Guía práctica para dejar solos a los trolls que cría Elon Musk en X

En el vasto y a menudo caótico universo de las redes sociales, dejar solos a los trolls parece más una fantasía que una estrategia práctica. Sin embargo, en X, la plataforma otrara conocida como Twitter, esta tarea se ha vuelto casi una necesidad. Bajo el liderazgo de Elon Musk, la plataforma se ha transformado en un escenario donde la polarización, la desinformación y el discurso ultraderechista proliferan, dando lugar a lo que muchos consideran un espacio dominado por trolls. ¿La solución? Dejar solos a los trolls no solo es posible, sino que podría ser la única forma de devolver el equilibrio a las interacciones digitales.

Thiago Ferrer Morini, periodista de EL PAÍS y licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid, ha abordado esta problemática en su reciente artículo de opinión titulado: “Cada vez más razones para dejar X”. En este texto, Ferrer Morini describe cómo Musk ha transformado la red social en un vehículo para la difusión de contenido ultraderechista, con intervenciones que van desde promover falsedades comprobadas hasta interactuar directamente con líderes políticos extremistas. Publicado en EL PAÍS, este análisis se basa en observaciones críticas sobre cómo la plataforma afecta a las instituciones públicas y su deber de neutralidad.

Hay que dejar solos a los trolls

Dejar solos a los trolls comienza con entender la dinámica de la plataforma. Según Ferrer Morini, la presencia de instituciones públicas en X perpetúa la legitimidad de la red, manteniéndola relevante incluso cuando alternativas como Mastodon y Bluesky ganan tracción. Las instituciones que aún dependen de X para compartir información sobre transporte, clima o emergencias deben reflexionar sobre su contribución involuntaria al ecosistema tóxico de la plataforma. Este paso no es sencillo debido a la inercia burocrática, pero es esencial para reducir el alcance y la influencia de los trolls.

Bajo el liderazgo de Elon Musk, la plataforma se ha transformado en un escenario donde la polarización, la desinformación y el discurso ultraderechista proliferan, dando lugar a lo que muchos consideran un espacio dominado por trolls. Ilustración MidJourney

El papel de Musk en este ecosistema no puede subestimarse. Ferrer Morini lo describe como un líder impredecible, cuyo deseo de protagonismo y decisiones erráticas han transformado X en un espacio inhóspito. Ejemplo de ello fue su súplica reciente para que los usuarios publicaran contenido «positivo», una iniciativa que abandonó rápidamente para continuar promoviendo narrativas divisorias. En este contexto, dejar solos a los trolls implica un abandono estratégico de la plataforma por parte de quienes valoran un entorno digital más saludable y equilibrado.

Búsqueda de su autoeliminación

El placer de los trolls radica en provocar. Atacan a quienes consideran sus enemigos ideológicos, alimentando su relevancia en un ciclo interminable de confrontación. Ferrer Morini destaca que la ausencia de estos objetivos hace que los trolls terminen enfrentándose entre ellos, debilitando su impacto. Esta estrategia de dejar solos a los trolls no solo es efectiva a nivel individual, sino que podría aplicarse también a nivel institucional. La retirada de cuentas oficiales de X privaría a la plataforma de su legitimidad percibida, impulsando una migración hacia alternativas menos contaminadas por la polarización.

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Sin embargo, no se trata solo de abandonar X, sino de fomentar la adopción de otras redes sociales. Mastodon y Bluesky, por ejemplo, ya han demostrado ser espacios donde las interacciones recuperan algo del espíritu del antiguo Twitter. Desde comentar el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena hasta discutir sobre Eurovisión, estas plataformas ofrecen un refugio para quienes buscan una experiencia digital menos tóxica. Aquí, el concepto de dejar solos a los trolls cobra vida al mostrar cómo las comunidades pueden florecer en ausencia de la confrontación constante que caracteriza a X.

Se mueve lento lo añejo

La inercia que mantiene a muchos usuarios en X también se alimenta de la nostalgia por lo que alguna vez fue. La facilidad de tener todo en un solo lugar, desde información de transporte hasta memes virales, es difícil de abandonar. Sin embargo, Ferrer Morini argumenta que esta conveniencia no justifica la complicidad implícita con los valores y narrativas que X ahora representa. Dejar solo a los trolls, en este sentido, requiere una decisión consciente de priorizar la ética y la calidad de las interacciones sobre la comodidad.

El impacto de esta decisión va más allá de los individuos. Las instituciones públicas, que tienen un deber de neutralidad, enfrentan un dilema significativo al permanecer en X. Su salida no solo sería un golpe simbólico, sino que también podría inspirar a otros a seguir su ejemplo. La transición hacia plataformas más inclusivas y éticas podría marcar un punto de inflexión en cómo entendemos y utilizamos las redes sociales. Dejar solo a los trolls, entonces, no es solo una estrategia para usuarios individuales, sino una postura colectiva que podría transformar el ecosistema digital.

Dejar solos a los trolls comienza con entender la dinámica de la plataforma. Según Ferrer Morini, la presencia de instituciones públicas en X perpetúa la legitimidad de la red, manteniéndola relevante incluso cuando alternativas como Mastodon y Bluesky ganan tracción. Ilustración MidJourney.

En busca de otros espacios

La resistencia al cambio es natural, pero la proliferación de desinformación y odio en X hace que la inacción sea una opción peligrosa. Ferrer Morini subraya que cada usuario y cada institución tienen el poder de decidir si desean contribuir a este ciclo tóxico o dar un paso hacia alternativas más responsables. Dejar solos a los trolls no significa abandonar la conversación pública, sino trasladarla a espacios donde pueda florecer de manera más constructiva.

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En última instancia, el éxito de esta estrategia depende de nuestra voluntad de adaptarnos y buscar mejores alternativas. Las redes sociales no son inherentemente malas, pero su impacto depende de cómo las utilizamos y qué valores priorizamos. Al dejar solos a los trolls y migrar hacia plataformas más éticas, no solo protegemos nuestra salud mental y emocional, sino que también enviamos un mensaje claro sobre el tipo de interacción digital que valoramos. Así, la guía práctica para dejar solos a los trolls se convierte en un llamado a la acción, invitándonos a reimaginar nuestras redes sociales y recuperar su potencial transformador.

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