¿Si la UE no quiere un matrimonio con Mercosur porqué los australes insisten?

En el intrincado escenario de la geopolítica y la economía global, y de cara a la realidad todo pareciera estar claro: la UE no quiere un matrimonio con Mercosur. La relación entre la Unión Europea (UE) y el Mercado Común del Sur (Mercosur) emerge como un complejo entramado de negociaciones, expectativas y frustraciones. A primera vista, el persistente interés de los países del Mercosur en formalizar un acuerdo de libre comercio con la UE, a pesar de las reticencias europeas, puede parecer contradictorio. Sin embargo, una exploración profunda de los intereses en juego revela un panorama donde la geopolítica, la economía y la estrategia se entrelazan en una danza delicada y a menudo impredecible.

El presidente de Paraguay, Santiago Peña, quien actualmente preside el Mercosur, ha expresado su descontento con la UE, acusándola de imponer exigencias medioambientales inalcanzables, lo cual pone en peligro las negociaciones que llevan dos décadas en marcha. Esta acusación resalta una tensión fundamental en las negociaciones: mientras que la UE busca promover sus estándares ambientales y sociales como parte del acuerdo, los países del Mercosur ven estas demandas como barreras adicionales y, en algunos casos, inalcanzables.

UE no quiere un matrimonio con Mercosur

La reciente cumbre en Río de Janeiro, aunque no declaró el fracaso del acuerdo, ha evidenciado el estancamiento en las conversaciones. El difícil maniobrar cuando la UE no quiere un matrimonio con Mercosur. Según el diario «Folha de Sao Paulo», se esperaba una declaración que reconociera la continuidad de las negociaciones a pesar de las controversias recientes. Este desarrollo es particularmente significativo en el contexto de la toma de posesión del nuevo presidente argentino, Javier Milei, y refleja la volatilidad política inherente a este tipo de negociaciones internacionales.

UE no quiere un matrimonio con Mercosur
El presidente de Paraguay, Santiago Peña, quien actualmente preside el Mercosur, ha expresado su descontento con la UE, acusándola de imponer exigencias medioambientales inalcanzables. Ilustración MidJourney

Para Brasil, y en particular para su presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, la falta de progreso en la firma del acuerdo durante su presidencia del Mercosur representa un revés político. Lula ha expresado su determinación de no rendirse, subrayando la irracionalidad de abandonar las negociaciones después de tantos años de esfuerzo. Su postura resalta la importancia estratégica que Brasil y otros países del Mercosur otorgan al acuerdo.

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Dos décadas de peros…

El trasfondo de estas negociaciones es extenso y complejo. Iniciadas en el año 2000, han sido moldeadas por diversos factores políticos y económicos, incluyendo recientes desarrollos electorales en Argentina y cambios en la política europea. El presidente francés Emmanuel Macron ha calificado el tratado como «anticuado» e «incoherente», lo que refleja una percepción europea cambiante sobre la relevancia y la forma del acuerdo. En dos platos: la UE no quiere un matrimonio con Mercosur .

Sin embargo, el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, mantiene una perspectiva optimista, enfatizando la importancia estratégica del acuerdo tanto para el Mercosur como para la UE. Esta visión se basa en la creación de una zona de libre comercio que abarcaría a más de 743 millones de habitantes, formando la más grande del mundo. Los vínculos comerciales ya establecidos entre ambos bloques son significativos, con inversiones de la UE en los países del Mercosur que aumentaron de 130.000 millones de euros en 2000 a 330.000 millones en 2020.

Socios valiosos auto percibidos hasta ahora

Además de los beneficios económicos, hay un componente de valoración importante. Como democracias, los países del Mercosur son vistos como socios valiosos para la UE, o al menos esa es la auto percepción que han alucinado durante 20 años de negativas. Esta dimensión valorativa es crucial en un momento en que la influencia de China en la región está en ascenso. Las exportaciones de la región a China han crecido notablemente en la última década, mientras que el comercio del Mercosur con la UE se ha estancado. Esta realidad económica subraya la importancia estratégica del acuerdo para ambos bloques.

UE no quiere un matrimonio con Mercosur
El presidente francés Emmanuel Macron ha calificado el tratado como «anticuado» e «incoherente», lo que refleja una percepción europea cambiante sobre la relevancia y la forma del acuerdo. Ilustración MidJourney

La insistencia de los países del Mercosur en seguir adelante con el acuerdo se basa en varias consideraciones. Primero, el acuerdo representa una oportunidad para acceder a uno de los mercados más grandes y más desarrollados del mundo, lo que podría ser un impulso significativo para sus economías. Segundo, en un contexto de creciente competencia global y regional, especialmente con la presencia de China, el acuerdo con la UE podría ofrecer un contrapeso estratégico. Además, desde una perspectiva política, el acuerdo es visto como un sello de aprobación internacional y un paso hacia una mayor integración en el sistema económico global. Sin embargo, la realidad es la que es: la UE no quiere un matrimonio con Mercosur.

El mundo de la UE pende de un hilo

En contraparte, la UE se encuentra en una posición delicada. Por un lado, busca promover sus estándares ambientales y sociales y, por otro, necesita mantener relaciones comerciales fuertes en una era de creciente incertidumbre geopolítica. Guerras, ausencia de materias primas, dependencia energética, el polvorín encendido del mundo árabe. La reticencia europea a avanzar sin garantías sólidas en temas de medio ambiente y sostenibilidad refleja la creciente importancia de estos temas en la política interna y externa europea. Sin embargo, esta postura plantea un desafío para los países del Mercosur, que ven estas exigencias como un obstáculo adicional en el camino hacia la integración económica.

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El dilema para la UE y el Mercosur es, por tanto, cómo equilibrar estas diferentes prioridades y preocupaciones en un acuerdo que sea beneficioso y aceptable para ambas partes. Mientras que los países del Mercosur ven en el acuerdo una oportunidad para el desarrollo económico y la afirmación en el escenario global, la UE lo considera como un medio para promover sus valores y estándares, además de una herramienta para fortalecer su posición económica y geopolítica. De allí que se ha requerido más de dos décadas para que las economías europeas estimen al sur de América como apetecible y por eso la UE no quiere un matrimonio con Mercosur.

En conclusión, la persistente insistencia de los países del Mercosur en alcanzar un acuerdo con la UE, a pesar de las reticencias europeas, se basa en una combinación de esperanzas económicas, aspiraciones políticas y necesidades estratégicas. Para la UE, el desafío es equilibrar sus propios intereses y valores con las realidades y expectativas de sus socios en el Mercosur. En última instancia, el futuro de este potencial «matrimonio» entre la UE y el Mercosur dependerá de la capacidad de ambas partes para encontrar un terreno común en un mundo cada vez más complejo y competitivo.

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