En “bukelelandia” el ventajismo electoral no es problema: Reescribiendo a Sofía Martínez Osorio

El Salvador, bautizado en la jerga política como “bukelelandia”, se prepara para unas elecciones presidenciales que resaltan por su peculiaridad. En esta nación centroamericana, el ventajismo electoral parece ser una táctica política sin controversia, especialmente en la figura del actual presidente, “de permiso”, Nayib Bukele, quien ha sabido capitalizar su imagen hasta el punto de convertirla en una marca electoral. La analista política Sofía Martínez Osorio, en su artículo para Latinoamérica21, nos ofrece una visión detallada de cómo este escenario político ha desdibujado a El Salvador.

Sofía Martínez Osorio, una destacada cientista política y doctoranda en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca, España, es la autora del penetrante análisis sobre la política salvadoreña. Su trabajo, publicado en Latinoamérica21, un medio reconocido por su enfoque crítico y detallado en temas latinoamericanos, lleva por título «Una campaña electoral atípica en El Salvador». En este artículo, Martínez Osorio despliega su aguda comprensión de la dinámica política en El Salvador, particularmente en lo que respecta al fenómeno del ventajismo electoral y la figura de Nayib Bukele, ofreciendo así una visión esclarecedora sobre los recientes desarrollos políticos en el país centroamericano.

Ventajismo electoral en “bukelelandia”

La dinámica política salvadoreña reciente es un macramé de eventos que, aunque sutiles, revelan una estrategia de ventajismo electoral por parte del oficialismo. Tres meses antes de las elecciones, el país presenció una serie de inauguraciones y eventos de alto perfil, todos con un posible trasfondo electoral. Uno de los más destacados fue la apertura de una moderna Biblioteca Nacional, financiada por China, un movimiento que se percibe como un intento de ganar favor popular mediante proyectos de infraestructura. Además, la polémica rodeó el evento de Miss Universo en El Salvador, donde las candidatas aparecieron con gorras promocionando a “Bukele 2024”, en una clara violación de las normas electorales.

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Nayib Bukele, de facto el candidato único, tiene para sí todos los reflectores y hace uso a discreción del ventajismo electoral. Ilustración MidJourney

El ventajismo electoral alcanzó un nuevo nivel con la visita del equipo de fútbol Inter Miami, que incluyó estrellas como Lionel Messi y Luis Suárez. La reunión de Bukele con estos jugadores, en un ambiente que imitaba los protocolos presidenciales, fue un claro ejemplo de cómo el presidente utiliza su carisma y la cultura popular para reforzar su imagen política. Este tipo de acciones refleja la habilidad de Bukele para conectar con las masas, utilizando eventos de entretenimiento para fortalecer su imagen de líder accesible y moderno.

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Monumento a la reconciliación

Paralelamente, el gobierno salvadoreño tomó la decisión de destruir el “Monumento a la reconciliación”, un símbolo de los Acuerdos de Paz del país. Este acto simbólico de ruptura con el pasado refuerza la narrativa del cambio y la innovación que Bukele ha cultivado meticulosamente. A esto se suma la continuidad de un régimen de excepción, que, aunque controvertido, ha sido presentado como un éxito en la lucha contra la delincuencia, reforzando la percepción de Bukele como un líder que garantiza la seguridad y el orden.

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La frase de Bukele en su campaña, “No regresemos al pasado, que el camino sea irreversible”, encapsula la esencia de su mandato. Ilustración MidJourney

En este contexto de ventajismo electoral, la oposición en El Salvador se muestra frágil frente a un Bukele cuya victoria parece casi asegurada. Las alianzas y reformas impulsadas desde la presidencia han allanado el camino para su reelección, a pesar de que la Constitución del país prohíbe expresamente la reelección inmediata. La decisión de la nueva Sala de lo Constitucional, compuesta por magistrados afines a Bukele, de permitir su reelección, desafía abiertamente el marco legal salvadoreño.

Todos aman a Nayib Bukele

Además, los cambios en el sistema electoral, como la reducción de diputados y la implementación del voto en línea y en el extranjero, pueden generar desequilibrios en la competencia política. Estas modificaciones, junto con la baja visibilidad de la campaña electoral y la supuesta tranquilidad proporcionada por el régimen de excepción, dibujan un panorama donde el ventajismo electoral de Bukele y su partido se materializa en una ventaja casi incontestable.

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El Salvador se encuentra, por tanto, en un momento crítico. A días de las elecciones, la atmósfera es de calma aparente, pero subyace una tensión sobre la legitimidad y equidad del proceso electoral. La frase de Bukele en su campaña, “No regresemos al pasado, que el camino sea irreversible”, encapsula la esencia de su mandato: un llamado al cambio continuo, pero bajo su liderazgo indiscutible.

En este escenario, el ventajismo electoral no es solo una estrategia, sino una realidad palpable. Bukele ha demostrado ser un maestro en el arte de la política de imagen, utilizando cada oportunidad para reforzar su posición. El Salvador, en esta coyuntura electoral, enfrenta no solo la elección de un presidente, sino la definición de su identidad democrática y su futuro político.

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