Una justicia recibe los “delitos de cuello blanco” y cárcel el vendedor de bolsos de imitación

En un sistema judicial que muchos consideran parcial, la disparidad entre cómo se tratan los delitos de cuello blanco y los crímenes menores ha generado controversia. Mientras los delitos de cuello blanco a menudo resultan en condenas leves o incluso libertad condicional para los ricos y poderosos, los individuos de menores recursos enfrentan penas severas por infracciones relativamente menores. Este desbalance en la justicia se refleja claramente en casos recientes y ha sido objeto de crítica y análisis por expertos en derecho.

John Gross, profesor clínico asociado de derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin y director del Proyecto de Defensoría Pública, ha abordado esta problemática en su reciente artículo de opinión para The Hill, titulado “La riqueza de Trump compra indulgencia en el sistema de justicia «amañado» de Estados Unidos”. Gross expone cómo después de que un jurado de Nueva York declarara a Donald Trump culpable de 34 delitos graves por falsificación de registros comerciales, el expresidente continuó criticando lo que percibe como un sistema de justicia manipulado en su contra. Sin embargo, Gross subraya que este sistema, de hecho, está manipulado a favor de personas ricas como Trump.

Delitos de cuello blanco

La sentencia de Trump, que involucró la falsificación de registros comerciales para ocultar pagos durante su campaña presidencial de 2016, evidencia esta dicotomía. Aunque cada uno de los 34 cargos conlleva una pena máxima de un año y un tercio a cuatro años de prisión, es improbable que Trump reciba otra cosa que no sea libertad condicional. Las sentencias de los delitos de cuello blanco contrastan marcadamente con las severas penas que enfrentan los individuos de bajos ingresos por delitos menores. En la misma ciudad de Nueva York, un vendedor de bolsos de imitación podría enfrentar hasta dos años de cárcel por vender productos falsificados sin licencia. Incluso saltar un torniquete del metro podría resultar en hasta un año tras las rejas.

delitos de cuello blanco
El caso de Trump y la disparidad en el tratamiento de los delitos de cuello blanco versus los crímenes menores ilustran una falla significativa en el sistema de justicia. Esta situación no solo es injusta para aquellos que enfrentan penas severas por delitos menores, sino que también socava la confianza pública en la equidad del sistema judicial. Ilustración MidJourney

La injusticia se agrava cuando se consideran los recursos legales disponibles para los acusados. Trump ha gastado aproximadamente 76,7 millones de dólares en su defensa en los últimos dos años, rodeado de un equipo de abogados dedicados exclusivamente a su caso. En contraste, los defensores públicos en Manhattan, sobrecargados de trabajo y mal pagados, representan a la mayoría de los acusados de delitos, ofreciendo una defensa legal significativamente menos robusta.

Los ricos también roban

Gross destaca que, en el año fiscal 2022, solo hubo 4.180 procesamientos por delitos de cuello blanco a nivel federal, mientras que hubo 49.931 procesamientos por robo solo en Manhattan. Los delitos de cuello blanco, que en promedio le cuestan al país cinco veces más que el robo de propiedad, están siendo procesados a un ritmo alarmantemente bajo. Esta tendencia refleja una falta de voluntad para responsabilizar a los ricos, incluso cuando cometen delitos financieros graves. En comparación, los delitos menores cometidos por los pobres son perseguidos con vigor y severidad.

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El caso de los delitos de cuello blanco ilustra la falta de equidad en el sistema de justicia. Mientras los poderosos pueden evadir consecuencias serias a través de costosas defensas legales, los menos afortunados enfrentan castigos desproporcionados por infracciones menores. Esta realidad es evidente en la forma en que los crímenes de cuello blanco, que pueden tener un impacto económico significativo, reciben penas mucho más leves en comparación con los delitos menores. La disparidad en las sentencias refleja no solo una falla en el sistema judicial, sino también un sesgo profundo hacia la riqueza y el poder.

El dinero de los pobres

Gross también menciona que, en Nueva York, recibir asistencia pública de forma fraudulenta puede ser clasificado como un delito grave si el valor de los beneficios supera los $3,000, lo que se considera más grave que falsificar un historial comercial para encubrir un pago de $130,000. Este tipo de legislación subraya cómo los pobres son castigados severamente por intentar obtener ayuda financiera, mientras que los ricos pueden manipular el sistema con relativa impunidad.

delitos de cuello blanco
La injusticia se agrava cuando se consideran los recursos legales disponibles para los acusados. Trump ha gastado aproximadamente 76,7 millones de dólares en su defensa en los últimos dos años, rodeado de un equipo de abogados dedicados exclusivamente a su caso. Ilustración MidJourney.

La cuestión de los delitos de cuello blanco y su trato en el sistema de justicia se convierte en un reflejo de las desigualdades económicas y sociales más amplias. Las leyes y su aplicación muestran un favoritismo hacia aquellos con recursos suficientes para defenderse y explotar las lagunas legales. En contraste, aquellos que no pueden permitirse tales lujos enfrentan las consecuencias completas de la ley, sin la posibilidad de recurrir a defensas sofisticadas o influencias.

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Reputación del sistema judicial

Este tratamiento desigual frente a los delitos de cuello blanco, no solo perpetúa la injusticia, sino que también socava la confianza pública en el sistema de justicia. Cuando los ciudadanos ven que los ricos y poderosos pueden escapar de las consecuencias de sus acciones mientras los pobres son castigados duramente, la percepción de equidad y justicia se erosiona. La falta de equilibrio en la aplicación de la ley alimenta la desconfianza y la sensación de que el sistema está diseñado para proteger a los privilegiados.

El argumento de Gross resalta la necesidad de una reforma profunda en el sistema de justicia para asegurar que todos los ciudadanos, independientemente de su estatus económico, enfrenten las mismas consecuencias por sus acciones. La equidad en el sistema de justicia es fundamental para mantener la integridad y la credibilidad de la ley. Sin una aplicación justa y equitativa, el sistema de justicia no solo falla en su propósito fundamental, sino que también perpetúa las desigualdades que debería mitigar.

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