China y Estados Unidos son dos potencias científicas que no deben ser perturbadas por la geopolítica

En un mundo cada vez más interconectado, la colaboración científica entre naciones se ha convertido en un pilar fundamental para el avance del conocimiento humano. Sin embargo, esta colaboración se encuentra en una encrucijada debido a las crecientes tensiones geopolíticas. China y Estados Unidos son dos potencias científicas de peso en el siglo XXI y se hallan en el centro de este dilema. La reciente decisión del gobierno de Estados Unidos de no renovar completamente el Acuerdo de Ciencia y Tecnología con China, optando en su lugar por una extensión a corto plazo de apenas seis meses, destaca la fragilidad de estos vínculos en el actual clima político. Este acuerdo, que data de 1979, ha sido un símbolo de cooperación entre un Estados Unidos dominante y una China emergente, promoviendo la colaboración internacional en investigación e innovación durante más de cuatro décadas.

China y Estados Unidos son dos potencias científicas

La pieza de opinión que sirve como base para este reportaje fue escrita por Nicholas B. Dirks, presidente y director ejecutivo de la Academia de Ciencias de Nueva York, y autor del libro “Ciudad del Intelecto: Los Usos y Abusos de la Universidad”. Fue publicada en The Hill bajo el título «No dejemos que la geopolítica se interponga en el camino de la cooperación científica con China». En su artículo, Dirks enfatiza la importancia de no permitir que las tensiones geopolíticas interfieran con la colaboración científica entre Estados Unidos y China, argumentando a favor de la renovación completa del Acuerdo de Ciencia y Tecnología entre ambos países, el cual ha sido crucial para la colaboración internacional en investigación e innovación durante más de cuatro décadas.

China y Estados Unidos son dos potencias científicas
El acuerdo, que data de 1979, ha sido un símbolo de cooperación entre un Estados Unidos dominante y una China emergente, promoviendo la colaboración internacional en investigación e innovación durante más de cuatro décadas. Ilustración MidJourney

La importancia de este acuerdo trasciende los laboratorios y las instituciones académicas; es fundamental para enfrentar desafíos globales compartidos, desde el cambio climático hasta las pandemias. La cooperación científica entre China y Estados Unidos ha facilitado descubrimientos revolucionarios en áreas como la energía, la salud, el medio ambiente y la agricultura. Por ejemplo, esta colaboración ayudó a China a eliminar los clorofluorocarbonos que agotan la capa de ozono, contribuyendo significativamente a la protección de nuestro planeta. Además, el intercambio de datos sobre la influenza entre ambos países ha sido crucial para el diseño de vacunas anuales, protegiendo a la población mundial contra nuevas cepas del virus. Es impertivo precisar que no es azaroso que China y Estados Unidos son dos potencias científicas de cuyo intercambio depende buena parte del mundo.

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Las sombras de la geopolítica

Sin embargo, el panorama actual es preocupante. Las tensiones geopolíticas han ensombrecido esta relación, amenazando el avance de una amplia gama de descubrimientos y conocimientos científicos. Cuestiones como la seguridad de la propiedad intelectual, el uso de datos y el poder computacional para fines indeseables, y la opacidad en el intercambio de información, especialmente relacionada con la pandemia de Covid-19, son problemas recurrentes que exigen atención. A pesar de estas preocupaciones, el riesgo de abandonar la colaboración abierta entre científicos de ambos países es significativo y supera incluso las opiniones más críticas.

Los críticos de la cooperación científica entre China y Estados Unidos a menudo subrayan el peligro de transferir tecnologías sensibles y el potencial de explotación de tecnologías de doble uso con fines militares. Sin embargo, no aprecian en su totalidad el valor de la colaboración científica ni el hecho de que China ha desarrollado ya la capacidad para avanzar en sus propias tecnologías, con o sin la participación estadounidense. Es aquí donde la implementación de mecanismos de supervisión estrictos, acuerdos para compartir información e iniciativas de transparencia pueden jugar un papel crucial en asegurar que la colaboración no comprometa las tecnologías sensibles porque China y Estados Unidos son dos potencias científicas.

China y Estados Unidos son dos potencias científicas
Renovar el Acuerdo de Ciencia y Tecnología entre Estados Unidos y China, especialmente durante una época de elevada tensión geopolítica, enviaría un mensaje poderoso. Ilustración MidJourney

El optimismo siempre reina

A pesar de los desafíos, hay razones para ser optimistas. La historia está repleta de ejemplos de colaboración científica exitosa en tiempos de adversidad. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética se unieron para la misión espacial Apollo-Soyuz, marcando el inicio de décadas de colaboración en exploración espacial. China y Estados Unidos son dos potencias científicas que tienen muchas historias juntos. Más recientemente, la respuesta global al brote de ébola en África occidental demostró cómo la colaboración internacional, incluyendo a China, Estados Unidos y Rusia, puede acelerar el desarrollo de vacunas y estrategias de contención. Estos ejemplos subrayan la importancia de mantener abiertos los canales de cooperación científica, incluso en tiempos de tensiones políticas.

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La ciencia y la tecnología prosperan a través del intercambio de ideas, la colaboración transfronteriza y el libre flujo de información. La producción de investigación científica de alta calidad en Estados Unidos involucra en más del 40% de los casos la cooperación con investigadores extranjeros, siendo China uno de los principales socios. Intentar aislar a las naciones de las actividades científicas de otras no solo sofocaría el progreso y la innovación, sino que también obstaculizaría nuestra capacidad colectiva para enfrentar desafíos globales como el cambio climático.

Enviar un mensaje poderoso

Renovar el Acuerdo de Ciencia y Tecnología entre Estados Unidos y China, especialmente durante una época de elevada tensión geopolítica, enviaría un mensaje poderoso: a pesar de las diferencias políticas, la búsqueda del conocimiento, la comprensión y las soluciones científicas trasciende las fronteras. Esto no sería solo un reconocimiento de décadas de colaboración fructífera, sino también un compromiso con un futuro donde la ciencia, la innovación y el progreso sigan prosperando.

La decisión de renovar el acuerdo representa una encrucijada para la comunidad internacional. China y Estados Unidos son dos potencias científicas que merecen estar en una prístina sociedad. Aunque existen preocupaciones legítimas, los beneficios potenciales para la humanidad superan con creces los riesgos, siempre y cuando se establezcan las salvaguardias adecuadas. Este es un momento crítico para reafirmar nuestro compromiso con la colaboración científica global, reconociendo que la bien mayor deriva de nuestra capacidad para trabajar juntos, más allá de las fronteras políticas y las diferencias ideológicas. La historia del progreso científico está repleta de colaboraciones que condujeron a avances notables, y renovar este acuerdo es un paso crucial para asegurar que tales colaboraciones continúen en el futuro.

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