Con Panamá y su canal interoceánico, EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie

El Canal de Panamá ha sido durante más de un siglo un activo estratégico de primera línea para el comercio y la geopolítica mundial. Sin embargo, en su relación con esta vía interoceánica, EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie, comprometiendo su influencia en la región con una serie de decisiones erradas que han abierto espacios a potencias rivales y han deteriorado su imagen en América Latina. La reciente audiencia del Comité de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado estadounidense, que buscaba evaluar la influencia extranjera sobre el canal, terminó revelando mucho más sobre los fallos de la propia política exterior de Washington que sobre el papel de China en la región.

Nivia Rossana Castrellón, ex viceministra de Relaciones Exteriores de Panamá, expuso con claridad esta contradicción en un artículo titulado: “Lo que realmente reveló la audiencia de Cruz sobre el Canal de Panamá”, publicado en el portal estadounidense The Hill. Castrellón criticó la manera en que se llevó a cabo la audiencia, destacando que el comité del Senado ignoró aspectos clave de la administración panameña del canal y mostró una profunda desconexión diplomática al invitar de manera apresurada a Ilya Marotta, administrador adjunto de la Autoridad del Canal de Panamá, dificultando su asistencia. En su análisis, Castrellón deja en evidencia cómo EE.UU. sigue manejando su relación con Panamá con una mezcla de desinformación, alarmismo geopolítico que han descubierto sus propias debilidades estructurales.

EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie

La audiencia estuvo marcada por una retórica alarmista, impulsada por el senador Ted Cruz, quien afirmó que EE.UU. “no puede hacer la vista gorda mientras Panamá explota un activo de vital importancia comercial y militar”. Sin embargo, las declaraciones de testigos clave en la audiencia desmintieron muchas de las preocupaciones planteadas. Louis E. Sola, presidente de la Comisión Marítima Federal, dejó en claro que el canal sigue siendo administrado por la Autoridad del Canal de Panamá, manteniendo altos estándares de eficiencia y resiliencia. Ante esta realidad, quedó en evidencia que EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie al asumir una postura que no solo ignora la realidad operativa del canal, sino que también subestima la capacidad soberana de Panamá para manejar su propio territorio.

La reciente audiencia del Comité de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado estadounidense, que buscaba evaluar la influencia extranjera sobre el canal, terminó revelando mucho más sobre los fallos de la propia política exterior de Washington que sobre el papel de China en la región. Ilustración MidJourney

Uno de los principales argumentos esgrimidos por los senadores fue la supuesta violación de los Tratados Torrijos-Carter debido a la presencia de empresas chinas en los puertos de Balboa y Cristóbal. Sin embargo, el profesor de derecho Eugene Kontorovich reconoció que no había una base legal internacional para que EE.UU. reclamara soberanía sobre el canal sin recurrir a la fuerza militar, una opción que nadie demostró viable. Daniel Maffei, comisionado demócrata de la Comisión Federal Marítima, destacó que empresas chinas operan puertos en todo el mundo, lo que plantea la pregunta de si la preocupación real es la seguridad nacional o simplemente la incomodidad de Washington ante la expansión de China. Esta incapacidad para diferenciar entre una amenaza legítima y una pérdida de influencia autoinducida es otra muestra de cómo EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie al abordar la geopolítica panameña con una mentalidad de la Guerra Fría.

Un show mal montado

Las discusiones sobre seguridad nacional también tocaron el programa panameño de registro de buques, el cual supuestamente permitió a barcos iraníes evadir sanciones. Sin embargo, las pruebas demostraron que Panamá ya había retirado la bandera de 53 barcos sospechosos, demostrando su disposición a cooperar con EE.UU. en materia de seguridad marítima. Este episodio dejó en claro que Washington, en su afán de encontrar razones para alarmarse, termina debilitando sus propios argumentos. Nuevamente, EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie al desconfiar de un socio estratégico que ha demostrado alinearse con sus intereses en más de una ocasión.

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El cambio climático, una amenaza más tangible para el canal que la supuesta influencia extranjera, fue tratada superficialmente en la audiencia. El comisionado Sola advirtió que las pérdidas anuales de agua podrían reducir la capacidad del canal en un 40 % para 2050, pero no se profundizó en estrategias de cooperación entre EE.UU. y Panamá para mitigar estos riesgos. En su lugar, el debate continuó centrado en la presencia china, ignorando el hecho de que el problema estructural más grave para el canal es la crisis hídrica. Este descuido estratégico es otra muestra de cómo EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie al enfocarse en disputas geopolíticas en lugar de en soluciones reales.

Pérdida de influencia autoinflingida

Un aspecto que quedó claro en la audiencia fue el papel de EE.UU. en la erosión de su propia influencia. La falta de competitividad de las empresas estadounidenses en proyectos de infraestructura ha permitido que China gane terreno en América Latina. Durante cuatro años críticos, EE.UU. dejó vacante el puesto de embajador en Panamá (2018-2022), un vacío diplomático que limitó su capacidad de influencia en el país. En lugar de reconocer estos errores y trabajar para mejorar sus relaciones con Panamá, Washington ha optado por el alarmismo y la retórica agresiva. Una vez más, EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie al no comprender que su pérdida de influencia en la región no se debe a una estrategia china, sino a su propio desinterés y descoordinación.

A pesar de las críticas hacia Panamá, la audiencia pasó por alto un hecho fundamental: la gestión panameña del canal ha sido un éxito rotundo desde su transferencia en 1999. La Autoridad del Canal de Panamá ha generado miles de millones de dólares en ingresos y ha mantenido estándares operativos de clase mundial. Sin embargo, en lugar de reconocer este logro, la audiencia se enfocó en sembrar dudas sobre la seguridad y la estabilidad del canal, lo que refleja una desconexión entre la política estadounidense y la realidad panameña. En esta falta de reconocimiento, EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie, alienando a un socio confiable en lugar de fortalecer la relación.

A pesar de las críticas hacia Panamá, la audiencia pasó por alto un hecho fundamental: la gestión panameña del canal ha sido un éxito rotundo desde su transferencia en 1999. La Autoridad del Canal de Panamá ha generado miles de millones de dólares en ingresos y ha mantenido estándares operativos de clase mundial. Ilustración MidJourney.

EE.UU. se emboscó a si mismo

Otro tema central de la audiencia fue el supuesto cobro de tarifas excesivas a buques estadounidenses, una preocupación que no encontró respaldo en las declaraciones de los testigos. De hecho, la única queja específica se refería a las líneas de cruceros que no recibirían reembolsos de los billetes por las escalas en puertos panameños, una norma clara establecida por la legislación del país. En su afán de encontrar fallas en la administración panameña, EE.UU. se ha disparado varias veces en el pie al demostrar un desconocimiento de las regulaciones locales y al insistir en problemas que, en realidad, no existen.

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Al final de la audiencia, lo que quedó claro no era el supuesto dominio chino sobre el canal, sino la falta de una estrategia coherente de EE.UU. para fortalecer sus alianzas en América Latina. Mientras Washington insiste en ver amenazas donde no las hay, sus propias empresas pierden contratos, su diplomacia se debilita y su capacidad de influencia sigue disminuyendo. Si EE.UU. realmente quiere proteger sus intereses en el Canal de Panamá, debe cambiar su enfoque: en lugar de alarmismo, necesita inversión; en lugar de amenazas, necesita cooperación. De lo contrario, seguirá disparándose en el pie una y otra vez, mientras el resto del mundo avanza sin esperar a que corrija su puntería.

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