Altibajos del feminismo como significado guarda siempre un espíritu irremediablemente explosivo

El feminismo, un término que durante sus casi dos siglos de existencia ha navegado por tramos de resplandor y de decadencia, parece guardar siempre un espíritu irremediablemente explosivo. Desde la Convención sobre los Derechos de la Mujer de Seneca Falls en Nueva York en 1848 hasta la actualidad, el feminismo ha sido víctima de esa desesperante polarización que devora cuanto encuentra a su paso. En este contexto de confrontación distorsionada, el feminismo se ha sumido en debates que, lejos de fomentar la igualdad y la justicia social, parecen enredarse en disputas internas y externas que socavan su propia esencia.

El reportaje que a continuación se desarrolla, toma como referencia las observaciones de Gabriela Bustelo, periodista, escritora y traductora, quien en su artículo: “¿Cuándo se jodió el feminismo?” para el medio digital The Objective, expone una crítica punzante sobre el estado actual del movimiento. Bustelo, con una formación en Filología Inglesa y un máster en Dirección Comercial, aporta una visión crítica sobre cómo el feminismo ha sido cooptado y distorsionado por intereses que poco tienen que ver con su propósito original. Su análisis ofrece un punto de partida para entender los altibajos de un movimiento que, en su búsqueda por reivindicar los derechos de la mujer, se ha encontrado con obstáculos tanto internos como externos.

Feminismo en el Día de la Mujer

El feminismo de las décadas de 1960 y 1970, marcado por un apogeo de creatividad artística, argumentación sólida y autoparodia intelectual, parece distanciarse enormemente del escenario actual. La crítica de Bustelo hacia el glam consumista de los ochenta y las décadas invisibles de 1990-2010 destaca cómo el movimiento fue relegado a un segundo plano, denostado por las generaciones más jóvenes como algo anticuado y fuera de lugar. Esta transformación del feminismo, según Bustelo, encuentra uno de sus puntos de inflexión en la figura de Anna Wintour, directora de Vogue, quien con su visión de la moda como arma democrática de liberación, contribuyó a un cambio de paradigma en la percepción del movimiento.

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Bustelo en su análisis ofrece un punto de partida para entender los altibajos de un movimiento que, en su búsqueda por reivindicar los derechos de la mujer, se ha encontrado con obstáculos tanto internos como externos. Ilustración MidJourney

Hoy, el feminismo se enfrenta a la paradoja de ser al mismo tiempo víctima y verdugo de la polarización social. La proliferación de blogs de moda y la obsesión por la perfección estética, según Bustelo, han contribuido a una distorsión del feminismo que lo aleja de sus raíces. La autora apunta a cómo el movimiento ha sido instrumentalizado por intereses comerciales y políticos, desviándose de su lucha por la igualdad para convertirse en un vehículo de consumo y propaganda.

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Mujeres contra mujeres

En España, el nuevo feminismo parece haber desatado más debates internos que externos, enfrentando a las mujeres entre sí en lugar de dirigir sus esfuerzos contra las estructuras patriarcales que dieron origen al movimiento. Esta situación, según Bustelo, refleja una lucha por la supervivencia que se remonta a los tiempos de los cazadores-recolectores, donde la competencia entre mujeres por el «mejor macho reproductor» era una cuestión de supervivencia biológica. En este sentido, el feminismo actual corre el riesgo de perpetuar las mismas dinámicas de poder que busca combatir, minando su capacidad para generar cambios significativos en la sociedad.

A pesar de estos desafíos, el feminismo sigue siendo un movimiento crucial en la lucha por la igualdad de género. Los errores y controversias que lo han marcado no deben oscurecer los logros y avances que ha conseguido a lo largo de los años. La reflexión crítica sobre su evolución y los obstáculos que enfrenta es fundamental para reorientar sus objetivos y estrategias hacia una verdadera transformación social. En última instancia, el feminismo debe encontrar un camino que, lejos de dividir y polarizar, una y fortalezca la lucha por una sociedad más justa e igualitaria para todos.

Una dinámica compleja

Los altibajos del feminismo, lejos de ser un signo de debilidad, reflejan la complejidad y la dinámica de un movimiento que está en constante evolución. Su capacidad para adaptarse, autocriticarse y reinventarse será determinante en su lucha por superar los desafíos actuales y futuros. El espíritu explosivo del feminismo, que Gabriela Bustelo identifica en su análisis, no es más que la manifestación de su incansable búsqueda por la justicia y la igualdad, un recordatorio de que, a pesar de los obstáculos, su lucha está lejos de haber concluido.

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La lucha por un feminismo verdaderamente interseccional y representativo de todas las mujeres es crucial para superar las limitaciones actuales y avanzar hacia un futuro más equitativo. Ilustración MidJourney.

La esencia verdaderamente revolucionaria del feminismo reside en su capacidad para cuestionar y desafiar las normas establecidas, impulsando un cambio profundo en la sociedad. Sin embargo, este potencial transformador a menudo se ve ensombrecido por disputas internas y la cooptación del movimiento por fuerzas comerciales y políticas. La proliferación de plataformas digitales y redes sociales ha amplificado estas divisiones, permitiendo que se difundan rápidamente perspectivas y narrativas que, en ocasiones, distorsionan los objetivos fundamentales del feminismo. A pesar de esto, también ofrecen una oportunidad sin precedentes para que voces marginadas sean escuchadas, ampliando el alcance del debate feminista a esferas globales y diversificando sus discursos. Este nuevo panorama digital, si bien plantea desafíos, también brinda herramientas poderosas para la movilización y la concienciación.

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Diferentes formas de opresión

La interseccionalidad emerge como un concepto clave en la evolución del feminismo, abogando por un enfoque que reconoce cómo las diferentes formas de opresión se interconectan. Este enfoque busca abordar no solo la desigualdad de género, sino también cómo esta se entrelaza con otras formas de discriminación, como la raza, la clase, la orientación sexual y la identidad de género. El reconocimiento de la interseccionalidad es fundamental para un feminismo más inclusivo y efectivo, que aspire a una justicia social amplia y profunda. Aunque este enfoque ha ganado terreno en los discursos feministas contemporáneos, aún enfrenta resistencias y malentendidos, tanto dentro como fuera del movimiento. La lucha por un feminismo verdaderamente interseccional y representativo de todas las mujeres es crucial para superar las limitaciones actuales y avanzar hacia un futuro más equitativo.

En última instancia, el reto del feminismo contemporáneo es doble: por un lado, debe continuar su lucha contra las estructuras de poder opresivas, y por otro, debe superar las divisiones internas que lo debilitan. La solidaridad y la unidad en la diversidad son esenciales para forjar un movimiento feminista fuerte y cohesivo capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI. A medida que el feminismo navega por estos tiempos turbulentos, es imperativo recordar los ideales de igualdad y justicia que están en su núcleo. La capacidad del feminismo para adaptarse, evolucionar y abrazar la complejidad de las luchas contemporáneas definirá su relevancia y su impacto en las décadas venideras. A través de un compromiso renovado con estos principios, el feminismo puede continuar siendo una fuerza catalizadora para el cambio social, marcando el camino hacia una sociedad más justa e igualitaria para todas y todos.

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