De enemigos a amigos: Políticos que cambiaron de opinión sobre China

En el mundo de la gente grande es un caso asombroso cuando dos personas pasan de enemigos a amigos. Tal vez la ecuación a la inversa en más probable. Sin embargo, en un mundo en constante evolución, las relaciones entre las naciones son fluidas y sujetas a cambios según las circunstancias geopolíticas y socioeconómicas. China, la segunda economía más grande del mundo y un jugador clave en el escenario mundial, no es una excepción. Para la satisfacción de esta curiosidad se echó mano de análisis de organizaciones gubernamentales, especialistas y opiniones de expertos en historia y política para examinar los casos de políticos que han cambiado significativamente su opinión sobre China.

Un caso destacado es el del ex primer ministro británico David Cameron, quien inicialmente abogó por la restricción del comercio con China debido a preocupaciones sobre derechos humanos. Sin embargo, su mandato culminó en la famosa «era dorada» de las relaciones entre el Reino Unido y China, con inversiones chinas en infraestructuras clave del Reino Unido. Según la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido, el comercio entre los dos países se duplicó en la última parte de su mandato, alcanzando más de 80.000 millones de dólares en 2015.

De enemigos a amigos
Donald Trump también tuvo sus episodios y terminó en paz con China. Ilustración MidJourney

De enemigos a amigos

En Estados Unidos, un cambio notable de enemigos a amigos en la percepción sobre China se pudo ver en el ex presidente Donald Trump. Aunque inició su presidencia con una retórica fuertemente anti-China, implementando aranceles y sanciones, el Instituto Peterson de Economía Internacional señala que el volumen comercial entre Estados Unidos y China aún aumentó durante su mandato. Muchos analistas argumentan que la retórica de Trump era más una táctica de negociación que una postura inamovible.

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De la misma manera, líderes políticos de Australia, como el ex primer ministro Kevin Rudd, han pasado de una relación más cautelosa a un compromiso económico más sólido con China. Según un informe del Ministerio de Asuntos Exteriores de Australia, la inversión china en el país pasó de apenas 6.200 millones de dólares en 2007 a más de 35.000 millones en 2019.

Algo más para pensar

Para comprender estos cambios, es esencial observar la influencia de think tanks y expertos en política. El Real Instituto Elcano, por ejemplo, sugiere que los políticos están reconociendo cada vez más la importancia estratégica de China en asuntos globales como el cambio climático y la seguridad internacional. Además, el informe anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) indica que China es demasiado grande como para ser ignorada y que una estrategia de aislamiento podría tener graves consecuencias económicas globales.

El mundo ha madurado lo suficiente para evadir la dicotomía de enemigos a amigos. Históricamente, la relación con China ha sido compleja, marcada por cuestiones ideológicas y estratégicas. Sin embargo, como señala el historiador y sinólogo Orville Schell, «el poder económico y geopolítico de China ha llegado a un punto en el que no puede ser ignorado, y los líderes mundiales están ajustando sus políticas en consecuencia».

De enemigos a amigos
La Organización Mundial de la Salud reconoce los esfuerzos de China con el COVID-19. Ilustración MidJourney

Un peso más que específico

Los cambios en la percepción política sobre China son resultado de una combinación de factores, incluidos el ascenso económico de China, su creciente importancia en la política mundial y la necesidad de colaboración en problemas globales. A medida que China continúa su ascenso como una superpotencia mundial, es probable que los políticos de todo el mundo sigan reevaluando y adaptando sus políticas y relaciones con el gigante asiático. Como apunta el Consejo de Relaciones Exteriores, lo que prevalecerá en el futuro es menos un juego de suma cero y más un equilibrio delicado entre la competencia y la colaboración.

El cambio de postura hacia China también se refleja en políticos de países emergentes. En la India, el primer ministro Narendra Modi ha navegado entre una postura fuertemente nacionalista y la necesidad de interactuar económica y diplomáticamente con China. Aunque las tensiones fronterizas y las rivalidades geopolíticas persisten, el Centro para la Política Exterior de Nueva Delhi apunta que las importaciones y exportaciones entre los dos países han aumentado en los últimos años, poniendo de manifiesto la complejidad de las relaciones bilaterales.

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No solo los líderes políticos, sino también las instituciones internacionales están mostrando una postura más matizada hacia China. La ambivalencia de enemigos a amigos es un asunto de percepción. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por ejemplo, ha mantenido una relación cercana con China, especialmente en temas de salud pública global. Aunque ha enfrentado críticas por su manejo de la información en las etapas iniciales de la pandemia de COVID-19, la OMS ha subrayado la importancia de la cooperación internacional y la contribución de China a la lucha global contra enfermedades. Este cambio refleja un entendimiento más amplio de que, en un mundo interconectado, el aislamiento y la polarización son menos productivos que la cooperación y el compromiso.

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