Heath Brown, reconocido profesor asociado de políticas públicas en la Universidad John Jay College City de Nueva York y autor del esperado libro “Roadblocked: Joe Biden’s Rocky Transition to the Presidency”, ha lanzado una advertencia seria y reflexiva en su columna de opinión en The Hill. En ella, Brown señala la tendencia del trumpismo hacia una transición dictatorial, enfatizando la necesidad de prestar atención a ciertos aspectos críticos a medida que nos acercamos a las elecciones de 2024 en Estados Unidos.
La declaración de Trump sobre no convertirse en un dictador si fuera reelegido, salvo en el «día 1», ha causado alarma y llevado a Brown a profundizar en la dinámica de las transiciones presidenciales. Con más de una década estudiando estas transiciones, Brown destaca una decisión crucial que podría tomar el favorito republicano en las próximas semanas: la elección de quién supervisará su planificación de transición preelectoral.

Heath Brown y su experticia
Esta figura, aunque a menudo olvidada por los medios, juega un papel crucial en la configuración de la administración entrante. Cada promesa de campaña convertida en orden ejecutiva, cada falla en las nominaciones del Gabinete, puede rastrearse hasta la efectividad del director de transición. La relevancia de este rol se vio claramente en la transición de 2016, cuando Trump despidió a Chris Christie como presidente de transición, lo que desencadenó un período caótico afectando muchas de las primeras acciones de Trump.
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Por otro lado, el éxito de la transición de Joe Biden en 2020, liderada por Ted Kaufman, rompió una tendencia histórica. A pesar de la falta de cooperación y la crisis económica y sanitaria, el equipo de transición de Biden, compuesto por más de 1000 personas, logró una preparación eficiente para su toma de posesión. Esto resalta la importancia de una dirección de transición competente y bien conectada, dijo Heath Brown.
Un leal en la transición
Brown sugiere que Trump probablemente optará por un leal para dirigir su transición, una decisión que revelará mucho sobre sus intenciones y métodos. La planificación de la transición, posiblemente ya en marcha en think tanks conservadores de D.C., es crucial, especialmente dadas las señales de Trump sobre un segundo mandato marcado por venganza y retribución.
La historia nos muestra que la planificación de la transición puede comenzar mucho antes de las nominaciones formales. George W. Bush inició su planificación de transición en junio de 1999, mucho antes de las asambleas electorales de Iowa. Este precedente, apuntó Heath Brown destaca la importancia de vigilar de cerca a quién elige Trump para esta posición crítica.
Dirección general de un mandato
En un análisis de datos, se ha observado que la eficiencia y el enfoque de la transición presidencial pueden tener efectos significativos en la implementación de políticas públicas y la dirección general de un mandato. Según expertos en ciencias políticas, la transición no solo configura la administración entrante, sino que también establece el tono para las relaciones intergubernamentales y la percepción pública.
Organismos internacionales y especialistas en democracia advierten que una transición mal manejada puede socavar las bases mismas de la democracia. El índice de democracia de The Economist ha mostrado una tendencia decreciente en la calidad de las democracias en todo el mundo, lo que subraya la importancia de transiciones políticas estables y transparentes.
La elección del director de transición de Trump y su desempeño no son solo cuestiones de logística interna; son indicativos de la dirección en la que podría moverse Estados Unidos bajo una posible segunda administración Trump. La democracia americana, según Heath Brown, podría estar en una encrucijada, y la atención que se preste a estos detalles será fundamental para entender y prepararse para lo que podría venir.
¿Habrá autoritarismo 3.0?
La posibilidad de que los rasgos autoritarios de Donald Trump se acentúen en un segundo mandato es un tema de creciente preocupación entre analistas políticos y expertos en democracia. Durante su primera administración, Trump mostró una tendencia a desafiar las normas democráticas, desde atacar a la prensa hasta cuestionar la legitimidad de las elecciones. Estos comportamientos, según expertos en ciencias políticas como Heath Brown, podrían intensificarse en un segundo mandato, especialmente si siente que tiene un mandato renovado de sus seguidores.

Un estudio reciente publicado en el «Journal of Democracy» sugiere que los líderes que muestran tendencias autoritarias en su primer mandato suelen intensificar estos comportamientos en los mandatos subsiguientes, a menudo sintiéndose más empoderados para implementar agendas más extremas.
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¿Cómo leer las señales?
Para Heath Brown leer las señales de este potencial acento autoritario, es crucial observar los movimientos de Trump durante el período de transición. La selección del equipo de transición, las políticas que prioriza y su retórica pueden ser indicativos de la dirección que tomará su administración. Si opta por figuras conocidas por sus posturas autoritarias o por asesores que han apoyado sus teorías de conspiración sobre las elecciones, podría ser una señal clara de una inclinación hacia un gobierno más autoritario.
Además, las acciones inmediatas tras asumir el cargo, como la emisión de órdenes ejecutivas y la implementación de políticas controvertidas, serán cruciales para evaluar la trayectoria de su liderazgo. En este sentido, los datos y análisis proporcionados por think tanks independientes y observadores internacionales serán fundamentales para interpretar estos movimientos y entender las implicaciones para la democracia estadounidense.

