Oscar Arias Sánchez advierte de un peligro planetario: EE.UU. busca un enemigo

EE.UU. busca un enemigo. Esa es la advertencia que lanza con preocupación Oscar Arias Sánchez, expresidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz de 1987, quien en una reciente entrevista con la Agencia de Noticias Xinhua manifestó su inquietud ante el rumbo que está tomando la política exterior estadounidense.

La declaración no es casual. Llega justo después de que el gobierno norteamericano le cancelara su visa de ingreso sin ofrecer mayores explicaciones, un gesto que muchos interpretan como represalia política por su postura crítica ante las estrategias geopolíticas de Washington. Desde San José, donde recibió al equipo de reporteros chinos, Arias no solo defendió su derecho a opinar, sino que encendió las alarmas sobre lo que considera una estrategia peligrosa para la estabilidad global: la construcción artificial de antagonistas con el fin de reforzar la unidad interna de una potencia en declive moral.

Arias Sánchez: EE.UU. busca un enemigo

La entrevista fue realizada por la Agencia Xinhua bajo el título: “Expresidente de Costa Rica dice que no será silenciado tras cancelación de su visa a Estados Unidos”. En ella, Arias, que gobernó su país entre 1986 y 1990 y luego entre 2006 y 2010, enfatiza que no dejará de criticar al gobierno estadounidense. El premio Nobel, reconocido internacionalmente por su papel en la pacificación de Centroamérica durante la Guerra Fría, recordó cómo en su primer mandato enfrentó directamente al presidente Ronald Reagan y a la Unión Soviética, con el objetivo de detener el baño de sangre que asolaba a la región. Su trayectoria como activista por la paz y defensor del multilateralismo le ha valido el respeto de muchas naciones, pero también, al parecer, el recelo de otras.

Para Arias, el gesto de cancelar su visa no puede ser leído de otra forma que no sea política. “A mí no me van a silenciar con esto. Yo seguiré diciendo lo que pienso”, afirmó. En sus declaraciones, hay una constante que se repite como eco perturbador: EE.UU. busca un enemigo. Según el líder costarricense, esta búsqueda responde a una lógica interna de cohesión basada en la oposición. Lo que antes fue la Unión Soviética, luego Irak, después Irán, y más recientemente Venezuela o Corea del Norte, hoy parece tener un nuevo blanco: China. En su análisis, Arias destaca que el consenso bipartidista en Washington parece haberse reducido a un punto común: la animadversión contra el gigante asiático.

La declaración sobre el Gigante del Norte no es casual. Llega justo después de que el gobierno norteamericano le cancelara su visa de ingreso sin ofrecer mayores explicaciones, un gesto que muchos interpretan como represalia política por su postura crítica ante las estrategias geopolíticas de Washington. Ilustración MidJourney

USA: inmadurez y arrogancia

La tensión, lejos de ser nueva, se ha incrementado con la guerra comercial, las sanciones tecnológicas y los discursos que apuntan a una competencia estratégica irreconciliable. Arias recuerda que en 2007 fue responsable del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Costa Rica y China, una decisión que muchos en su momento consideraron audaz. Hoy, con un mundo cada vez más interconectado, insiste en que es absurdo cerrar puertas a potencias que están llamadas a compartir responsabilidades globales. “Lo único que une a republicanos y demócratas en Estados Unidos es su postura contra China”, denunció, sin ocultar su decepción ante el rumbo que está tomando una nación que durante décadas promovió el libre comercio y la cooperación.

EE.UU. busca un enemigo, reitera Arias, y ese enemigo ha sido convenientemente fabricado en el imaginario colectivo a través de medios, discursos políticos y políticas exteriores cada vez más agresivas. China, con su crecimiento económico exponencial, su liderazgo en tecnologías emergentes y su influencia global, representa una amenaza simbólica para el orden unipolar que Estados Unidos intenta conservar. Sin embargo, una confrontación directa con Beijing no solo sería temeraria, sino autodestructiva. Las economías están profundamente interdependientes, y una guerra —comercial, cibernética o militar— implicaría un retroceso civilizatorio para ambos países y para el planeta.

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Liderazgo de la inmoralidad

En medio de este panorama, Arias lanza preguntas que desnudan la lógica ilógica de los presupuestos de defensa norteamericanos: ¿cómo es posible que se gaste un billón de dólares en armas cuando hay necesidades humanas urgentes en el mundo? ¿Qué clase de liderazgo global puede sostenerse sobre la base de la intimidación y el gasto militar desmedido? La cancelación del programa de cooperación USAID, frente a la fabricación del nuevo avión de combate F-47, es para Arias un símbolo doloroso de las verdaderas prioridades de Washington. “Anuncian con orgullo la producción del nuevo avión de combate F-47, pero, ¿eso ayudará a los países en desarrollo a progresar?”, cuestiona, con ironía contenida.

Oscar Arias no es un político más. Es una voz con autoridad moral, un estadista que ha vivido de cerca los efectos de la guerra y que entiende que el poder real se ejerce con responsabilidad. Su preocupación radica en que la narrativa del enemigo externo está siendo utilizada nuevamente como válvula de escape para los problemas internos de Estados Unidos. Polarización política, crisis económica, desigualdad, racismo sistémico: son muchos los fantasmas que recorren hoy la nación norteamericana. Pero en vez de mirarse al espejo, prefiere apuntar con el dedo a otros. EE.UU. busca un enemigo. “Me parece imperdonable que, en el mundo de hoy, con tanta necesidad humana insatisfecha, estemos gastando 2,5 billones de dólares en armas y soldados”, insiste Arias.

Una brutalidad constante

EE.UU. busca un enemigo, no porque lo necesite en términos geopolíticos reales, sino porque le resulta funcional para su política doméstica. En este sentido, Arias recuerda que la creación de enemigos externos ha sido una constante en la historia estadounidense, desde los nativos americanos hasta las dictaduras latinoamericanas, pasando por el bloque soviético y los países islámicos. El problema, advierte, es que esta estrategia ya no es sostenible en un mundo globalizado, interconectado y con problemas planetarios urgentes que requieren cooperación, no confrontación. La crisis climática, las pandemias, la pobreza estructural y la migración masiva son desafíos que no se resuelven con portaaviones ni drones de combate.

El premio Nobel, reconocido internacionalmente por su papel en la pacificación de Centroamérica durante la Guerra Fría, recordó cómo en su primer mandato enfrentó directamente al presidente Ronald Reagan y a la Unión Soviética, con el objetivo de detener el baño de sangre que asolaba a la región. Ilustración MidJourney.

El exmandatario también hace un llamado a los países pequeños como Costa Rica a mantener una postura soberana frente a esta lógica de bloques. La reciente tendencia a cerrar las licitaciones públicas a empresas chinas, bajo presiones diplomáticas disfrazadas de argumentos de seguridad nacional, atenta contra los principios de transparencia y libre competencia. “Si realmente buscamos transparencia en la adquisición de servicios, debemos garantizar que las licitaciones estén abiertas a empresas de todo el mundo”, explicó Arias. Para él, lo importante no es el origen de la empresa, sino que ofrezca la mejor calidad y el mejor precio para el desarrollo nacional.

Arias no teme levantar la voz

EE.UU. busca un enemigo, y al hacerlo, arrastra consigo a muchos países que dependen de su apoyo económico o militar. Pero esa dependencia, advierte Arias, no puede convertirse en sumisión ciega. La dignidad de las naciones se mide por su capacidad de mantener la autonomía en la toma de decisiones. “Lo fundamental es defender los intereses del país”, resume, con la claridad de quien ha estado en el poder y ha sabido usarlo con mesura. Arias no busca confrontación, busca sensatez. No promueve alianzas ciegas, sino diálogo. Y, sobre todo, no teme levantar la voz cuando el silencio es sinónimo de complicidad.

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En sus palabras resuena la advertencia de quienes han visto de cerca los horrores de la guerra y han trabajado por la paz. La historia le da autoridad. La experiencia le da perspectiva. Y la valentía de hablar, incluso cuando eso implica consecuencias personales, le da estatura. Oscar Arias Sánchez sabe que el precio de alzar la voz puede ser alto, pero más alto es el costo del silencio cuando lo que está en juego es la paz del mundo. Su mensaje, directo y sin adornos, es una llamada de atención para una potencia que parece haber olvidado que el verdadero liderazgo no se impone, se ejerce con sabiduría. Porque, como bien advierte, EE.UU. busca un enemigo. Y en esa búsqueda, el planeta entero podría convertirse en víctima.

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