Impuestos: Venezuela está de última en el Índice de Neutralidad Fiscal de América Latina

Venezuela ha sido clasificada en el último lugar del Índice de Neutralidad Fiscal de América Latina, un indicador crucial que evalúa cómo los impuestos afectan la economía de un país. Los impuestos en Venezuela, que ya eran vistos como un obstáculo significativo para el desarrollo económico, ahora han sido identificados como los más perjudiciales de la región, lo que genera serias preocupaciones sobre el futuro financiero del país.

José Antonio Gil Yepes, sociólogo venezolano y presidente de la encuestadora Datanálisis entre 1989 y 2011, ha sido un crítico consistente del sistema tributario del país. En su reciente columna en el diario El Universal, titulada «Los impuestos son recesivos e inflacionarios», Gil Yepes argumenta que los altos impuestos directos sobre las utilidades de las empresas limitan significativamente su capacidad de inversión y crecimiento. Gil Yepes, con una extensa carrera académica en el Instituto de Estudios Superiores de Administración, sostiene que esta situación contribuye a un ciclo de recesión e inflación que afecta a todos los sectores de la economía venezolana.

Impuestos, recesión e inflación

Impuestos elevados extraen recursos cruciales de las empresas y los consumidores, lo que, según una publicación de la Tax Foundation en 2012, inhibe la inversión privada y el crecimiento económico. La Tax Foundation resumió 26 estudios realizados entre 1983 y 2012, encontrando en 23 de ellos una compensación negativa entre el incremento de impuestos y la inversión privada. Estos estudios subrayan que los impuestos desvían recursos de los inversionistas potenciales y beneficiados, y aumentan los precios para los consumidores. En Venezuela, donde el acceso al crédito bancario ya es extremadamente restringido debido al alto encaje legal, la situación es aún más grave.

Impuestos
La Encuesta Multisectorial Empresarial de Escenarios Datanalisis revela que casi el 60% de las empresas en Venezuela se financian con flujo de caja y el 34% con aportes de socios, mientras que solo el 16% mencionan los créditos bancarios como una fuente de financiamiento viable. Ilustración MidJourney

La Encuesta Multisectorial Empresarial de Escenarios Datanalisis revela que casi el 60% de las empresas en Venezuela se financian con flujo de caja y el 34% con aportes de socios, mientras que solo el 16% mencionan los créditos bancarios como una fuente de financiamiento viable. En este contexto, los impuestos directos no solo son recesivos sino también inflacionarios, ya que las empresas buscan compensar la salida de recursos aumentando precios, reduciendo salarios o despidiendo trabajadores. Estas medidas tienen un efecto dominó en la economía, afectando tanto a los consumidores como a los empleados y perpetuando un ciclo vicioso de estancamiento económico.

Malas administraciones

Los impuestos personales también juegan un papel crucial en esta dinámica negativa. Desincentivan la generación de ingresos gravables, especialmente aquellos derivados del trabajo. No solo el impuesto sobre la renta, sino también una multiplicidad de cargas parafiscales, como los aportes al seguro social, al desempleo ya la vivienda, reducen el salario neto del trabajador. Este efecto se agrava cuando estos programas públicos son mal administrados, ofreciendo poco o ningún beneficio real a sus destinatarios. Esta situación desmotiva a los trabajadores, desincentiva el estudio profesional y fomenta la informalidad, lo que a su vez reduce el consumo y la productividad general del país.

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Los impuestos al consumo, como el IVA y el IGTF, también son problemáticos, aunque su impacto es ligeramente diferente. Estos impuestos son recesivos porque frenan el consumo al aumentar los precios de los bienes y servicios. Sin embargo, a diferencia de los impuestos directos, solo se pagan si se consume. Aun así, en un entorno económico ya deprimido, cualquier incremento adicional en los precios puede tener efectos devastadores en el poder adquisitivo de la población.

Inversión, producción y empleo

Para abordar estos problemas, Gil Yepes propone una serie de soluciones modernas que no implican eliminar los impuestos, sino más bien optimizar su estructura y administración. En primer lugar, sugiere que el gobierno debería incentivar la inversión, la producción y el empleo, permitiendo que los actores privados, que son mejores administradores, impulsen la economía. Los gobiernos no deben invadir espacios ni funciones que puedan ser mejor gestionadas por los ciudadanos.

En segundo lugar, aboga por la rendición de cuentas de los gobernantes. Esto requeriría la profesionalización y meritocracia en el sector público, la independencia de la justicia y la descentralización del poder. Mantener niveles impositivos competitivos es esencial, especialmente en países menos desarrollados que necesitan atraer capitales para estimular el crecimiento económico. En este sentido, Gil Yepes destaca que Venezuela ocupa el último lugar en el Índice de Neutralidad Fiscal de América Latina precisamente porque su política fiscal es contraproducente.

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La clasificación de Venezuela en el último lugar del Índice de Neutralidad Fiscal de América Latina no es sorprendente dado el contexto económico y fiscal del país. Los impuestos en Venezuela no solo son altos, sino que también están mal estructurados y administrados, creando un entorno desfavorable para la inversión y el crecimiento. Ilustración MidJourney.

Merma de las inversiones

La situación en Venezuela se complica aún más cuando se compara con otros países de la región. El enfoque de la mayoría de los gobernantes municipales y nacionales parece ser el contrario al recomendado: en lugar de fomentar un entorno fiscal favorable, imponen altos impuestos que ahogan la inversión y el crecimiento. Esto ha llevado a Venezuela a tener la menor actividad bursátil de la región y una inversión privada extremadamente baja, tanto nacional como extranjera.

La OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, ha encontrado que el impacto negativo de los impuestos sobre el crecimiento económico depende del tipo de impuesto. Los impuestos directos a las empresas son los más dañinos, seguidos por los impuestos personales, los impuestos al consumo y, finalmente, los impuestos a la propiedad. En Venezuela, esta jerarquía de impacto negativo se ve exacerbada por una administración fiscal ineficiente y la falta de acceso al crédito bancario.

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No hay sorpresas

La clasificación de Venezuela en el último lugar del Índice de Neutralidad Fiscal de América Latina no es sorprendente dado el contexto económico y fiscal del país. Los impuestos en Venezuela no solo son altos, sino que también están mal estructurados y administrados, creando un entorno desfavorable para la inversión y el crecimiento. Para revertir esta situación, se necesitaría una reforma fiscal integral que no solo optimice la estructura de los impuestos, sino que también promueva la rendición de cuentas y la eficiencia en el gasto público. Solo entonces Venezuela podría comenzar a ver una mejora en su economía y un ascenso en los índices económicos regionales.

Este análisis no solo destaca los problemas actuales, sino que también proporciona un camino potencial para mejorar el entorno fiscal y económico de Venezuela, permitiendo que el país recupere su estabilidad y prosperidad a largo plazo.

 

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