para América Latina. Los gobiernos de la región deben evaluar cuidadosamente las consecuencias de adoptar medidas similares a las de Bukele. Deben preguntarse si los beneficios a corto plazo de la disminución de la criminalidad justifican los potenciales riesgos a largo plazo para la estabilidad política y la integridad democrática.

Así, la «mano dura de Bukele» se convierte en un símbolo de un dilema más amplio: ¿es posible mantener el orden y la seguridad sin sacrificar los principios fundamentales de la justicia y la libertad? La respuesta a esta pregunta definirá el futuro político y social de América Latina en las próximas décadas. Mientras tanto, la tentación de replicar la mano dura de Bukele sigue siendo una constante en la región, una tentación que debe ser abordada con cautela y profunda reflexión por parte de todos los actores involucrados en la gobernanza de la región.

 

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