Chile defiende el Tratado de Alta Mar como una madre que lo vio nacer

En un mundo donde los océanos abarcan más del 70% de la superficie terrestre, esencial para la vida y el sustento de millones de personas, la protección y gestión sostenible de estos vastos cuerpos de agua han cobrado una importancia crítica. Entre las naciones que han tomado la delantera en esta cruzada se encuentra Chile, un país con una profunda conexión con el mar, que recientemente se ha erigido como un líder indiscutible en la ratificación del Tratado de Alta Mar, un acuerdo internacional destinado a salvaguardar la biodiversidad y promover el uso sostenible de los océanos más allá de la jurisdicción nacional. Este pacto, conocido formalmente como el Acuerdo para la conservación y uso sustentable de la biodiversidad en la Alta Mar de las Naciones Unidas (acuerdo BBNJ), es el resultado de más de dos décadas de negociaciones, marcando un hito en la gobernanza oceánica global.

El reportaje que nos ocupa, elaborado por Judit Alonso para la Deutsche Welle, subraya el papel de Chile como el segundo país en el mundo, después de Palau, en ratificar este tratado, apenas un año después de su finalización. Este hecho no solo resalta la posición de Chile como pionero en la conservación marina sino también como un faro de liderazgo en la región. Según Julio Cordano, Jefe de la División de Medio Ambiente, Cambio Climático y Océanos de la Cancillería chilena, “en Chile hay una fuerte conciencia de la necesidad de proteger el océano y los acuerdos multilaterales son absolutamente esenciales para lograrlo”. Con un 43% de sus zonas marinas bajo protección, Chile no solo demuestra su compromiso con la conservación marina sino también su capacidad para liderar esfuerzos regionales y globales en esta causa.

Tratado de Alta Mar
La decisión de Chile resalta como pionero en la conservación marina sino también como un faro de liderazgo en la región. Ilustración MidJourney

Chile y el Tratado de Alta Mar

La importancia del Tratado de Alta Mar radica en su enfoque en áreas que hasta la fecha habían permanecido en gran medida desreguladas. Las aguas internacionales, que constituyen dos tercios del océano global, abarcan más de 230 millones de kilómetros cuadrados, un área mayor que la suma de todos los continentes. A pesar de su inmensidad y la riqueza de biodiversidad que albergan, menos del 1% de estos espacios marinos está protegido. Yacqueline Montecinos, Coordinadora de Biodiversidad Marina y Políticas Oceánicas de WWF Chile, lamenta esta situación, destacando la necesidad crítica de un marco legal que ampare estas aguas. La ratificación del tratado por parte de Chile, entonces, no solo es un paso importante para el país sino para el mundo entero, estableciendo un precedente para la cooperación internacional en la conservación marina.

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Chile ha sido históricamente un pionero en la legislación oceánica. Felipe Paredes, Director de Áreas Marinas Protegidas de Oceana en Chile, recuerda cómo el país fue el primero en establecer el límite de las 200 millas náuticas como zona bajo su jurisdicción nacional, una política que luego se incorporó a la Convención del Mar de 1994 y que estableció las zonas económicas exclusivas. Este liderazgo histórico se refleja en su activa participación y apoyo al Tratado de Alta Mar, impulsando su elaboración por más de una década. El tratado aborda aspectos fundamentales para la conservación oceánica, incluyendo la regulación del aprovechamiento de los recursos genéticos, la evaluación ambiental de proyectos, la capacitación de países en materia de conservación, y la implementación de áreas marinas protegidas.

Logro diplomático y legislativo

La ratificación del Tratado de Alta Mar por Chile también se destaca como un logro diplomático y legislativo, con el gobierno asignando suma urgencia al mensaje presidencial para su aprobación parlamentaria. Este proceso culminó con la ratificación casi unánime del acuerdo tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, permitiendo a Chile depositar el instrumento de ratificación y convertirse en uno de los primeros países del mundo en ser parte del BBNJ. Este consenso refleja no solo el compromiso político con la causa sino también el amplio apoyo social hacia la conservación marina.

Tratado de Alta Mar
Chile, en particular, ha mostrado un interés especial en albergar la sede de la secretaría técnica del acuerdo en Valparaíso, lo que subraya su compromiso continuo con la promoción de la conservación oceánica. Ilustración MidJourney.

Mirando hacia el futuro, la implementación del Acuerdo BBNJ se discutirá en una primera reunión de la Conferencia de las Partes, donde los países que han ratificado el tratado tendrán la oportunidad de negociar como bloque intereses regionales que podrían ser incluidos en las decisiones finales. Chile, en particular, ha mostrado un interés especial en albergar la sede de la secretaría técnica del acuerdo en Valparaíso, lo que subraya su compromiso continuo con la promoción de la conservación oceánica.

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Chile va por más

Mientras tanto, el gobierno chileno sigue avanzando en la protección de zonas marinas críticas, como la Cordillera de Nazca/Sala y Gómez, una región de alta biodiversidad entre la Isla de Pascua-Rapa Nui y el continente sudamericano. Este esfuerzo, que involucra la colaboración con la Organización Regional de Ordenamiento Pesquero del Pacífico Sur, busca establecer medidas de protección en estas áreas, potencialmente convirtiéndolas en las primeras Áreas Marinas Protegidas bajo el nuevo acuerdo.

La ratificación del Tratado de Alta Mar por parte de Chile es, en última instancia, un testimonio de su liderazgo y compromiso con la protección oceánica. Al posicionarse en la vanguardia de este esfuerzo global, Chile no solo protege su rica biodiversidad marina, sino que también establece un modelo a seguir para otros países en la región y en el mundo. Con el Tratado de Alta Mar, Chile reafirma su papel como custodio de los océanos, defendiendo este acuerdo internacional como una madre que lo vio nacer, comprometida con su crecimiento y éxito a largo plazo.

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